Fanny Edelman y la leyenda estalinista
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Con Fanny Edelman (Fanny Jabcovsky) ha muerto una leyenda en el sentido más literal del término.
Tan legendaria fue que sus obituarios la califican de "fundadora del Partido Comunista", aunque nació en 1911 y el PC (con el nombre de Partido Socialista Internacionalista) se fundó en 1918, cuando ella tenía siete años. También dicen -los que la homenajean- que fue "una incansable defensora de los derechos de los trabajadores", aunque alguna vez le gritó "impertinente", en Corea del Norte, a un periodista que le preguntó por qué no les daban protectores auditivos a los obreros de una fábrica de Pyongyang que se estaban quedando sordos.
Edelman se incorporó al Partido Comunista en 1934, cuando el terror estalinista liquidaba, mediante parodias de juicios, a la vieja guardia bolchevique. Justo un año después de que la política del Kremlin permitiera la victoria de Hitler en Alemania. Entonces empezó a consolidarse la definición que Edelman dio de sí misma: "Mi mayor mérito es mi lealtad al partido"; es decir, a los crímenes que le hicieron sufrir a la clase obrera mundial sus peores derrotas y traiciones.
En 1936, estallada la Guerra Civil en España, allá fue Edelman, enviada por el PC, para incorporarse a las Brigadas Internacionales, a los Socorros Rojos del PCE en Valencia. Ahí fue parte del aparato que produjo, conscientemente, una de las peores tragedias del siglo XX.
La Cheka en España
Vladimir Antonov-Ovseenko, en octubre de 1917, condujo la toma del Palacio de Invierno aunque, hasta poco antes, había estado con los mencheviques conciliadores. En 1936, en España, ponía el prestigio que le había dado aquel acto al servicio de un aparato ruin: la policía estalinista era la encargada de reprimir -con torturas, desapariciones y asesinatos- a socialistas del Poum (Partido Obrero de Unificación Marxista), a militantes anarquistas y, en fin, a cualquiera que se opusiera al diktat de Moscú. De todos modos, poco faltaba para que el estalinismo lo fusilara a él mismo durante una de sus purgas en 1939. Ahí estaba Edelman, a quien ahora llaman "defensora de los derechos humanos". Ella, "leal" cual convenía, trabajó a las órdenes de Ovseenko y después aplaudió su fusilamiento.
La Alemania de Hitler y la Italia gobernada por el fascismo de Benito Mussolini respaldaron inmediata y decididamente la sedición de Francisco Franco contra la República española. Stalin, hasta setiembre de 1937 -un año después de empezada la guerra- sólo ofreció a los obreros de España la desmoralización atroz de los "juicios" de Moscú, con los cuales terminó de aplastar al Partido Bolchevique -al partido de Lenin.
A fines de 1937, Stalin accedió a venderle armas a la República a cambio de la aceptación incondicional de su propia política. Moscú sostenía la línea del "socialismo en un solo país" y la "coexistencia pacífica" con el imperialismo, lo que implicaba evitar la revolución en todas partes y disciplinar a los partidos de la III Internacional a las necesidades de la camarilla del Kremlin. Así, en 1936, el PC francés entregó el levantamiento revolucionario de los obreros de Francia al gobierno burgués "democrático" de León Blum, cuya obra contrarrevolucionaria sería completada por la invasión hitleriana. Los "juicios" moscovitas señalaban la línea del terror: todo el que se opusiera a esa política debía ser exterminado. Con ese fin, Ovseenko organizó su policía, sus cárceles, sus verdugos, sus torturadores. Ellos secuestraron y asesinaron, entre muchos miles, a dirigentes revolucionarios como Andreu Nin, Kurt Landau, Marc Rheim-Abramovich, Erwin Wolf y tantos otros.
Aplastada la República, derrotada la revolución española con la ayuda invalorable de los estalinistas, Edelman marchó a Moscú, donde consolidó su condición de agente del aparato policial del Kremlin.
Con ese "prestigio" regresó a la Argentina cuando terminaba la década de 1930.
"Imperialismo democrático" y "naziperonismo"
De nuevo en la Argentina, Fanny Edelman se incorporó a la camarilla dirigente del aparato conducido por Vittorio Codovilla. Un aparato políticamente poco significativo, pero fuerte por ser la representación en el país del KGB (la policía política de Stalin). Con mucha menos inserción obrera que los PPCC de Chile o Uruguay, por ejemplo, el PCA tenía, sin embargo, más influencia en Moscú que cualquiera de ellos. La tenía precisamente por eso, porque su orfandad entre los trabajadores le dejaba las manos libres para toda traición.
Ellos, detrás de la línea de Moscú, entregaron en 1942 una enorme huelga frigorífica para no perjudicar, según dijeron, el aprovisionamiento de los aliados en la II Guerra Mundial. Stalin, después de anudar en 1939 un pacto con Hitler (roto por éste en 1941) decía ahora que correspondía aliarse con el "imperialismo democrático" contra el fascismo.
Por eso, desde los primeros momentos, cuando el coronel Juan Domingo Perón aún era secretario de Trabajo y Previsión del gobierno militar instalado con el golpe de 1943, el PC llamó "naziperonismo" al nacionalismo que surgía y llegó, en 1945, por boca de su dirigente Orestes Ghioldi, a señalar la conveniencia de una intervención de los Estados Unidos en caso de una victoria electoral peronista. En las elecciones de febrero de 1946, que ganó Perón, el PC se presentó en alianza con el Partido Conservador, el radicalismo y el Partido Socialista en la llamada Unión Democrática, la que desembozadamente orientaba y dirigía el embajador norteamericano, Spruille Braden. Eso era Fanny Edelman: no una víctima, sino una de las artífices de esa política criminal.
El "demócrata" Videla
Ahora se la llama "luchadora incansable por los derechos humanos", pero Edelman fue una de las elaboradoras y ejecutoras de la línea estalinista según la cual Jorge Rafael Videla era un general "democrático", a quien correspondía defender de los "pinochetistas" de Emilio Massera.
Por otra parte, Moscú era uno de los grandes sostenes externos de la dictadura videliana. Por eso el PCA mantuvo sus entusiasmos "procesistas" hasta muy tarde, hasta que no tuvo más remedio que abandonar ese barco.
Ahora, veinte años después de la implosión de los regímenes estalinistas en Rusia y Europa oriental, el PCA dejó de existir, transformado en un banco y disuelto en el gobierno kirchnerista.
He ahí la "lealtad" de Fanny Edelman.