Opinión

30/11/2020

Maradona: la leyenda del 10 y el régimen de hambre

El 25 de noviembre del 2020 no va a ser un día más. Desde las 13 horas que se conoció la muerte de Diego Armando Maradona, Buenos Aires y todo el país se tiñeron de luto. Como si fuera la muerte de Gardel o la muerte de Evita, en Buenos Aires parecía que a todos se les había muerto un familiar cercano, si uno miraba bien, se podía deslumbrar una lágrima asomada que la gente no podía contener. En la Boca, en Villa Fiorito, en La Paternal y en el Obelisco surgieron altares y movilizaciones espontáneas. Pero, ¿por qué esa devoción intransigente con un jugador que se retiró en el 96, hace 24 años?

La explicación más racional posible, dentro del terreno de la pasión, es que en los últimos 50 años, donde la clase obrera argentina fue asesinada, torturada y hambreada primero por la dictadura, posteriormente despedida, desalojada por el régimen de la democracia capitalista, las únicas alegrías de este pueblo bastardeado por su clase dirigente provinieron del fútbol. Y el responsable personal más importante de esas gestas deportivas fue el Diego.

Un pueblo traicionado sistemáticamente por su clase dominante y los políticos de esa clase realiza un balance del pro y los contra del 10. De sus virtudes y defectos, de ahí surge un pensamiento mayoritario: el Diego no nos defraudó, hizo todo lo que pudo en Boca, en Argentinos, en Newell’s y sobre todo en la selección. En la selección siempre quería jugar, se pagaba sus propios transportes y demostró en un mundo capitalista, donde manda el dinero, que él jugaba por la camiseta. En los últimos 50 años donde los trabajadores argentinos retrocedieron en sus condiciones de vida por la crisis capitalista sistemática de la argentina y el mundo, Maradona nos dio alegrías, nos hizo ser felices por un instante a pesar de todo.

El pibe de oro y la dictadura asesina

A principios del 1976 se impone el golpe militar de los Videla y Massera. Esta dictadura sangrienta tenía el objetivo de terminar con el activismo independiente de las fábricas, lugares de trabajo y de estudio, que después de las grandes huelgas del 1975 amenazaba al régimen con una perspectiva de lucha independiente de las masas. En este cuadro aparece El pibe de oro, el hermano del Rey Pelé como se rumoreaba en la Paternal. Miles conocieron la vieja canchita de madera de Argentinos, ubicada en el mismo lugar que se encuentra el estadio en la actualidad, para ver al nuevo pibe de Argentinos.

En los años más crudos de la dictadura, Diego regalaba firuletes, caños insolentes, jugadas de otro planeta. Y cuando terminaba el partido ese pueblo obrero volvía a la terrible realidad, pero a pesar de todo nadie les podía quitar la alegría que les daba ese pibe. Después vino la etapa Boca donde el Diego pudo ser campeón y fue rodeado de grandes jugadores como Brindisi y el legendario Loco Gatti. El Diego nunca se olvidó de esa experiencia por eso declaró su preferencia por el club de la ribera. Después en el medio de la guerra de las Malvinas vino la derrota del mundial 82. Donde el Diego fue excesivamente golpeado, le costó mucho desplegar su fútbol y terminó expulsado después de reaccionar con odio al maltrato permanente de los rivales. Fueron años difíciles para el 10, su paso por el Barcelona fue caótico con lesiones, enfermedades y donde comenzó su adicción a las drogas fuertes.

La democracia de hambre y el barrilete cósmico

Lo primero que dijo Alfonsín fue que con la democracia se vive, se come, se educa. Pero… la clase obrera comprobó rápidamente la mentira del discurso alfonsinista. La democracia capitalista nos dio inflación descontrolada, retroceso en el presupuesto de la salud y de la educación para garantizar el pago de la deuda externa. Pero un nene de 10 años en un potrero a comienzo de los años 70 dijo “mi sueño es jugar en la selección y ganar un mundial”. En 1986 después de estar tres años retirado de la selección Maradona volvió con todo. Con el puesto de capitán mostró ser el más grande a nivel mundial y como en Nápoles o en Argentinos se convirtió en el Quijote de la Mancha que lucha solo contra los gigantes (molinos de viento), pero con un resultado satisfactorio porque la selección argentina se coronó campeona del mundo.

Cuando todavía estaban abiertas las heridas de la derrota humillante de Malvinas en el 1982, donde los altos mandos cobardes del ejército argentino se rendían ante los ingleses sin pelear y mandaron a los colimbas (adolescentes obligados a cumplir con el servicio militar) al frente para ser masacrados por un experimentado ejército de mercenarios ingleses, Maradona en el pensamiento popular se vengó y eso le dijo a los muchachos antes de entrar a la cancha contra los ingleses “vamos que estos H. de P. nos mataron a los pibes”. En ese partido el Diego estaba intratable, incontrolable, descomunal. La mano de Dios fue su toque de insolencia y el gol más grande de todos los tiempos. Hizo temblar a Buenos Aires y a toda la Argentina que hasta el día de hoy grita en cada partido del seleccionado “el que no salta es un inglés”. Fue tan impactante para los ingleses ese partido que después del Mundial 86 realizaron la película “Héroes” donde Maradona aparece como un guerrero mítico, que deja todo sin importarle las consecuencias y muestra a un pueblo absolutamente conmovido por su entrega.

¿Será lo mismo que atrapó a los italianos del sur? En la ciudad de Nápoles Maradona es considerado un ser de otro planeta y un ídolo igual en su país natal. Ese pueblo pobre, postergado por el norte rico, tuvo del 10 algo parecido a lo que tuvimos los argentinos en el 86. La clase obrera suele no olvidar a los que frente a una realidad poco favorable les dan una alegría que nadie les puede quitar. Ese pueblo noble de Nápoles simpatizó con el Diego en el Mundial 90 cuando la Argentina de Caniggia, Goicochea y Maradona dejó afuera a Italia (local) por penales. Cómo olvidar a Maradona jugando con un tobillo del tamaño de un melón, gambeteando con el último aliento a los brasileños y dándole la habilitación al Pájaro para que venza a Tafarel. Cómo olvidar al Diego puteando a los italianos del norte cuando en la final del 90 silbaban el himno nacional argentino mostrando su favoritismo por los alemanes. Al mismo tiempo al 10 llorando cuando por un penal dudoso Alemania se quedó con la copa del 90.

La utilización de su figura y la decadencia

Después vinieron los doppings positivos. Las adicciones que mantuvo en secreto durante gran parte de los 80 comenzaron a afectar su desempeño como futbolista. Todos nos ilusionamos en los dos primeros partido del Mundial 94 cuando el Diego muy bien acompañado parecía imparable. Luego la noticia que nadie quería escuchar, ese reportaje de prensa que quedó grabado en la retina de los argentinos donde Maradona dijo “me cortaron las piernas”. Ese día del año 94, o ese día de la final del 90 pasó algo parecido a lo que se vio con su muerte, todo el país lloraba.

No hace falta en esta nota comenzar un recuento de todas las crisis que sufrió el 10 los últimos años de su vida, ni tampoco de todas sus acciones políticamente incorrectas que son muchísimas. En su defensa podemos decir que no estaba preparado para el papel que le tocó vivir. ¿Quién lo estaría? Fue utilizado por todos los gobiernos de turno para mejorar su imagen, desde la dictadura, Alfonsín, Menem, De la Rúa y los kirchneristas en particular. Con Duhalde no tuvo una buena relación, se comenta fuerte que no le gusto lo del jarrón de Coppola. Sin duda una vida de excesos, escándalos y peleas familiares acortó su existencia. Sus últimos años mostraron un deterioro irremediable de su salud. Sus acciones en el campo de juego, sus tres situaciones límites ante la muerte: quizás nos hicieron creer que era inmortal, pero al final nos demostró que era humano como en la final del 90 o en el 94.

La pelota no se mancha y el ajuste en curso

En concreto más allá de sus acciones indefendibles, de sus apoyos políticos errantes y de sus escándalos, hoy el pueblo argentino dice gracias por las únicas alegrías que tuvimos en los últimos 50 años. Y esto se relaciona con un régimen que viene hundiendo al país en el hambre y la miseria. En este marco de retroceso de las condiciones de vida de las masas, los trabajadores se aferran a los que no les mienten, a los que no los defraudan, a los que dejan todo por la camiseta y los que actúan no por la guita, sino por los sentimientos. Aunque haya sido hace mucho y los acontecimientos posteriores hayan opacado algunos anteriores el pueblo no olvida.

Hoy igual que ayer hay muchos que se quieren colgar del Diego. Como el presidente que aprovecha su simpatía con el cuadro de los orígenes de Diego para tratar de acercarse a su figura. Pero aunque realicen maniobras y utilicen las últimas simpatías políticas del 10 a su favor el ajuste en curso contra las masas es inocultable y el pacto con el FMI va a traer un nuevo acuerdo colonial. No nos tenemos que dejar distraer actuemos como Maradona en la cancha y enfrentemos a los poderosos sin contemplaciones. Derrotemos el ajuste en curso y el pacto con el FMI.