En el año 1983, en la puerta del zoológico, estaban los compañeros del PO piqueteando el periódico y buscando fiscales para las elecciones. Se comprometió a ser fiscal y compró dos prensas, una para ella y otra para mí.

A partir de ahí, nunca dejó de ser fiscal, pero no quería militar. Hasta que un día, pasados los '90, me preguntó: ¿cómo tengo que hacer para militar? La respuesta fue "vení conmigo" y así empezó, en Villa Inflamable. Después continuó en Piñeyro, siempre en Avellaneda.

Encaró las tareas con mucha responsabilidad, sobre todo las que se relacionaban con los números, su gran pasión. Fue responsable de Organización de Avellaneda y se le podía preguntar cuántas prensas se habían pasado tres años antes: tomaba su libro de actas y respondía con precisión. Así era ella, puntillosa.

La enfermedad y posterior muerte de su hijo la alejaron de la militancia, pero no de sus convicciones.

Esta mañana, repentinamente, nos dejó. ¿Qué más puedo decir? Era mi hemana.