Partido

5/9/1996|509

Los trabajadores debemos plantear nuestra salida política

La caída de Cavallo abrió una crisis de gobierno y de régimen que puede plantear la caída de Menem.


Cavallo cayó como consecuencia del derrumbe del ‘plan económico’ y de la feroz y creciente resistencia de las masas. La crisis política resultante expresa la división de las distintas fracciones de la burguesía. Las luchas populares, por su parte, se han ido transformando en una amenaza creciente para el actual régimen político.


En esta medida, la quiebra del frente patronal, la crisis económica y la inviabilidad del ‘plan’ Cavallo se interrelacionan políticamente con la lucha popular.


Objetiva y subjetivamente, la caída de Cavallo es una victoria política del movimiento obrero. La burguesía tuvo que actuar ‘de apuro’ y abandonar una política que la llevaba a peligros enormes, aún sin haber definido una política de recambio.


Sólo la profundización de la crisis decidirá las características de un nuevo reagrupamiento de la burguesía y el eje político que tome. Estamos frente a un período más o menos prolongado de crisis política, contradicciones y choques entre los capitalistas y realineamientos políticos en los partidos y en los sindicatos.


Los planteamientos que levantan los sectores enteros de la burguesía industrial —promoción de las exportaciones, licuación de deudas, restricciones a las importaciones, reducción de los costos financieros y de los servicios, expansión del crédito— llevan, a término, a la devaluación y al abandono de la ‘convertibilidad’.


En este campo tiende a alinearse un sector mayoritario de la UCR (Terragno), el Frepaso y, eventualmente, Duhalde. También el clero, que en un reciente encuentro de obispos se pronunció por el abandono de la ‘convertibilidad’ y una política proteccionista. El clero actúa como pieza política clave en el armado de una ‘coalición’ que contenga la descomposición del menemismo y prepare, al mismo tiempo, su relevo. Por otro lado, los planteamientos de Beliz revelan que Cavallo se encontraría más cerca de las posiciones de la UIA que de las de la banca y Roque Fernández. Esto último confirma el doble error de quienes sostienen que Fernández es más de lo mismo: primero, porque Fernández no se encuentra en las mismas circunstancias de Cavallo, segundo porque la política de Fernández tampoco es la misma que intentó desarrollar Cavallo.


El potencial devaluatorio es enorme. En primer lugar, en el plano internacional. La tendencia a una crisis financiera mundial de envergadura, como el tequilazo mexicano, esta vez con epicentro en el sudeste asiático, refuerza las tendencias devaluacionistas.


La crisis económica, la persistente fuga de capitales y la división de la burguesía han convertido al gobierno en un rehén más vulnerable que nunca a la especulación.


Menem no puede plantear la devaluación porque significaría su caída, de la misma manera que Cavallo tampoco podía devaluar. El programa devaluatorio requiere, en última instancia, la caída del gobierno.


¿Qué perspectivas políticas se plantean entonces?


Recambio capitalista


Una variante probable que la burguesía desearía, es esperar hasta las elecciones parlamentarias de 1997.


Otra variante, que puede emerger antes, si la descomposición del gobierno adquiere un ritmo mas acelerado, es la de un gabinete de coalición. Pero el peronismo sólo aceptaría un gabinete de coalición si es encabezado por el propio duhaldismo, con o sin Menem. La cuestión del gabinete de coalición está presente en todo el espectro político, desde Alsogaray que plantea el abandono de la convertibilidad hasta el Mas, el Mst, el Ptp y el Pts, que levantan posiciones movimientistas, es decir, de frentes sin principios y sin programa, que constituyen un paso hacia los frentes con la burguesía.


Una variante más improbable es la del fujimorazo, esto porque el menemismo ha agotado el recurso a los decretos de necesidad y urgencia.


Finalmente, tampoco hay que descartar que, en caso de una agudización violenta de la crisis, se plantee la posibilidad de una salida collorida, es decir, el desplazamiento directo del presidente. La aparición de conexiones mafiosas que incriminan directamente a la camarilla íntima de Menem en el juicio a Trovato y las advertencias de Terragno acerca de la necesidad de resguardar los reaseguros institucionales, pueden ser un antecedente  en este camino.


El régimen político diseñado por el menemismo está en crisis.  El ‘plan’ Cavallo sólo podía sostenerse sobre la base de los decretos de necesidad y urgencia, los vetos parciales de las leyes o el manejo discrecional de la ‘justicia’, es decir, de un régimen de poder personal frente a la quiebra capitalista y la descomposición económica. Esta organización política de características camarillescas está agotada. Las pruebas de esta modificación las tenemos en las características del nuevo gabinete –una ‘federación’ de fracciones capitalistas– y en el peso propio que adquiere el parlamento por referencia a la etapa anterior.


Se ha producido una ruptura del equilibrio político, entre la burguesía y las masas, entre los partidos oficialistas y ‘opositores’, entre la burocracia y los trabajadores. Se ha abierto un período de crisis políticas sucesivas del menemismo, mayores contradicciones dentro de los capitalistas, giros brutales en la política económica, lo que le plantea al movimiento obrero una política de iniciativa y de acción, de luchar por recuperar lo que nos han quitado y avanzar. La crisis puede ser muy profunda, pero hay que considerar atentamente la evolución de todos los factores de crisis (por ejemplo, la economía y la política mundiales).


El movimiento obrero


Los realineamientos políticos en curso en el Estado y en las cúpulas de los partidos y los sindicatos reflejan el cambio en la situación política.


El movimiento obrero ingresa en esta crisis luego de un largo período de retroceso en sus conquistas laborales y sociales, acumulando reclamos postergados, lo que hace prever el desencadenamiento de mayores luchas reivindicativas.


Las maniobras de todos los sectores de la burocracia para dilatar un nuevo paro luego del 8, testimonian el agotamiento de las direcciones de la CGT, el MTA y el CTA para abordar la actual crisis política y la intervención de las masas.


Todo indica que en el próximo congreso de la CGT habrá un cambio en la conducción. La cúpula de la CGT está obligada a operar este relevo como un reflejo de los cambios ocurridos en la situación política. Se trata de reemplazar a los burócratas directamente identificados con el menemismo con otros menos enfrentados con las masas, con la ilusión de contenerlas.


El movimiento obrero ha dado saltos en su maduración política, como lo revelan las experiencias de los desocupados, los piqueteros y la lucha de los choferes, entre otros. Luego de la caída de Cavallo, estamos asistiendo a nuevos y profundos desarrollos del movimiento de las masas. Es el caso de las movilizaciones en Neuquén, donde la movilización sistemática de los trabajadores sobre las intendencias y de los desempleados toma formas de doble poder. O de Córdoba, donde la rebelión contra la ‘reforma educativa’ ha abierto una etapa de ascenso e iniciativa de las masas y de crisis profunda del régimen de Mestre, un caso patente de ‘fujimorización’ fracasada a nivel provincial.


El movimiento obrero ha dado todos estos saltos en su maduración política, pero ingresa en esta crisis sin la preparación política necesaria para intervenir de modo independiente.


La presente etapa de luchas plantea la cuestión de la preparación política del movimiento obrero, la intervención en base a su propio programa, para madurar la conclusión: la necesidad de luchar por el poder político, por un gobierno de trabajadores.


El problema de la preparación política de los trabajadores para enfrentar la crisis capitalista es común al movimiento obrero internacional, que se ve empujado a la lucha por las circunstancias que le impone la crisis  —ataque a todas sus conquistas históricas— sin independencia política propia.


Explosión reivindicativa


La lucha consecuente por el reclamo de un salario que cubra la canasta familiar, de trabajo o subsidio de 500 pesos para los desocupados, de jubilación del 82% a los 60 años, de cobertura universal y solidaria de la salud, de educación pública y gratuita para todos, conduce a la conclusión de luchar por el poder político para la clase obrera.


El reclamo de paritarias debe ser agitado como una vía para la intervención organizada del movimiento obrero, como un canal de centralización de todos los reclamos antipatronales, como el terreno de lucha para derogar todas las normas flexibilizadoras impuestas en los últimos años.


La salida a la desocupación no puede ser sino anti-capitalista, requiere de la organización de los trabajadores —ocupados y desocupados— para imponer sus reivindicaciones mediante una lucha que quiebre la voluntad de los capitalistas y del Estado. Sobre esta base ha comenzado a tomar cuerpo un movimiento de masas, que es el más importante salto en la organización de la clase obrera en todo el último período.                         Apoyamos todos los movimientos de autoorganización de los trabajadores y desocupados dentro y fuera de los sindicatos, proponiendo en los mismos una plataforma reivindicativa, en oposición a las ‘multisectoriales’ (Consejo del Trabajo y la Producción), que estrangulan las reivindicaciones propias de los trabajadores en beneficio de la burguesía nacional.


La consigna de los 500 pesos al parado, planteada por nosotros desde un principio, se ha convertido en la reivindicación sobre la que se está construyendo el movimiento de lucha nacional de los desocupados. Planteamos la consigna  de convocar a un congreso nacional de desocupados para dar una proyección nacional a esta lucha y  un salto  en la organización de los desocupados.


El Cordobazo educativo pone a la orden del día, como una tarea práctica e inmediata y con un alcance nacional, la derogación de la ley Federal de Educación. El movimiento nació de abajo, de los jóvenes, docentes y padres que ganaron las calles para enfrentar la catástrofe educativa.


La ‘multisectorial’ que dirige la lucha contra la reforma educativa en Córdoba, es un ejemplo de confiscación de las reivindicaciones,  por parte de la iglesia,  enemiga de la educación publica, gratuita y laica, que interviene en defensa de sus propios intereses.


Igual carácter tiene la intervención del CTA, proponiendo los llamados paros comunitarios en oposición a las huelgas de trabajadores, propuesta que luego del parazo del 8 de agosto adquiere un carácter patético con el apoyo al apagón de 5 minutos convocado por el FREPASO y la UCR.


En las luchas del último período,  el  surgimiento de un nuevo activismo es el hecho más importante del último período y expresa, a su vez, un cambio de conjunto en la situación de las masas.


La construcción del partido


Un aspecto decisivo es desarrollar la iniciativa desde abajo. El derrumbe del ‘plan’ Cavallo y la intervención de las masas cambia las condiciones políticas de conjunto y abre un período favorable a la construcción de un movimiento obrero políticamente independiente.


El problema del partido se ha vuelto un componente esencial de la situación política, porque es la única conclusión consecuente de la maduración de las masas y de la situación política. Rechazamos el ‘movimientismo’ que hoy enarbola la izquierda, en el que no hay programa, no hay perspectiva estratégica ni partido de militantes (y que disfraza su posición frentepopulista)


Entramos a un proceso eminentemente político. Nuestra arma poderosa, más que nunca, es el periódico.


“Venga a las reuniones del Partido Obrero”, para intervenir consciente y organizadamente en las luchas reivindicativas y plantear la lucha política socialista.


La consigna Fuera Menem y todas las políticas anti-obreras, por un gran congreso de bases de organizaciones obreras, desocupados, activistas y trabajadores que resuelva un plan económico y político de los trabajadores”, es la consigna propagandística estratégica para esta ‘tercera vuelta’ de crisis política y luchas crecientes contra la explotación capitalista. Un “plan económico y político” que proponen los trabajadores como plataforma de su gobierno y presentación de su propia candidatura al poder. Estamos en un período preparatorio y su ‘laboratorio’ es la explosión reivindicativa que recorre todo el país.


 


31/8/9