Opinión

10/5/2007|991

Vamos por el derecho a la maternidad

María es una compañera trabajadora del calzado. Quiere ser mamá, pero ha sufrido varias pérdidas de embarazos formados en las trompas, con daños en su cuerpo. Solamente podría serlo mediante fertilización asistida. Junto a su marido han peregrinado por los hospitales públicos para golpearse la cara contra una pared que dice: “los pobres tampoco tienen este derecho”. La salud pública no contempla, entre tantas otras cosas, que pueda ejercer su derecho a la maternidad mediante una fecundación asistida.


Tampoco se garantiza este derecho cuando una mujer no puede mantener a sus hijos; cuando por trabajo en negro o por los nuevos convenios firmados por la burocracia, no existen las guarderías, y se despide a las mujeres embarazadas; cuando hay que dejar la vida por conseguir un turno, un análisis o la cama para parir.


En todo este peregrinar, María supo que había muchas mujeres que cargaban con esta misma frustración. Por ella y por todas vamos a una lucha sin cuartel para que las mujeres desocupadas, trabajadoras, puedan ser madres cuando quieran serlo.


Esta lucha no puede ser otra que la de reforzar la lucha por todos los derechos de la mujer, desnudando la perfidia de quienes dicen hacerlo. La pertenencia a una clase social u otra define las causas, la estrategia y el norte hacia donde avanzar para que nuestros reclamos consigan su victoria.


Ni una sola reivindicación de la mujer podrá tener resolución sin que la lucha sea en la calle, movilizadas y en un abierto reclamo al Estado burgués que se llena la boca de demagogia e intenta introducir a sus mujeres dentro de nuestros reclamos, para desviar nuestra lucha. Los reclamos de las mujeres son los reclamos de las mujeres de nuestra clase, la clase trabajadora; son reclamos que existen porque el orden existente se mantiene violentando cada vez más a fondo nuestros derechos.


¿Quiénes luchan por la vida? Nosotras, las explotadas que luchamos por la educación sexual que termine con el flagelo de las niñas mamás, los abusos y el sometimiento; las que luchamos por una salud pública que nos permita vivir en salud como merecemos; las que luchamos por tener acceso a la anticoncepción de manera integral y gratuita; las que luchamos para que el aborto sea legal y gratuito, y deje de ser el flagelo de las mujeres pobres que lo sufren en la ilegalidad hasta la muerte; las que luchamos por un salario igual a la canasta familiar; las que luchamos por ser madres aunque seamos pobres. No luchan por la vida las que, aunque usen polleras, ocupan espacios de poder y saludan el superávit de la destrucción de la salud, de la educación, del salario y de las condiciones laborales.


Le vamos a arrancar al Estado el derecho que le está negando a María y a tantas otras. Le vamos a arrancar al Estado todos los derechos por los que peleamos, organizadas y en la calle.