Opinión

30/1/2019

Violencia obstétrica: debatamos y actuemos

Médica Obstetra Mat 31274/9

“¿Qué mundo sería parido por una mujer que pudiera nacer y crecer sin el miedo a la violencia, el acoso, la persecución, al desprecio y a la explotación?”. Eso leí hoy en la revista Sudestada.


Parir es un acto de amor, es el gesto más poderoso y revolucionario que el cuerpo de una mujer puede realizar.


Cuando una mujer pare en libertad, las bases de este sistema tiemblan, se estremecen. Una mujer pariendo libre es un niño naciendo libre y sin heridas primales, ambos son una dificultad para el capitalismo.


Hoy podemos hablar tras muchas luchas, de “Aborto Legal”, podemos hablar de “Ni una menos”, pero… de Violencia Obstétrica no, de eso no. Ese tema no se toca, de eso no se habla. La violencia obstétrica es la violencia contra la mujer más consentida e invisibilizada por el colectivo social.


Las mujeres nos hemos vuelto en 100 años, rehenes del sistema médico, y hemos perdido nuestra autonomía, y con ella el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo y el de nuestros hijes, volviéndonos el elemento necesario que este sistema precisa. Mujeres/madres desvinculadas de sus cuerpos y niñes desvinculados de sus madres. La combinación perfecta para la esclavitud.


Parir en libertad es romper con todo, es instinto, es sexualidad, es amor, es gozo, es alegría, es sacar lo más visceral de nosotras mismas, irnos a lo profundo, tocar nuestras sombras, gritar nuestros miedos, saltar al abismo y salir de allí enormes, irrompibles, seguras, fortalecidas y preparadas para enfrentarnos a ese ser que ha llegado a nuestras vidas con una entrega tan absoluta que no será posible bajo otras formas, que nos garantizará una lactancia plena, una crianza amorosa, un niñe libre.


Parir en libertad no significa sin cuidados, no significa sin red, muy por el contrario, todo eso debe estar presente para que podamos experimentar esa libertad y atravesar el desafío de parir. Es sabernos protegidas por nuestro entorno, cuidada nuestra intimidad y a la vez monitoreada nuestra salud y la de nuestra cría, es saber que si todo está en salud puedo seguir el viaje y seré sostenida por personas amorosas que cuidarán de mí, y que si algo se desvía de lo saludable seré informada correctamente y consultada para tomar las decisiones necesarias sobre mi cuerpo y el de mi hije.


El sistema imperante le teme a esas mujeres, le teme a seres que nazcan libres, serán cuestionadores de lo impuesto, no serán dóciles ni fácilmente dominables, no alimentarán tan fácilmente la rueda de consumo, ni serán los esclavos necesarios.

Hemos transformado la escena del nacimiento llevándola de la intimidad de nuestro hogar a la producción serial de una institución, alejadas de nuestros afectos, conminadas a una cama, atadas a un suero, expuestas a gente que no conocemos, que no solo nos mira en nuestra desnudez sino también nos toca, que ni siquiera saben o recuerdan nuestros nombres, mucho menos nuestra historia, que deciden sobre nuestro cuerpo y el de nuestros hijes sin consultarnos, hemos perdido nuestros partos, nuestra lactancia, nuestro apego. La mayoría tiene consecuencias físicas y emocionales de estas experiencias, muchas verdaderamente aterradoras, los índices de cesáreas alarman, oscilan entre el 40 y 90%, cuando no deberían superar el 10%, nuestras vaginas son mutiladas, nuestra sexualidad queda resentida, nuestros hijes son separados de nuestros cuerpos, no permitiéndonos la descarga hormonal precisa para que logremos el apego y la lactancia satisfactoria, y podría nombrar innumerables situaciones más. Cuesta en pocos caracteres explicar con más amplitud ya que la dimensión y las consecuencias de esto que llamamos Violencia Obstétrica es enorme, y merece ser profundizada para que pueda llegar a comprenderse mejor.


Un gran obstetra francés llamado Michel Odent dice “para cambiar el mundo es preciso cambiar la forma de nacer”.


Esta batalla recién está comenzando, este texto es apenas la punta para poder meternos en el tema, un simple disparador, el derecho a parir en libertad debe ser una lucha inclaudicable de quienes queremos romper con el régimen imperante.