Partido

9/1/2003|787

La cuestión electoral

En todo este marco, de una intervención que no le escapa a ninguna cuestión, vamos a fijar la posición del Partido Obrero frente a las elecciones.


¿Qué representa la convocatoria de Duhalde? Así como ellos tienen una política del Banco Mundial para los desocupados, del Banco Mundial para las fábricas ocupadas, etc., también tienen una política de conjunto. Nosotros también tenemos una política de conjunto, la Asamblea Constituyente; ellos también la tienen. La salida de ellos son las elecciones. Es interesante, este país estuvo educado en los últimos cincuenta años en que la salida de ellos era el golpe de Estado y que las elecciones eran la salida popular. Pero cuando uno dice ahora que las elecciones son la salida del capital, no la salida popular, todo el mundo está de acuerdo. Miren si habremos madurado, de conjunto, digo, como pueblo, como masas.


Naturalmente, se trata de la reconstitución del aparato del Estado sobre la base de la legitimidad del voto. El voto como instrumento de la reconstitución de la autoridad del Estado. La ficción del voto, porque es un voto condicionado. El aparato del Estado que controla el proceso electoral está en manos de la burguesía, el aparato de la información está en manos de la burguesía, el aparato económico que explota hasta la comida de las masas está en manos de la burguesía, el tendal de punteros para controlar una elección está en manos de la burguesía. No quiero despreciar este punto. Luego del hundimiento de la Unión Cívica Radical, el peronismo es el único que tiene el personal para las setenta y cinco mil mesas del escrutinio. Entonces, naturalmente, hay que votar y la elección es la salida del capitalismo. La salida de la clase obrera es que se vayan todos y Asamblea Constituyente. Eso es así de claro.


Esto nos permite decir a nosotros que todos los partidos que se apresuraron en dar un apoyo a la salida electoral han trabajado por la salida del capitalismo. Me refiero concretamente a Izquierda Unida. Al no haber enfrentado la salida electoral nunca, con una posición alternativa, sino con la posición de tener un candidato único, es decir de participar en las elecciones, ha defendido la salida del capital.


Es una salida del capital, pero es una salida contradictoria, se da en un marco de crisis. Por ejemplo, el peronismo que tiene que asegurar la victoria electoral, no tiene candidato. Me refiero a que tiene tantos candidatos que no tiene ninguno. Este fraccionamiento del peronismo no sólo es un fraccionamiento que tiene que ver con la falta de apoyo popular, es decir que responde a una declinación general del peronismo, sino una profunda lucha interburguesa. Entonces la divergencia política es una divergencia que tiene que ver con los enfrentamientos en la propia clase burguesa.


Otra cosa más: no sólo hay una gran división política en el peronismo; la derecha se dividió también. Por ejemplo, López Murphy se ha dividido con la Patricia Bullrich. Y por si faltaba poco, el centroizquierda se dividió porque Zamora salió de las elecciones y Carrió ha roto con los socialistas, lo que no es una ruptura menor, porque los socialistas quieren tenerlo a Ibarra como candidato para jefe de Gobierno de la Capital. Es decir que tenemos una elección en que todo el mundo está dividido, y no está claro todavía quienes van a ser los candidatos, no ya del oficialismo, sino de la oposición. Y hasta puede ocurrir que sea una elección por ley de lemas, es decir que el peronismo vaya con los cinco candidatos. Miren qué interesante, porque aunque van a tener el control de todas las mesas electorales, se van a matar entre los cinco candidatos peronistas.


Como ustedes ven, la primera característica es que se trata de una elección que es extremadamente contradictoria en el propio plano de la burguesía. No tienen un candidato y una política que los unifique. Esto de que no llegan a un acuerdo con el FMI, no llegan a un acuerdo con los bancos, no llegan a un acuerdo con esto y no llegan a un acuerdo con lo otro, los choques con la Corte, etc. se reflejan también en el proceso electoral. Esta es una salida del capital y el capital no puede montar adecuadamente esa salida. El otro problema importante es el siguiente: ¿en qué consiste esta salida? En que mediante el voto se legitime el capitalismo; pero el problema del voto es el problema del electorado, y a una franja enorme del electorado, históricamente partidaria de las elecciones, no le gusta ningún candidato y una parte de ella ni siquiera quiere ir a votar. Entonces hay una contradicción de otro orden, que tiene que ver con el método, porque una elección es la movilización de la pequeño burguesía que tiene que ir a votar, y de las masas que pueden ser arrastradas al voto. Ahora resulta que la base social que debe legitimar al candidato que salga, no quiere ir a votar, o por de pronto una mayoría no quiere a ningún candidato y una gran parte no quiere ir a votar. Es decir que tienen que reconstruir el propio proceso electoral. Por último, está toda esta lucha de las masas, el corte del puente, los paros, la amenaza de caída de Miranda, la amenaza de caída de Montiel en Entre Ríos. Ustedes saben, la Legislatura de Entre Ríos no se reúne porque el día que tenga quórum voltean a Montiel. Acaban de echar al gobernador de Santiago del Estero, Sapag rompió con el Movimiento Popular Neuquino, voltearon al intendente de Centenario –una de las principales ciudades de Neuquén– a través de una pueblada y se formó una asamblea popular; entonces está también el problema de la lucha de las masas, en estas condiciones concretas se da el problema electoral. Entonces el Partido Obrero señala esta situación y opone a las elecciones la salida de una Asamblea Constituyente. Es decir, denuncia que todo esto es el testimonio de que el gobierno no puede montar siquiera una salida del capital de características democráticas legitimadoras. Es decir, no puede siquiera cumplir con su propia premisa de hacer una legitimación. Montado en un proceso de crisis, un proceso electoral de este tipo, inclusive si tuviera éxito, podría concluir en un resultado electoral que lleve a la anulación de los comicios. En marzo de 1962 hubo elecciones en la Argentina, se votó tranquilamente, todo fenómeno, y al día siguiente hubo un golpe de Estado porque no hubo acuerdo con el resultado electoral.


¿En qué consiste el problema político del Partido Obrero frente a la cuestión electoral? El problema político del Partido Obrero frente a la cuestión electoral es si la tendencia a imponer una salida popular y revolucionaria contra la salida electoral trucha se rezaga; es decir que debido a este retraso el Partido Obrero tiene que participar o no tiene que participar. El Partido Obrero debería boicotear la elección solamente si el proceso electoral formara parte de la misma crisis política que hoy nos dice que tenemos que luchar para que se vaya Duhalde y haya una Constituyente. Si un boicot electoral tiene como consecuencia, porque forma parte de la misma crisis, la caída de Duhalde y la posibilidad de una Asamblea Constituyente, es necesario el boicot electoral. Es decir que la elección formará parte de la misma línea de crisis actual. Porque las elecciones pueden tener esas dos características: la burguesía se une en torno al candidato allí donde no había ninguno y la pequeño burguesía dice: voy a votar para que no gane este u otro candidato. Es decir que la pequeño burguesía le dice sí a las elecciones para que no gane Menem; entonces a regañadientes acepta, se ha conformado el terreno para que la burguesía pueda hacer la experiencia de una salida electoral, de corto plazo, con nuevas crisis, etc. En esta variante tenemos que intervenir. Y la razón por la que tenemos que intervenir hace al corazón de los problemas políticos, porque nosotros tenemos que intervenir para sacarle la mayor cantidad de masa posible a los partidos del enemigo y fortalecer la construcción del Partido Obrero. Lo tenemos que hacer porque es una parte inevitable de la lucha por construir un partido obrero contra los partidos capitalistas. Por eso, los partidarios de no ir, con seis meses de anticipación y sin saber cómo van a ser las elecciones, son todos contrarios a la construcción de un partido; son todos movimientistas, no les importa el programa ni la estrategia, no les importa la orientación, no tienen nada que defender contra los partidos burgueses, no tienen que defender un programa, ni una organización, no tienen para desarrollar un programa, no tienen para desarrollar una organización, entonces proponen entrar en el liquidacionismo general.


De todo esto no destaco la necesidad de participar sino el papel que juega esa participación en la construcción del Partido. Rescato el análisis concreto de un proceso electoral a la luz de una crisis revolucionaria. Los niños tienen seiscientas clases de llanto, los pediatras saben qué significa cada una, no son todas iguales. Una elección no significa lo mismo que otra, depende de la crisis política con la que está relacionada. Tengo que distinguir un llanto de otro, tenemos que distinguir si van divididos o no van divididos, si van quebrados o no van quebrados, si forma parte de la etapa final de la crisis o no forma parte de la etapa final. Lo que no podemos permitir nunca es que nos liquiden la continuidad del trabajo revolucionario en las masas, porque el porvenir de la revolución depende de este trabajo revolucionario. (Aplausos)


En este sentido, el problema del movimientismo ha quedado zanjado completamente en el proceso histórico, ha quedado zanjado por el propio movimiento zapatista, el movimiento zapatista que en un determinado momento salió de la Sierra Lacandona y fueron en caravana a México, y parecía que un movimiento antipartido y anti tomar el poder, se llevaba todo, pero no logró sacar ni una ley indígena; logró menos que Brukman, logró menos que Grissinópoli, no logró nada. El zapatismo es la refutación más descomunal del movimientismo, jamás se ha visto tanta impotencia escenificada. Habrán hecho mucho por la estética, pero no han hecho nada por el contenido de la historia. (Aplausos)