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30/4/2008|1035

El genocidio armenio

El 24 de abril se cumplen 93 años de lo que resultó ser un plan sistemático, llevado adelante por el gobierno de los denominados "jóvenes turcos", para el exterminio del pueblo armenio.

Los hechos se desenvuelven en un contexto en el cual las aspiraciones imperialistas panturquistas (unificación de los pueblos de origen mongol en un gran Estado), con el fin de crear un mercado común turco con salida al Mar Mediterráneo, chocaban con los intereses independistas y autodeterministas del pueblo armenio, que de antaño ya venía sufriendo persecuciones y masacres, bajo el yugo del conocido Sultán rojo, Abdul Hamid.


Los orígenes

Hacia el año de 1909, Trotsky, refiriéndose al nuevo gobierno de los "jóvenes turcos", realiza la siguiente caracterización: "Por las tareas que debe cumplir (independencia económica, unidad de la nación y el Estado, libertades políticas), la revolución turca se corresponde con la autodeterminación de la nación burguesa y en este sentido se encuentra en la tradición de las revoluciones de 1789 y 1948".1 Estos anhelos de constituir una gran nación burguesa, amalgamando la diferentes etnias que se extendían a lo largo del imperio Otomano, empieza a ver su decadencia ya en épocas del derrocado Sultán con la pérdida de Bulgaria, Rumelia oriental, Bosnia, Herzegovina, Egipto, Túnez y la Dobrudja. Con este antecedente, el gobierno de los "jóvenes turcos", al ser la nacionalidad dominante y poseer un ejército nacional propio, toma una posición definitivamente centralista, regido por una sólida autoridad, en contra de la tendencias centrífugas y autodeterministas.

En cuanto al desenvolvimiento de las contradicciones sociales, el Sultán ha tratado concientemente de detener el desarrollo de las fuerzas productivas, dándose la tarea de obstaculizar el desarrollo industrial y el surgimiento de una joven clase proletaria. Esto se debió a los acontecimientos que tuvieron lugar en la revolución Rusa de 1905.

La cuestión social en Turquía giraba sobre el eje del campesinado, sometido a un régimen de explotación de semi-servidumbre. Decía Trotsky: "Sólo el partido armenio ‘Dashnaktsutiun' y el grupo búlgaro-macedonio que dirige Sandansky persiguen un programa agrario más o menos radical. Por lo que respecta a los ‘jóvenes turcos', estos ignoran la cuestión agraria del mismo modo que ignoran la cuestión obrera."2

Bajo la suma de contradicciones que obstaculizan los intereses de la joven dirección turca, éstos supieron encontrar en el pueblo armenio un enemigo que simbolizara la decadencia del programa unificador del Estado turco. Los armenios, organizados principalmente a través de las instituciones religiosas, con una tradición y aspiraciones propias, detentaban el control del comercio y puestos estratégicos en la administración y significaban el mayor obstáculo a salvar, para un régimen militarista y despiadado.

Es así que dieron inicio a un plan sistemático para eliminar al pueblo armenio, bajo el cobijo de la Primera Guerra Mundial, con el fin de "solucionar" la cuestión nacional a un costo social y humano que sólo en la cuantificación de las muertes, aproximadamente 1.500.000 armenios masacrados, muestra su condición despiadada.


La única salida es obrera y socialista

En la actualidad, los diferentes gobiernos turcos han sostenido una postura negacionista, que altera la veracidad de los hechos acontecidos, en pos de crear la idea de una guerra entre ambas naciones ("teoría de los dos demonios"), evitando así realizar un balance de lo que significó un genocidio étnico-político. Esta posición es también sostenida por el sionismo israelí y el imperialismo yanqui, quienes no ocultan sus operaciones militares en la zona y su acción en conjunto con el Estado turco.

 Tanto el balance de las contradicciones sociales y nacionales del momento, así como la vigencia actual de lo que se denomina la "causa armenia", no pueden encontrar una salida real en posiciones nacionalistas o socialchouvinistas, que se estrellan con las limitaciones del mercado mundial, en su fase imperialista y decadente. La lucha por la autodeterminación de los pueblos se encuentra determinada por el desarrollo de la lucha de clases. Sólo la creación de una Federación Transcaucásica sobre nuevas bases socialistas puede constituir la emancipación del yugo imperialista. La clase trabajadora es la única capaz de realizar las tareas pendientes de la burguesía.

Hoy más que nunca está vigente la consigna que supo elaborar Rosa Luxemburgo: Socialismo o barbarie.


Marcelo Mache