Acabo de enterarme del fallecimiento de Enrique Ramazoti, el 17 de noviembre. Aparte de la gran amistad que nos unió durante muchos años, Enrique fue un luchador y constructor de Política Obrera. Se había incorporado a la regional Oeste del partido en la década del '70, fue uno de los dirigentes del sindicato de trabajadores del Inta Castelar, junto con Silvia, Graciela, Palito, Marta, Elena (su compañera desde esa época), entre otros. Recuerdo un hecho ocurrido alrededor de setiembre y octubre de 1975, cuando estaban en su apogeo las Coordinadoras Intergremiales, que habían impulsado la huelga general de junio-julio del '75. Para esa fecha, el proceso represivo estaba en ascenso. La Coordinadora de Oeste y La Matanza habían decidido realizar una reunión clandestina en una sala del Hospital Posadas. Hubo algún aviso a la policía, que montó un enorme operativo y se llevó detenidos a todos los dirigentes con la excepción de Enrique, que en un descuido de los guardias logró escabullirse, se escondió en un consultorio y logró salir y avisar. En 24 horas, numerosas fábricas realizaban asambleas y se votaban paros y ocupaciones por los compañeros, que finalmente fueron liberados.

Durante la dictadura, las condiciones de persecución lo empujaron al exilio a Suiza junto a su pareja, que ya había sufrido un secuestro en mayo del '75. Retornaron durante el gobierno de Alfonsín. Enrique recuperó su puesto de trabajo en el Inta. En los últimos años su lucha fue contra una serie de enfermedades que finalmente lo terminaron abatiendo.

Enrique ha sido un gran compañero y con esta nota, desde Prensa Obrera, le rendimos honores a él y todos los que han contribuido a este grandioso objetivo de construir el Partido Obrero. A sus cuatro hijos, a Elena, a sus amigos y ex compañeros, un enorme abrazo de condolencia.