Partido

3/7/2019

Altamira desconoce (2 meses después) el XXVI Congreso del Partido Obrero

Rally mediático lleno de calumnias y mentiras contra la militancia del PO

Foto: Fede Imas

Jorge Altamira ha realizado un intenso rally en los medios para presentar en sociedad su ruptura con el Partido Obrero, marcado por una sistemática distorsión de los hechos de la vida del Partido y de su política. Es que para poder encubrir su desconocimiento a las resoluciones, orientaciones y organismos de partido votados por toda la militancia a nivel nacional, Altamira debe construir un relato en el que la deliberación de la militancia partidaria no existe, fue manipulada, no existe democracia ni hay espacio para el debate en el Partido Obrero.


El XXVI Congreso, reunido en semana santa, votó una dirección, una orientación política y en el movimiento obrero, juvenil, de la mujer, de construcción revolucionaria internacional. Los delegados no votaron a Altamira y Ramal al CC, ni votaron las consignas y documentos que propusieron. Por eso hoy lo desconocen. Pero, en abril, ¿impugnaron el resultado de ese congreso? Cuando muchos delegados insistieron en sus intervenciones en que el valor del debate era que Altamira y su grupo aceptaran las conclusiones del congreso como las de todo el partido y actuaran en forma unificada, dejando de lado la paralelización al partido que ya viene de tiempo atrás Altamira planteó en su intervención final en el congreso descartó que hubiera una divergencia estratégica en la polémica partidaria, diciendo que hubo un debate de consignas y análisis, que el partido había votado una orientación y había que comprobarla en la práctica y en el debate del partido. Altamira no cumplió su palabra. En estos 2 meses reforzó la organización paralela dentro del partido, no actuó con las orientaciones votadas y desarrolló una polémica pública con el PO, retirándose de cualquier organismo de militancia común.


¿Qué dice hoy Altamira sobre el congreso? Dijo el martes en el programa de radio quilmeño El Termómetro que en el Partido Obrero hay una “deriva de una fracción oficialista que maneja el partido mediante sanciones y expulsiones (…) no se tolera la discusión interna. Se permite que uno escriba un documento pero no que participe en todo el país en discusiones de temas trascendentales. Recientemente hubo un congreso que fue preparado con numerosas reuniones y enormes irregularidades, por ejemplo, yo no participe en ningún debate previo a ese congreso, hubo una prohibición a que yo participara de modo que no pude influir en la elección de los delegados a ese congreso”. Obviamente, Altamira miente. Cuando comenzó el debate congresal viajó a Europa en representación del partido a una reunión de la CRCI. A su vuelta se tomó vacaciones. Una vez que reinició su actividad fue a plenarios y rechazó ir a otros que se le propuso. Quienes firman el documento junto a él estuvieron en tantos plenarios como el resto de los miembros de la dirección. Si los delegados no acompañaron su posición no fue por maniobras sino por convicción política. Altamira desprecia así la conciencia y voluntad política de los miles de militantes del PO que fijaron posición y votaron las resoluciones y documentos, como si fueran sujetos pasivos de manipulación. La realidad mostró un enorme nivel político de los cuadros durante todo el congreso.


Altamira muestra un verdadero talento para amontonar cantidades de falsedades en unas pocas frases. El Comité Central votado por el XXVI congreso no constituye fracción ni camarilla alguna. Es una dirección de compañeros que en muchos casos son dirigentes obreros y de masas, organizadores de todo el movimiento popular, que ocupan lugares de responsabilidad hace décadas, incluidos quienes tuvieron la responsabilidad del funcionamiento del PO bajo la dictadura. Lógicamente, han ido confluyendo distintas generaciones de militantes. Ningún grupo especial se ha “apropiado” de la dirección. Sólo un pequeño grupo de compañeros que rodean a Altamira se han excluido de cualquier tarea colectiva para el partido, incluso cuando al no ser votados al nuevo CC, Altamira y Marcelo Ramal fueron incluidos en las comisiones de trabajo del nuevo Comité Central, a las cuales renunciaron.


Contra lo que dice Altamira, la democracia interna en el Partido ha pegado varios saltos hacia adelante en el último período. Luego del abandono del Comité Central en 2015 por parte de Altamira, se estableció un verdadero sistema de dirección colectiva. Como en ningún momento de la historia del PO, todos los organismos de dirección se reúnen regularmente, ponen por escrito las resoluciones votadas y balancean su actividad, para que pueda ser juzgada por la militancia. Funciona una dirección colectiva, donde no existe ninguna voz indiscutida ni infalible.


Frente a un trabajo de zapa fraccional empezado hace varios años por Altamira, que rompió toda colaboración con la dirección del partido al no poder imponerle su voluntad, la actitud del  Comité Nacional no ha sido la de cercenar los debates en el conjunto del partido, si no de darles amplio espacio de desarrollo. En los últimos cuatro años ha habido aparte de los congresos anuales, una cantidad importante de conferencias nacionales y provinciales de la militancia, siempre preparados con cientos de plenarios y charlas en cada localidad. Decisiones que antes las tomaba una dirección electa, como la conformación de frentes, candidaturas eran objeto de convocatorias a la militancia, que en cada caso discutió, votó y resolvió.


Todas estas instancias fueron preparadas por la publicación de absolutamente todos los documentos enviados por la militancia con sus posiciones en el debate, que se garantizó llegaran a los militantes de todo el país, sin filtro alguno. Ya en 2018 el Boletín Interno partidario editado para tal fin había tenido una gran regularidad, con 45 números editados, o sea casi todas las semanas, con numerosos textos en cada número. Solo en el periodo precongresal de Enero a Abril del 2019 fueron publicados 30 Boletines internos (17 congresales y 13 de otros temas) donde se publicaron 222 documentos. Los numerosos documentos de Altamira y Ramal, fueron conocidos y discutidos por todos los militantes.


Hubo una conferencia electoral en Marzo, cuando ya se estaban iniciando las elecciones provinciales y era importante dar pasos a la confirmación del Frente de Izquierda y su ampliación a más grupos de izquierda. Altamira y Ramal rechazaron su realización y votaron contra la designación de Romina del Pla a la fórmula presidencial y el avance del acuerdo con la izquierda. Hubo más de 50 intervenciones. La votación fue contundente.


De los informes a los plenarios, contra lo que dice Altamira, participaron tanto compañeros de la mayoría como de la minoría. Ramal, Daniel Blanco, Julio Quintana, estuvieron a cargo de plenarios. Como lo señalamos más arriba Altamira también tuvo plenarios a cargo, luego de un viaje a una reunión internacional y tomarse vacaciones durante el periodo precongresal.


En el congreso preparado por todo este debate 400 representantes del partido electos discutieron durante cuatro días. No sólo no estuvo cercenada la posición de Altamira, si no que se le otorgó un tiempo especial de informe y contrainforme, tanto en la conferencia como en el debate en comisión y plenario del documento político del Congreso. Altamira fue una de las cuatro personas que más pudieron hacer uso de la palabra en el XXVI Congreso. Si no convenció su posición no fue por falta de que lo escuchen. Todo este proceso de debate, que incluyó a toda la militancia y donde cientos de militantes expresaron los puntos de vista que se formaron en el debate sobre las características del momento político, las consignas políticas y las iniciativas de partido y desde ya sobre la polémica en el partido.


Los llamados a que el grupo de Altamira cese su accionar faccional, de paralelizar el trabajo partidario y atacarlo públicamente, vía redes sociales y otros medios se escucharon muy fuerte en el congreso y la conferencia nacional y desde ya en los plenarios. No fue sólo por una divergencia de consignas que Altamira y Ramal no fueron electos al CC. Fue evidentemente sancionada por la base del partido su inconducta sistemática al no acatar las resoluciones del partido cuando se encuentra en minoría su posición. Tras la primera reunión clandestina nacional por fuera de los organismos del partido, luego del congreso, la dirección electa realizó una exhortación más a abandonar todo método fraccionista, pero por toda respuesta se lo profundizó hasta el plenario de 372 personas que vota un documento rupturista. Cualquier apelación pudo ser presentada a la Comisión de Control de la democracia interna electa en el congreso, como es tradicional y estatutario, pero la desconocieron y no concurrieron a sus citaciones, ni Altamira ni varios de sus seguidores.


Personalismo y arengas violentas


 La impugnación tardía al congreso necesita presentar su debate y sus conclusiones como una manipulación. Esto es un insulto a la inteligencia de los militantes del partido que serían sujetos de “un aparato” que les indicaría que política es la correcta o a quienes votar a la dirección. La subestimación grave de los compañeros de militancia muestra que los militantes sólo valen si lo apoyan. En la entrevista del termómetro, de antología, la dirección electa por el congreso es presentada como “un grupo pequeño” mientras que su posición, para la que alega haber reunido el 20% de las firmas del padrón militante, es “una masa del partido en ascenso”. En el loco mundo de Altamira las mayorías son pequeñas y las minorías, si le son leales, son un ascenso apabullante. No es que les falte entender matemática, es que las cosas son juzgadas solo en función de su relación con Jorge Altamira, que sería un individuo que es en sí mismo un programa, como lo denominó Marcelo Ramal en el curso de esta polémica.


Por eso las declaraciones de Altamira en estas horas, que dice que a pesar de haber fundado un grupo con finanzas, política y materiales separados del PO, él no se va. Que “no lo sacan ni a los tiros”, que “él decide si está o no”. Más allá de la manija a tratar de transformar el desacuerdo militante en choques violentos que merece el más profundo repudio, lo que se muestra es un personalismo desbordante. Altamira, y al parecer sus seguidores, efectivamente creen que se trata de un liderazgo personal que debe estar por encima de congresos, organismos partidarios colectivos y estatutos. Sería un puesto de dirección vitalicio, indiscutible. Algo más compatible con un culto religioso que con un grupo socialista.


Un ataque artero y direccionado a la campaña del PO y el FIT-U


Estamos forzados a explicar estos rasgos del debate interno del Partido Obrero para que quienes no son militantes internos puedan formarse una opinión sobre las falsificaciones que se han vertido en medios locales y nacionales. Pero para juzgar su sentido político hay que analizar su oportunidad y orientación política. Altamira se ha ocupado de destacar en cada entrevista de todo el país que la situación que la conformación de su grupo separado del PO ha creado es un grave daño al PO y a la campaña del FIT-U. Aunque se pretende presentar como víctima, es evidente que su gira mediática busca amplificar este posible daño, viendo si puede hacer mella en la adhesión al PO y al FIT entre los trabajadores.


La prueba más flagrante de esta intención de dañar al PO y al FIT de quien dice pretender integrarlo ha sido el empeño por atacar a las candidaturas de nuestra fuerza en los medios de los distritos que lo han consultado. En Bahía Blanca medio La Brujula 24 informó el lunes que Jorge Altamira dijo en esa radio que el candidato del PO y el FIT-U en el distrito, Néstor Conte es “viejo” y “la mayoría de los militantes se oponen a él”. Mientras lo segundo es mentira, lo primero es una crítica extraña. Conte es un militante intachable de décadas de militancia muy reconocido como principal figura política de la izquierda de su distrito. Que Altamira le achaque su edad suena extraño, no es de socialistas. FM 899 de Salta informa que Altamira responsabiliza a Claudio Del Pla de la crisis del PO, aparte de fabular sobre tratos diferenciados entre candidatos largados en conferencias de prensa, actos y actividades comunes del PO.


Es evidente que no contento con escindir el partido, Altamira quiere llevar al máximo posible el daño, tratando de ensuciar a los dirigentes destacados del PO localidad por localidad. Marx decía en el Manifiesto Comunista que los revolucionarios no tienen intereses por encima de los de su clase. ¿A qué intereses sirve esta campaña de golpear a los candidatos del PO y el FIT-U? La campaña de calumnias de Altamira pinta de cuerpo entero a quien actúa defendiendo posiciones de prestigio personal mientras busca dañar a una organización revolucionarla por no responderle. Un retroceso político bochornoso que ensucia una trayectoria militante destacada.