Opinión

8/2/2022

Spinetta, a 10 años de su muerte

Esa costumbre de dejar la tele prendida de fondo me permitió escuchar esos acordes que tanto conocía. Era el instrumental  de guitarra, llamado “Almendra”, del disco Kamikaze. Estaba haciendo otra cosa, distraído. Hasta fueron gratos esos segundos de canción que demoré en levantar la vista y leer  la placa del noticiero, murió Luis Alberto Spinetta.

Muchos recordamos el momento exacto que nos enteramos de la despedida de uno de los artistas más icónicos de nuestra música.

Hoy se cumple el decimo aniversario.

Ya ha abordado Prensa Obrera los vaivenes políticos a lo largo de su vida. Pero siempre creí que debíamos realizar una nota más sobre él. Destacar esa rebeldía artística que lo caracterizó.

No le satisfacía su antiguo repertorio, siempre estuvo en la búsqueda de canciones nuevas. Esto lo llevó a tener una obra de casi 40 discos que atraviesan distintas etapas y estilos, que se destacan por tener un nivel extraordinario.

En sus primeros 8 años de carrera ya había realizado 2 discos con Almendra, los dos álbumes con Pescado Rabioso, Invisible y el disco solista “Artaud”. Un monstruo de 26 años.

Su arte fue abriéndose camino y reinventándose constantemente.

La carrera artística del Flaco comienza en conflicto. Es conocida la historia de la icónica tapa del primer álbum de Almendra, dibujo realizado a mano por él mismo. La firma discográfica RCA se lo desechó, queriendo imponer una tapa más clásica de la época con la foto de los integrantes de la banda.  Luis volvió a dibujarlo exactamente igual, sin ceder un solo milímetro, dejando a ese hombre de la tapa como un sello en la historia del rock nacional.

Hace poco me sorprendí al verlo en un programa del año 2010, “Como hice”, conducido por Emilio del Guercio en el que cuentan  cómo se realizaron las canciones más icónicas del rock nacional. A Luis le tocó hablar sobre “Muchacha ojos de papel”.  A diferencia del resto de los artistas, Spinetta fue a criticar su canción. “Ojo, señala, el tipo es bravo. Tiene un mensaje de dominación. Es machista. Bajo la superficie de esa letra amorosa, hay otro mensaje”.

Como artista se pensaba y repensaba constantemente, jamás quería tocar “Muchacha…” en los escenarios.

No puedo resumir en estos espacios la trascendencia de la obra de Luis, pero sí destacar este aspecto de artista rebelde, que nunca se conformó y buscó hasta el final.  Su último disco se llama “Un mañana”, todo un mensaje.

En una combinación de armonías y letras nos permite conectar brevemente con ese mundo oculto para la mayoría.

El se reveló constantemente con su arte. No muchos pueden lograrlo.

Luis nos dio su aporte artístico en un contexto donde predomina la explotación y la alienación. Sus letras rescatan lo opuesto.  Destaca la naturaleza, la humanidad y su interacción plena.  “No se olviden del concepto de una naturaleza que vive sonando y en la que vivimos sonando con ella”,  señaló en una clínica imperdible sobre el sonido y la música en 1990.

Esa búsqueda, en la que el arte debe ser libre y la humanidad pueda interactuar  y disfrutar  plenamente de la naturaleza, es una batalla vigente que se expresa día a día en las calles como en las letras de sus canciones.

Dando esa lucha, es seguro que mañana va a ser mejor.

En ese camino, nos acompañan sus hermosas canciones.

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