Opinión
24/10/2025
Trump, Putin y las encrucijadas de la guerra imperialista
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Trump y Putin
La prensa occidental imperialista está tomando nota de la advertencia de Putin. Las idas y vueltas en torno a la provisión de los misiles Tomahawk a Ucrania ha llevado al mandatario ruso a señalar que esto sería tomado como una escalada directa por parte de Estados Unidos que llevaría a una respuesta “abrumadora” por parte de Rusia. La suspensión de la nueva cumbre entre Trump y Putin se dio con posterioridad al ataque de Ucrania que explosionó la mayor refinería rusa en Hungría y otras infraestructuras energéticas en Rumania. Cabe señalar que estos países integran la Otan. Es decir, Ucrania está atacando blancos en países miembro de la alianza, muy probablemente con asistencia de la inteligencia británica. Recordemos que Hungría es el país de la Otan más reacio a una escalada contra Rusia.
La nueva ronda de sanciones anunciada por Trump debe leerse en principio como un retroceso en la amenaza de aprovisionar a Ucrania con los Tomahawk. A diferencia de los vaivenes y la ambigüedad de la que ha pretendido valerse Trump para forzar una negociación, Putin ha sido completamente claro. Resulta que si bien los Tomahawk son un arsenal relativamente viejo, le darían a Ucrania la capacidad de atacar la retaguardia rusa con misiles de largo alcance cuyos cabezales pueden albergar explosivos nucleares. Y Rusia sabe que la camarilla de Zelensky está completamente jugada a una escalada. La táctica de Ucrania no se centra en el frente de batalla sino en desarrollar operaciones contra objetivos rusos que provoquen una escalada y fuercen una intervención de Europa y EEUU. Es que un avance en las negociaciones y un eventual acuerdo de cese el fuego conllevaría el levantamiento de la ley marcial en Ucrania, un llamado a elecciones y un final incierto para Zelensky y su pandilla. Por esto Putin ha decidido apuntar directamente a EEUU, el supuesto dueño del circo.
La cuestión es que para avanzar en una negociación con Putin, Trump debería desbaratar las maniobras de Europa, que se niega a aceptar el avance que Rusia ha consolidado en el frente de batalla. Europa no acepta el estado actual del conflicto ni las condiciones rusas para un proceso de paz (la anexión de los territorios ocupados y la garantía de que Ucrania no se integrará a la Otan ni será armada por la alianza). Rusia sabe que un acuerdo de cese de la operaciones que no le de estas garantías será utilizado para darle un tiempo de rearme a Ucrania. Europa bate el parche del rearme y se dispone a utilizar los activos incautados a Rusia (unos ciento cuarenta mil millones de euros que por ahora Bélgica se niega a tocar). La prensa europea opositora señala con sorna que las autoridades están dispuestas a sacrificar hasta la última gota de sangre de los ucranianos. Si embargo, empiezan a delinearse las primeras tentativas de una conscripción masiva del proletariado europeo. Según distintas fuentes, la burguesía europea trabaja con la hipótesis de una guerra directa con Rusia en un plazo de cuatro años.
En este cuadro, Trump ha intervenido hasta ahora con la expectativa de que sus bravuconadas pudieran persuadir a los contendientes a moderar sus objetivos. Pero Rusia sabe que la estadía de Trump en la casa blanca terminará y que el “deep state” está estratégicamente orientado en una colonización del ex espacio soviético. El Pentágono parece estar más dispuesto a conspirar con los servicios británicos que a responder a la administración Trump.
Putin sabe también que tiene una ventaja estratégica principalmente en la superioridad rusa en tecnología balística. Es, por ahora, la única potencia que cuenta con misiles hiper sónicos capaces de eludir los sistemas anti misiles. Cuando Putin habla de una respuesta abrumadora, se inscribe en la doctrina de una escalada con armas estratégicas (posiblemente nucleares) que obligue a Occidente a una desescalada inmediata. Pero es esta misma ventaja la que despierta la presión de sectores del propio aparato de estado ruso que entienden que la ventana de oportunidad puede ser limitada.
Las contradicciones del que subyacen al orden imperialista mundial son desgarradoras.





