Cuando yo era niño y mostraba rebeldía o desidia en mi trayecto escolar, mi madre me amonestaba: “Hijo, vas a terminar de basurero”.

Hace pocos días, y en plena campaña electoral de octubre, los basureros de la empresa Medio Ambiente, concesionaria del servicio de recolección de residuos en el centro de la ciudad, tras una larga semana de huelga pasaron a ganar 1.600 pesos la categoría más baja, obtuvieron el reconocimiento de 5.000 pesos cada uno, por haberes de convenio adeudados por la empresa, y lograron que se pagaran los días caídos.

Entre los meses de agosto y octubre una tenaz lucha de los docentes llevó el cargo testigo a 900 pesos de bolsillo, o sea, logró un 50% de aumento. Este fue calificado como “importante” por el ministro de Educación ante los Docentes Autoconvocados, que le señalaron, a su vez, que los 900 pesos están lejos del costo de la canasta familiar. Esto anticipa que más pronto o más tarde -y más bien pronto, con el acelerador impulsando el costo de vida- el sector docente deberá buscar un nuevo aumento salarial.

La mejora obtenida por los basureros de Medio Ambiente les señala el camino. Y mi madre debería elegir otro ejemplo de fracaso.

Antonio Torrente