Por el juicio y encarcelamiento de Cavallo
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La claridad en la denuncia, la exactitud en el pronóstico, la caracterización del Plan Cavallo, su derrumbe y la inevitable caída del cordobés, le acreditaron al PO un importante reconocimiento de los lectores de Prensa Obrera, incluidos militantes de la izquierda que nos es hostil.
Sucedió lo mismos en cuanto a la caída de Cavallo. “A Cavallo lo tiró el pueblo” dijimos de inmediato, precisando la situación abierta por esta caída, el nuevo carácter que toma el régimen menemista, la improvisación y la fractura reinante en la burguesía y sobre todo: las perspectivas que se les presentan a las masas para desarrollar su lucha, echar a Menem e imponer un plan obrero político-económico.
Tan corto como la luna de miel entre Roque Fernández y los banqueros fue el tiempo transcurrido para que la crisis económica y el enfrentamiento entre las fracciones capitalistas se manifestara violento como nunca, a nivel de los funcionarios del Estado. Así se desató la serie de escándalos por coimas, aduanas paralelas, contrabando y jueces fíeles al Poder Ejecutivo que constataron la ‘profecía menemista’ de que una vez fuera del gobierno, Cavallo iniciaría un largo peregrinaje por los juzgados. Por su parte, el ex-ministro salió a golpear duramente al gobierno, consciente “de la debilidad mortal del presidente” (J. Altamira, P.O. n° 516).
En su rápido paso por Tribunales, Cavallo declaró (entre otras cosas) que en una reunión con el secretario de la Presidencia, Kohan, en la que ‘le pareció’ que se había hablado de coimas en el contrato IBM-Banco Nación, estaba presente también… Menem; lo cual abrió un escándalo gigantesco, por el cual el mismo ‘Presidente’ sería citado a declarar (por ahora, en forma escrita) y que llevó al ex ministro de Economía a decir que si el ‘pían’ había soportado un cambio de ministro, bien podría soportar un cambio de presidente.
Estos hechos (y muchos otros más) demostraron que el destino menemista está íntimamente ligado al de Cavallo en relación a todo el proceso de malversación y estafa que significó el ‘plan’, y a la situación de miseria en que sumió a los trabajadores, y somos los trabajadores, por lo tanto, quienes debemos darle el golpe de gracia a este enfermo mortal e impedir así que se recupere aplicándonos las leyes antiobreras que hoy se han estancado en el Congreso.
Desde esta perspectiva, la consigna “Fuera Menem y Cavallo” guarda cierta vigencia, aun cuando es muy acertada nuestra caracterización de que la política de Roque Fernández no es más de lo mismo, ya que gobierna en otras condiciones.
Por todo esto, no es correcto plantear que “si Cavallo zafa, a Menem le habrá fallado en forma irreversible el intento de afirmar su autoridad y entronizarse como árbitro único y supremo” (J. Altamira, P.O. n° 516).
En primer lugar, el razonamiento más simple: si Cavallo no ‘zafa’, la crisis económica no se resuelve por eso; pero algo más, los intentos menemistas de afirmarse como árbitro supremo han sido duramente golpeados por el Santiagueñazo, Cutral Co y los dos últimos paros generales, y es la continuidad de estas luchas la que acabará con las aspiraciones absolutistas del riojano.
El gobierno y el Poder Judicial se han empeñado en ‘querellar’ a Cavallo por ‘injurias’ a jueces o a ministros, eludiendo toda posibilidad de enjuiciarlo por coimas o por implicaciones en casos de contrabando, respecto de lo cual lo quieren lejos de todo juzgado. El bloque de diputados justicialistas se niega a que Cavallo sea interpelado para no posibilitarle ‘shows televisivos’. El Economista (25/ 10) dice que “el establishment también cuestiona a los duros del menemismo… que si lo siguen citando en los juzgados va a seguir hablando… que se ha abierto una Caja de Pandora”; por eso, “reclaman al menemismo y a Cavallo que no hagan olas y que acoten la lucha judicial drásticamente”, mientras que Ámbito Financiero se pronuncia por una ‘amnistía’ para el cordobés.
¿Podría ser Cavallo juzgado y condenado por su responsabilidad en toda esta corruptela (¡y por la justicia menemista!) sin rozar siquiera a Menem? La respuesta es obvia: si el hombre que le dio al menemismo características excepcionales va preso, Menem se hunde con él: la Auditoría General de la Nación y la Sigen denunciaron que en 1994 presentaron informes al Ministerio de Economía sobre las Aduanas paralelas y las operaciones fraudulentas con oro, y que esos informes eran conocidos incluso por la Presidencia de la Nación.
Por lo tanto, en el proceso de construcción de un gran Congreso de Bases (tarea prioritaria del PO) y junto a nuestras consignas hacia el VIII° Congreso del PO, debemos pronunciarnos por el juicio y encarcelamiento de Cavallo por sus malversaciones y estafas como ministro de Economía y por el juicio político a Menem por encubrimiento de estos delitos; es otro de los flancos que debemos explotar los trabajadores para organizar- nos y echar a Menem ¿O simplemente serán los norteamericanos los que deberán precipitarse en fijar una posición ante la aglomeración de causas judiciales, crisis económicas, impasse política y luchas obreras? (J. Altamira, P.O. n’ 516).