Partido

7/7/2007|897

Franco Espinoza


El domingo 17 de abril, a última hora de la noche, el compañero Franco del barrio Kanmar, de Glew, se pegó un tiro en la cabeza. Agonizó cuarenta minutos tirado en el suelo de la humilde casa, sin piso, que él construyó para vivir con su familia (su mujer embarazada y tres chicos). Cansados de esperar las ambulancias que nunca llegaron del hospital de Guernica y de los bomberos de Glew, los vecinos decidieron trasladarlo en un coche particular al hospital, donde falleció el lunes 18 al mediodía.


 


Muchos compañeros del Polo y familiares pasaron la noche del domingo y la mañana del lunes en la puerta del hospital esperando una reacción; nadie se resignaba a perderlo, porque Franco no era uno más, siempre sobresalió en su familia, en el barrio, en el Polo Obrero.


 


Fue delegado barrial y formaba parte del núcleo fuerte de la organización junto con Sergio, Cholo, Javier (Peloduro) Griselda y el Negro; estos compañeros llegaron a movilizar 60 vecinos del barrio no hace mucho tiempo. Se ganaron el respeto del barrio y Franco, el de los compañeros. Sabíamos que era capaz de cualquier cosa que se propusiera, a fuerza de voluntad, de trompadas, de intransigencia, a fuerza de lo que fuera. No era fácil ponerle límites, sólo lo podía hacer el Gordo Sergio.


 


En los últimos días estuvo acorralado por la miseria y quién sabe por qué otros fantasmas; no tenía para la garrafa que se había terminado… No tenía perspectiva y le sobraba decisión.


 


Fanático de River, amigo del Cholo de toda la vida y enemigo jurado de la yuta. En tres palabras, Franco era: alegría, decisión y fuego.


 


Su muerte será vengada el día que aplastemos a los responsables de tanta desocupación, tanta miseria social, tantos barrios Kanmar, tanta locura, tanta desesperación.


 


No hay otra perspectiva, hay que aplastar al capitalismo.


 


Tenía 24 años.