Leyla había desarrollado su militancia en el movimiento estudiantil, de mujeres y diversidades sexuales, ya que entendía que la única salida era la organización. En sus redes expresaba la importancia de que todxs lxs niñxs tengan “un futuro donde sean plenamente libres y felices” y aportaba desde su militancia para poder hacerlo realidad. Se sumó en el año 2018 con la lucha por el aborto legal en lo que fue la Ola Verde, participando de cada pañuelazo y movilización que se hizo para sostener esa gran lucha. Con su corta edad entendió que debía militar por un mundo distinto en el que las mujeres y las diversidades fueran respetadas y escuchadas.

Leyla luchaba por su vida diariamente, con aquellos dolores emocionales que lamentablemente le tocó vivir. Dolor que sus seres queridos más cercanos pudieron conocer y brindarle ayuda, amor y contención. Ese tipo de dolor es de los más invisible entre los jóvenes y de quienes se replantean si seguir viviendo en un mundo donde sufren tanto.

A veces lo que se hace resulta insuficiente, tal vez porque con lo que hay no alcanza para poder luchar contra el suicidio. Es común que cada vez que una situación así aparece en la vida nos chocamos de frente con la realidad social que tenemos, donde el sistema de salud mental está colapsado porque no hay suficientes profesionales ni espacios y porque también poder obtener un tratamiento para la salud mental es muy caro, sobre todo cuando la mayoría somos de clase trabajadora y cobramos salarios de pobreza que apenas alcanza para sobrevivir.

Sentimos mucha tristeza y angustia, en cada caso que acompañamos encontramos más razones para seguir organizándonos y luchar por un mundo donde podamos salvar a quienes sufren en silencio. Nuestro espacio está reflexionando y buscando todas las maneras posibles de explicarnos estos hechos para poder darnos herramientas y acompañarnos.

Queremos abrazar a todas las personas que la conocieron y fueron sus amigos, familiares. A Fede que fue su compañero y le brindó su amor y cuidado en sus momentos más difíciles.

Leyla, qué pena tener que decirte tan temprano hasta la victoria siempre compañera.