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8/5/2003|799

Sobre las elecciones y la segunda vuelta

Decía Engels que el sufragio universal sirve para medir la madurez política de la clase obrera y las masas. Los resultados de las elecciones del 27 de abril demuestran, de un modo general, la inmadurez de los explotados y el conjunto de la población con respecto al programa revolucionario y, consecuentemente, a l a revolución.


El reflujo de los movimientos populares surgidos antes, durante y después del Argentinazo (a excepción del movimiento piquetero – Polo Obrero – , algunos gremios ganados a la burocracia – Soip – y algunas fábricas ocupadas – Zanón – ), como se puede apreciar con las asambleas populares – sobre todo en el Gran Buenos Aires – y con los ahorristas, además de las sucesivas derrotas políticas y reivindicativas de la clase obrera (fracaso del frente de izquierda, desalojos de Sasetru y, más recientemente, de Brukman), propinó a los movimientos de lucha y a los partidos de izquierda golpes de suma gravedad que, en definitiva, se expresaron en la marginal votación del PO y la izquierda en general.


Por cierto, no fue casual que el desalojo de Brukman y la posterior represión se produjeran apenas días antes de las elecciones. De un modo general, Sasetru primero y Brukman, sobre todo, definieron el resultado de las elecciones y, especialmente, la performance de la izquierda y del PO. Estas derrotas se imprimieron a fuego en las retinas y en la conciencia de las masas, profundizando su depresión: “Por ese lado (ocupación de fábricas, reapertura bajo gestión obrera), no se puede…”, concluyeron.


Con Brukman, el gobierno, las patronales y sus candidatos se jugaron por entero a “liquidar” uno de los procesos de lucha más vigorosos – lo habían intentado infructuosamente poco antes con Zanón – , y a definir lo que ellos y nosotros veíamos: el retroceso de los procesos populares de lucha. Golpearon en un bastión clave del período revolucionario. Encima, durante los días posteriores, se encargaron de difundir por todos los medios (gráficos y televisivos) la actividad “salvaje” de los piqueteros durante el combate, principalmente del Polo: fotografías y videos en los que podía verse a nuestros compañeros incendiando autos (no importó que fueran móviles policiales encubiertos), tirando con gomeras, etc.


Estas cuestiones, en suma, terminaron por volcar la “opinión pública” a los candidatos patronales, y en particular a dos de ellos (Menem y López Murphy), que propusieron al electorado “barrer de las calles a los sediciosos (piqueteros, fábricas recuperadas) con el ejército”. Simultáneamente, demostraban que podían hacerlo.


A último momento, pero como corolario de todo un proceso anterior, la relación de fuerzas terminó de pegar un vuelco.


Si el proceso electoral fue resultado y manifestación de la crisis capitalista, y las elecciones fueron el intento de la burguesía de recomponer su autoridad frente a las masas rebeladas, la concreción de las mismas en el cuadro descripto da lugar a creer que, en una primera instancia, el imperialismo y los capitalistas están logrando su objetivo. El resultado de las elecciones (con gran cantidad de votantes, nulo votoblanquismo y más del 90% de los electores volcados a opciones patronales) confirma esta hipótesis.


 


Ni cianuro ni cicuta


Ahora viene la segunda vuelta. Las masas deberían optar entre dos opciones a cual más antiobrera y proimperialista. Pero deberán optar. Porque se llegó a la ecuación más apetecida por casi todas las fórmulas: Menem contra cualquiera, a sabiendas de que la presencia del riojano en esta instancia movilizará a la opinión pública y a la sociedad “bienpensante” y “civilizada” a concurrir a las urnas con el fin de evitar el eventual triunfo de este cadáver político, garantizando por ende, la victoria de ese cualquiera; para el caso, Kirchner.


¿Podemos prever que, como ocurrió el 27, las masas concurrirán masivamente a emitir su voto en esta trampa magnificada? Si así fuera, concluimos en que no existe – o parece no existir – una tendencia al boicot y al abstencionismo. Pero es verificable que existe un importante sector de la población progresista y, obviamente, una vanguardia obrera y popular dispuestos a repudiar, al menos, esta trampa para los trabajadores con que la burguesía pretende erguir a su devaluado “bonaparte”, emitiendo un voto blanco o nulo. Y ésta debe ser la base social sobre la cual cabalgue nuestro voto programático para la segunda vuelta.


En este sentido, propongo que saquemos un volante-declaración y un afiche-bando con el título “Ni cianuro ni cicuta”, en los que se expliquen los alcances del intento de recomposición burguesa, se llame a votar en blanco o nulo y se propagandice la necesidad de la Constituyente como salida transitoria para el conjunto de los explotados y la población oprimida.