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3/5/2018|1500

Del alfonsinismo al menemismo

Raúl Alfonsín debió adelantar seis meses su salida de la presidencia en medio de un derrumbe económico (hiperinflación, fuga de capitales, etc.). Dejaba detrás de sí la represión contra la ocupación de la Ford con 3 mil infantes, las leyes de obediencia debida y punto final, el arresto de la dirección del PO en medio de los saqueos de 1989 y un tendal de ataques a la clase obrera en los que contó con el apoyo del justicialismo. “Con 17 provincias en su poder y mayoría en el Senado, el PJ respaldó todas las leyes y resoluciones reaccionarías y antiobreras del radicalismo. Votó todas las leyes de Presupuesto que incluye el pago de la deuda externa; votó los ascensos de los militares genocidas, anticipándose a las leyes de punto final y obediencia debida; votó los ‘impuestazos’ y ‘tarifazos’; fue un colaborador de primera línea en la derrote de la huelga docente de 1988 (PO N° 262, 28/3/89). Cualquier semejanza con la actualidad no es coincidencia.


Sobre Menem, el sucesor de Alfonsín, que había desenvuelto una intensa demagogia sobre un “salariazo” y una “revolución productiva” en las elecciones de mayo de 1989, Prensa Obrera denunció tempranamente su orientación: “una devaluación histórica permanente, la caída histórica de los salarios, la eliminación de la protección laboral y del mercado nacional, la privatización de las ramas más importantes que se encuentran en manos del Estado con la aplicación para ese fin de los títulos de la deuda externa y un gigantesco impuesto al consumo” (PO N° 265, 19/4/89). Igual que Alfonsín, Menem se preparaba para servir a la clase dominante. Por eso, la Casa Rosada no cambiaba de dueño (PO N° 272, 29/6/89).


“El pueblo argentino va camino a protagonizar una nueva experiencia con el peronismo”, analizaba Prensa Obrera poco antes de esas elecciones (ídem), y realizaba la siguiente advertencia:


“Vote por Menem y le sale un Angeloz… o un Alsogaray”, en referencia a sus competidores del radicalismo y la Ucedé. Los principales referentes de esta fuerza conservadora se integrarían al gobierno menemista como funcionarios poco tiempo después.