Partido

19/11/2009|1109

“Ana de Once” – Ana Silvia

Crónica de una mujer revolucionaria

Parafraseando al Dante, la encontré en la mitad del camino de su vida, allá por el 198… en la orilla del mar, en el Durazno, Miramar, junto con Rafa, su compañero de ‘ruta’.

Allí estaba ella en el campamento del PO, llena de vida, espléndida, generosa, abierta. La recuerdo organizando, como siempre, la representación de despedida de las actividades
políticas de aquel año. También la recuerdo siempre llegando a ‘Ayacucho’ con su sonrisa a flor de labios, tan espontánea, con esa fuerza arrolladora, militando en su local de Once, que ella misma había creado y organizado, con su Agrupación Sindical Independiente de la Sanidad, encontrando nuevos seguidores para su ‘redil’, acompañándola en la lucha para la transformación del mundo, el cambio revolucionario, por el cual ella peleaba con denuedo y valentía.

Gran polemista, con la palabra certera y contundente, verdaderamente hacia ‘docencia’ de la política.

Siempre activa, corriendo de aquí para allá, quería estar en todas partes, como el viento, ‘taconeando por las veredas’ con paso firme y seguro, como lo dice Marita en su poema.
Una mujer bonita y coqueta que sabía arreglarse, amaba a su familia, a sus hijos, a su compañero y esposo, a su madre -de quién se preocupaba por no poder “hacer más”. Compañera y amiga incondicional, amada y reconocida por todos, internacionalmente también, como una gran luchadora y revolucionaria. En estos tres últimos años, tuve el privilegio de estar cerca de ella. Compartimos momentos felices y otros no tanto, acompañándonos, intercambiando ideas polít¡cas, de actualidad, de cine, de directores, etc., etc. A ella le gustaba recitar, disfrutaba de la poesía, tenía una memoria prodigiosa. Disfrutaba jugar, hacer partidas de Scrabel, amenizadas con música, escuchando cassetes o CD que Rafa le regalaba frecuentemente.

Pasaron quince años, enfrentado con dignidad y valentía, obstáculos, durante su enfermedad, como había hecho siempre, contra todas las dificultades.

Así pasaron los días, últimamente, viendo como decaía su salud, hasta que la vida le “soltó la mano’ para dejarla sola, siguiendo su camino, con dignidad y placidez hacia la orilla del Estigia, donde estaba Caronte con su barca, decidió ir “contra la corriente” ya por ultima vez… subiendo en la “nave”… para partir hacia la Demensión… desconocida. Te extrañamos Ana Silvia. Hasta siempre Silvia Ana.