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22/12/2005|929

‘Elecciones’ en Irak — Bush en el pantano

Las elecciones que acaban de tener lugar en Irak forman parte del “proceso político” que prepara la llamada ‘retirada’ de los norteamericanos, que no será de ningún modo una retirada.

Bajo la intensa presión del generalato, la cuestión del retiro —“su velocidad y su alcance”, como dice Kissinger (Clarín, 18/12— se ha convertido en el centro de la crisis política de los Estados Unidos. Esta crisis política se manifiesta en la guerra abierta entre la Casa Blanca y los servicios de inteligencia; en la creciente “resistencia” del parlamento a aprobar a libro cerrado los reclamos de leyes represivas de Bush (incluido el uso de la tortura) y en el “destape” de la existencia de cárceles secretas de la CIA en una treintena de países.

Bush ha establecido como condiciones para el ‘retiro’ el fortalecimiento de las fuerzas armadas iraquíes, que, “cuando estén listas”, reemplazarían a las norteamericanas. El Pentágono retiraría el grueso de sus tropas de tierra, aunque preservando bases militares en Irak e incluso en otros lugares del Medio Oriente. El papel central en la lucha contra la resistencia pasaría a ocuparlo, eventualmente, “el poder aéreo”. Son muchos los especialistas que ya han advertido que el uso del bombardeo no servirá para derrotar a la resistencia y que incluso puede provocar un gigantesco levantamiento popular.

Para poder irse de Irak, en determinadas condiciones, el imperialismo necesita armar un gran acuerdo internacional, que arbitre frente a la resistencia. Kissinger acaba de decirlo muy claramente: “A los países relevantes para la seguridad y la estabilidad de Irak, o que consideran que su seguridad y estabilidad está afectada por los acuerdos emergentes, se les debe garantizar una sensación de participación en la próxima etapa de la política iraquí. Las instituciones políticas en desarrollo en Irak necesitan construirse en un sistema internacional y regional, no por profundo respeto a un multilateralismo teórico sino porque, de otra manera, Estados Unidos tendría que funcionar sólo como el policía permanente, un papel que cualquier gobierno iraquí probablemente rechace en el largo plazo y que el debate mismo que se analiza aquí torna imposible” (Clarín, 18/12).

Los “invitados” —Europa, los países de la región, Rusia, China, Pakistán y la India— coinciden en la necesidad de evitar un incendio del Medio Oriente —y por sobre todo ven la posibilidad de meterse en los negocios petroleros y financieros que deberán acompañar al ‘acuerdo internacional’. El problema es que Bush y su gabinete de criminales de guerra y torturadores no están dispuestos a ceder gran cosa en el control que han impuesto en materia política y en el negocio energético. La ocupación de Irak obedeció en gran parte, precisamente, al propósito de sacar del Golfo Pérsico a los monopolios rivales de Estados Unidos. Un arbitraje internacional sobre Irak involucraría, asimismo, una injerencia del imperialismo europeo en la crisis palestina.

La guerra que se inició para producir un “cambio de régimen” en Bagdad terminará produciendo un “cambio de régimen” en Washington.

Jorge Martín