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22/12/2005|929

2006 | POR LA UNIDAD SOCIALISTA DE AMERICA LATINA

Los resultados electorales en Bolivia han conmovido América Latina —y al gobierno de Bush. El 57% de los votos obtenidos por Evo Morales, contra el 30% del candidato del imperialismo yanqui, ha puesto en evidencia un nivel de movilización política excepcional de las masas, en especial de las recluidas en las zonas agrarias.

Incluso las clases medias ‘criollas’ de las ciudades se volcaron a las listas del MAS.

La ventaja de Evo Morales hubiera podido ser incluso mayor de no haber sido por las irregularidades del registro electoral boliviano.

Una movilización de semejante amplitud contiene una potencialidad política que ya asusta a los explotadores y en especial a algunos ‘amigos’ de los países vecinos de Bolivia.

A diferencia de lo que ocurrió con la ‘victoria’ de Lula, que fue saludada por una suba de las cotizaciones financieras, los resultados bolivianos fueron ‘saludados’ con un derrumbe de las acciones de Repsol, uno de los tres monopolios que controlan los recursos del Altiplano.

Mientras Kirchner paga por adelantado diez mil millones de dólares al FMI y Lula otros treinta mil millones, Bolivia demuestra que las venas de América Latina están más abiertas que nunca.

La política de compromiso con el capital financiero internacional está condenada al fracaso.

La tentativa de repetir en Bolivia lo que Lula ha hecho en Brasil, o sea usar la confianza del pueblo para reforzar al imperialismo, sólo servirá para empujar a las masas a una mayor radicalización política.

Es necesario, en este proceso, poner en pie una dirección política realmente socialista, realmente revolucionaria.

Bolivia demuestra que nuestro continente vive un período revolucionario.

Lo que atiza las contradicciones revolucionarias es la declinación del imperialismo y el fracaso del gobierno de Bush en Irak.

Los trabajadores del transporte paralizan Nueva York.

Los mecánicos enfrentan a la autopartista Delphi y a su tutor, General Motors.

Hay un hilo de continuidad entre estos acontecimientos.

En estos términos nos recibe el 2006.

Desde el Partido Obrero explotaremos los límites y los fracasos de los ‘nacionalistas’ de palabra y de los centroizquierdistas para abrir paso a una salida obrera y socialista.

Por la Unidad Socialista de América Latina.

Esta es nuestra consigna.