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22/12/2005|929

BOLIVIA | UN ‘TSUNAMI’ POPULAR

LA POLITICA DE COMPROMISOS ESTA AGOTADA

La victoria abrumadora del MAS de Evo Morales ha modificado considerablemente la situación política en Bolivia. Morales se acerca al 60% de los votos, cuando las encuestas pre-electorales le habían dado, a lo sumo, el 35%. El viernes pasado se discutía todavía si podría sacarle cinco puntos de ventaja a su seguidor. Le sacó treinta puntos.

Hubo una participación excepcional de la clase social que se caracteriza por un escaso entusiasmo por los procedimientos electorales: los campesinos. También hubo un vuelco de la clase media, que los mentideros políticos alineaban incondicionalmente con los candidatos de piel pálida. Una movilización electoral tan impresionante se convierte por sí misma en un factor político, porque traduce una voluntad colectiva; en las condiciones bolivianas puede caracterizarse que es potencialmente revolucionaria. Los comisionistas del imperialismo y de los gobiernos capitalistas vecinos de Bolivia no contaban con este factor cuando multiplicaban las misiones diplomáticas para encaminar al próximo gobierno boliviano a una salida de compromiso con los monopolios gasíferos-petroleros y con la diplomacia norteamericana.

Mayoría absoluta

Los enviados extranjeros, por ejemplo, suponían que los partidos capitalistas que enfrentaban al MAS conseguirían una mayoría en el Congreso —especialmente en el Senado. Se dijo públicamente que esperaban quedarse con todos los gobiernos departamentales. Con estos activos pretendían, no impedir el acceso de Morales a la presidencia pero sí, claramente, condicionarlo desde el parlamento y las regiones. Todo ocurrió al revés, porque es el MAS el que se quedó con la mayoría parlamentaria e incluso obtuvo la mitad de las prefecturas. El imperialismo quedó privado de un recurso político que descontaba e incluso Evo Morales se ha quedado sin justificaciones o pretextos para una alianza o compromiso con la oposición derechista. Cuando Salvador Allende ganó, en 1970, la mayoría parlamentaria nacional-democristiana lo avaló para la presidencia solamente después que la Unidad Popular de Chile firmara el ‘acta democrática’ que condicionaba su gestión política.

La magnitud de la victoria electoral del MAS y el confinamiento de los opositores a una piadosa minoría explican la caída de las acciones de Repsol, al día siguiente, en la Bolsa de Madrid, a pesar de que Morales ha sido el artífice de la ley vigente de hidrocarburos que bloquea la nacionalización de los monopolios petroleros (Morales y sus asesores del MAS redactaron el planteo que el ex presidente Mesa llevó al referendo sobre los recursos energéticos de mediados de 2004). El planteo del MAS se limita a la pretensión de elevar la imposición sobre el petróleo y a forzar la prioridad del tendido de redes de gas natural en las principales ciudades bolivianas. Un programa que choca, ciertamente, con los pulpos, pero que no tiene pizca de revolucionario. No queda claro, incluso, si las redes de gas serán financiadas por los monopolios o por los mayores recursos impositivos que obtendría el Estado boliviano. Se trata, por otra parte, de un programa que apunta más a privar al país de la consigna de nacionalización de los pulpos que a imponer a los pulpos una tasa más alta de impuestos. La caída de la cotización de Repsol refleja la posición del capital financiero norteamericano, que controla el 70% de las acciones de Repsol. La propia Bolsa de Madrid es una sucursal de los fondos de pensiones y de inversiones de Estados Unidos.

La reacción de los ‘amigos’ de Evo Morales en Argentina y Brasil fue más bien tibia. Kirchner y Lula están embarcados en pagar por adelantado al FMI y al Club de París, no en luchar contra el imperialismo. Pero, de otro lado, Lula-Petrobras y Kirchner-Repsol tienen firmados acuerdos de provisión de gas con Bolivia que no guardan relación con los precios internacionales de ese fluido. Morales ya ha dicho que pedirá la revisión de los contratos con los vecinos, en la misma onda de lo que acaba de hacer Chávez con el mineral de hierro que Venezuela provee a Techint y con los contratos petroleros de largo plazo firmados por otros gobiernos en el pasado. La posición absolutamente elemental de Evo Morales desbarataría, sin embargo, la política de Kirchner de graduar la suba de precios internos para el gas y el petróleo. 

La cuestión del poder

El ‘tsunami’ electoral de Evo Morales dejó al desnudo, otra vez, la impotencia de los ‘izquierdistas’ bolivianos; de un lado de la burocracia de la COB y del otro de sus corifeos tipo PTS. La base de la COB votó en masa a Morales, al igual que la base de la Central campesina de Quispe. Los corifeos han comenzado a sacar boletines que descubren un giro político en Bolivia y hasta una derrota del imperialismo (o de su ‘diplomacia’, ¡ah!), pero no se hacen cargo de que llamaron a sabotear la victoria de Morales, proponiendo el voto en blanco. Una semana antes de las elecciones, la COB reconfirmó la tregua que había votado en junio pasado, hasta abril próximo. Abordan la formación de un nuevo gobierno, que debe lidiar con una crisis de dimensiones históricas, anunciando que pasarán el verano observando el movimiento de los astros.

Los resultados electorales, sin embargo, le han dado al imperialismo importantes recursos políticos. La derecha se hizo del gobierno de Santa Cruz de la Sierra y de otros departamentos petroleros. En los meses previos, la derecha, amenazando con la secesión de estas regiones, había impuesto que estas autoridades fueran designadas por el voto, aún contrariando a la Constitución boliviana, que establece que es una función del poder central. Estas prefecturas son un importante campo de operaciones para el imperialismo, en especial porque van por más y pretenden establecer un régimen de autonomía que les daría una relación de privilegio con los pulpos petroleros. Ahora se abre un conflicto mayor, esto porque la derecha quiere que los referendos que deben votar la autonomía tengan lugar con anterioridad a la Asamblea Constituyente que debería ser convocada para junio próximo.

Este conflicto político se junta con las presiones del gobierno de Bush para que se ratifique la legislación que penaliza el cultivo de coca. Esta crisis, que se agudiza con la victoria aplastante del MAS, plantea una cuestión de poder. Es cierto que, bajo el liderazgo de Petrobras, los monopolios han armado una negociación con el nuevo gobierno para conciliar posiciones con relación a los impuestos y regalías sobre los combustibles, aunque los problemas van más allá porque hay divergencias sobre la orientación de las inversiones; sobre el precio del gas que se exporta; sobre el abastecimiento interno; sobre la provisión de gas a Chile (que hoy se ‘triangula’ a través de Argentina); y, finalmente, porque el problema principal, que fue el que dio origen a toda la crisis revolucionaria, sigue en pie: el abastecimiento de gas licuado a México y Estados Unidos, el cual solamente es posible con un gobierno de absoluta confianza del imperialismo. La cuestión del poder la plantea el hecho de que la explotación de los recursos bolivianos divide a la clase dominante de Bolivia y que esa explotación exige un Estado con fuerza para imponer un orden clasista firme a las masas bolivianas.

Agotamiento de un período de maniobras

¿En qué consiste lo esencial de la nueva situación boliviana?

En las elecciones se ha impuesto la línea de compromiso con el imperialismo que han encarnado Evo Morales y el MAS desde antes, incluso, de la insurrección de octubre de 2003. El resultado electoral remata una estrategia guiada por la necesidad de un compromiso entre la presión de las masas, por un lado, y del imperialismo, por el otro. El éxito de esta estrategia fue facilitado por la incapacidad de los izquierdistas, de un parte, y por el trabajo de los Kirchner y compañía del otro. Pero el desenlace electoral es el fin de las posibilidades de esta estrategia; Evo Morales deberá hacerse cargo de la estabilidad política del Estado. La política de maniobras a dos puntas ha dado todo lo que podía dar —la victoria electoral y la llegada al gobierno no pueden resolver ninguna cuestión de fondo. La nueva etapa es un tránsito hacia la victoria de una revolución social o la recuperación plena del poder por parte del imperialismo.

En esta situación de conjunto, la línea principal de acción, en esta nueva situación, es unir los reclamos inmediatos de los trabajadores y los referidos a la nacionalización sin pago de los pulpos como al libre cultivo de coca, con la formación de comités de base, obreros y campesinos, o asambleas populares, para asegurar el cumplimiento de los objetivos populares y para que la Constituyente sea convocada en términos que aseguren una mayoría popular favorable a los cambios revolucionarios.

La otra gran línea de intervención es internacional, porque se trata de derrotar la política de contención que el imperialismo yanqui ha encomendado a los ‘progresistas’ del cuño de Kirchner, Lula y Tabaré. En Bolivia se ponen al desnudo todos los aspectos no revolucionarios o derechistas del chavismo, pues presiona por un acuerdo con las petroleras y privilegia la alianza con Lula y con Kirchner. Divididos entre ellos mismos, porque responden a intereses burgueses nacionales diferentes, los gobiernos ‘progres’ pretenden que podrán armar una alianza continental que haga un contrapeso al imperialismo norteamericano. Todas las experiencias nacionalistas en Latinoamérica demuestran lo infundado de esta ilusión, hoy más que nunca.

En oposición al nacionalismo burgués que ya trabaja para estrangular la potencialidad revolucionaria en Bolivia, llamamos a un frente internacional para luchar por la nacionalización sin pago de los pulpos de petróleo en América Latina, por el control y la gestión obrera y por la Unidad Socialista de América Latina.

Desde las páginas de El Obrero Internacional planteamos hace tres semanas todos los ejes fundamentales que nos llevaban a llamar a votar a Evo Morales y al MAS. Los que llamaban a sabotear esta victoria quedaron a la vera del camino, los seguidores de la Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional han ganado autoridad para que las masas les presten atención a la política que proponemos para la nueva etapa.


Ver artículo “El Obrero Internacional en Bolivia”.

Jorge Altamira