Partido

14/9/1993|401

Mercedes: “Revolución productiva”

Pocos días antes de la elección presidencial, Eduardo Sal-Lari, a toda página en el diario Clarín, saludaba la postulación de Menem como al hombre de la “revolución productiva”. Mucho tiempo antes, desde el Partido Obrero, denunciábamos el vaciamiento y la superexplotación en la IES, exigiendo la apertura de los libros de la empresa, para impedir la derrota que la patronal y el gobierno montaban —en complicidad con la burocracia sindical del SMATA— contra los obreros de esa planta fabril.


Desde ese momento hasta la fecha han cerrado, además de IES, la textil de Goldney, la fundición de metales, la cartonera, y la fideera Cores. Al momento de editarse esta nota pende de un hilo la subsistencia de la fábrica San Martín, y los trabajadores de TEDO, Du Pont, Corinema y Magromer viven las amenazas directas o encubiertas de las patronales ante sus eventuales cierres. Como puede apreciarse, la “revolución productiva” en Mercedes, como en el resto del país, pasa por los quiosquitos y los videoclubes, es decir, por el cuentapropismo de miles de trabajadores despedidos o desocupados.


Hoy el salario medio industrial en la ciudad y en el resto de la administración pública no supera los dos pesos la hora, obligando a la masa laboriosa a seguir conservando desesperadamente los puestos de trabajo ante una ola de cesantías de todas las industrias que operan en la ciudad y en el país. ¡¡¡Esta es la verdadera cara del salariazo!!!


En suma, éste es el plan de Menem-Cavallo. Tiene la vida limitada y ya llega a su fase terminal, y el único objetivo por el cual lo siguen sosteniendo el imperialismo y los capitalistas es llegar a la aplicación de la flexibilización laboral, la privatización de los aportes jubilatorios y la eliminación de las indemnizaciones. Para ello ha contado con la complicidad de la burocracia de la CGT y el CTA, de Rico, Solanas y los radicales, que han apoyado todas estas iniciativas, porque a pesar de aparecer como “opositores” al gobierno, y diferentes entre sí, ellos tienen una estrategia común: negar la posibilidad de que los propios trabajadores nos organicemos en defensa de nuestros intereses, expulsar la burocracia de los sindicatos y construir nuestro propio gobierno y el socialismo.


Somos una “corriente viva” antes y después de cada elección, volanteando cada fábrica durante todo el año; hemos organizado y colaborado en la estructuración de agrupaciones antiburocráticas (como en el cuero, textiles, bancarios, señaleros, municipales y el resto de los gremios que operan en la ciudad).


La verdadera “Revolución Productiva” será realidad cuando los trabajadores tengamos un salario igual a la canasta familiar (1.200 pesos) y haya plena ocupación.