Opinión

27/5/2007|993

Mis memorias o divague, no sé


Después de la vida no queda nada


el dolor se vuelve pensamiento


el sueño es la búsqueda de lo perdido,


las lágrimas son el camino


el cansancio vence al cuerpo


el mirar lejano y perdido despierta la esperanza;


y con los ojos cerrados recorrer lugares conocidos,


buscar en tinieblas, acompañada con la soledad, la tristeza que invade el alma,


y volver a renacer de las cenizas como el ave, y prepararse para la batalla.


 


Ensamblar el cuerpo para la búsqueda, sin perder la fe y la esperanza,


y si (a lluvia de mi tormenta humedece mis ojos, los seco con mis manos,


y con un suspiro largo y profundo, me digo:


Fuerza Mechi, adelante, no aflojes,


que ésta será tu victoria, vamos hasta el final.


 


A veces rio, a veces lloro, a veces canto, a veces bailo, a veces corro, otras finjo


que no me pasa nada, a veces hago bromas,


pero el alma se me opaca, mí espíritu viaja, me duelen las entrañas,


mi corazón parece un potro salvaje, su galope es fuerte,


retumban sus cascos que se vuelven latidos en mi pecho.


 


El dolor no cede, se hace más y más profundo,


el único remedio para calmarlo son ustedes hijos.


 


A ti, Mauro, tengo donde llorarte, pero ¿adónde voy por tu hermano?…


 


En cada calle, en cada rincón de esta casa, cuando estoy sola,


me siento afuera, me gusta mirar el cielo, veo pasar las nubes y digo:


en cuál de ellas irán sentados ustedes, luego me río.


Es que me pesan los años y esta carga pesa mucho,


y lo peor es que no tengo respuestas de nadie.


 


Igual seguiré buscándote querido hijo",


nadie me va a doblegar, porque tengo buenas raíces,


y ‘seguiré al frente hasta el final.


 


 


* Madre de Raúl Saliwoncyzh “El Boli” (secuestrado, torturado y desaparecido por la Comisaria 3° de Viceme López)