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3/11/2005|923

General Motors, al borde de la quiebra

Delphi, la mayor autopartista de los Estados Unidos, pretende imponer en el próximo convenio colectivo una reducción salarial del 66%. Pretende pasar de los actuales 27 dólares la hora a 9,50 dólares. Además, reclama recortes en los planes de jubilación y salud.

La patronal argumenta que necesita producir esta rebaja histórica del salario de sus trabajadores para poder “competir” con sus propias plantas instaladas en el exterior: dos tercios de los empleados de la Delphi viven fuera de los Estados Unidos. Los obreros mexicanos de la empresa cobran 7 dólares la hora; los de China, 3 (Clarín, 30/10).

El “ejemplo” de la Delphi se reproduce en todo el país: después de haber flexibilizado las condiciones de trabajo y salario de millones de trabajadores descalificados de los servicios y las empresas desindicalizadas, ahora el gran capital se apresta a lanzar un ataque monumental sobre lo que los medios patronales califican como una “aristocracia”: el sector más concentrado y organizado del proletariado industrial de las grandes corporaciones. Recientemente, los mecánicos de la aerolínea Northwest se vieron obligados a aceptar una rebaja salarial del 26%.

Después de acumular montañas de pérdidas, la Delphi ha debido entrar en convocatoria de acreedores. Pretende salvarse reventando a sus trabajadores. Sin embargo, según su propio presidente, Miller, “nuestro problema no es el más urgente; el de la GM es el más grave”. El hombre sabe de lo que habla: hasta no hace mucho la Delphi era una subsidiaria de la General Motors.

GM es la compañía más grande del mundo, está al borde de una convocatoria de acreedores, el paso previo a la quiebra. Perdió 3.800 millones de dólares en los primeros nueve meses del año. Su participación en el mercado automotriz norteamericano ha caído del 30 al 20 por ciento en menos de un año.

General Motors pretende enfrentar la situación con un plan de miles de despidos y recortes de 3.000 millones de dólares anuales en cobertura de salud. La empresa dice que ya no está en condiciones de sostener salarios de hasta 65 dólares la hora y debe 10.800 millones de dólares al sistema de jubilaciones de su personal. Los obreros de GM de Detroit están ahora en paro y la patronal dice esperar una “actitud responsable” por parte de la burocracia de la Unión de Trabajadores Automotrices (UAW, por su sigla en inglés).

De General Motors dependen 1,1 millón de obreros entre empleados directos (más de 300.000), pensionados y trabajadores de empresas subsidiarias, como las autopartistas.

Miller dice que tanto GM como Ford deben someterse a una “profunda reorganización” durante los próximos cinco años; mientras las acciones de General Motors han caído de 32 a 18 dólares el papel, la prensa yanqui informa que la japonesa Toyota podría comprar a su competidora norteamericana a precio vil y convertirse en el primer fabricante de autos del mundo, si concreta los planes de fabricar 9,2 millones de autos el año próximo.

La crisis capitalista pone a la clase obrera norteamericana ante grandes y decisivos desafíos.

Alejandro Guerrero