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10/11/2005|924

HAEDO, VILLA BALLESTER, FC ROCA | ¿Vamos a un “Cromañón ferroviario”?

Apenas 48 horas habían transcurrido desde los incidentes de Haedo cuando, otra vez, los pasajeros que sufren a TBA cortaron las vías, esta vez en la estación Villa Ballester del Ferrocarril Mitre, al cancelarse un tren diesel con destino a Zárate. Bien dicen nuestros compañeros de la zona: “La paciencia es escasa”.

El corte se produjo a las ocho de la mañana del 3 de noviembre, y el tren se había suspendido por problemas técnicos en la locomotora, originados, como de costumbre, por la falta de mantenimiento denunciada tantas veces por los trabajadores ferroviarios de las distintas líneas. Así fue que, en plena hora pico, el ramal eléctrico entre Retiro y José León Suárez sólo funcionó hasta San Martín. El corte se levantó únicamente cuando llegó una formación de reemplazo; mientras tanto, hubo momentos de tensión extrema y los acontecimientos de Haedo estuvieron a punto de repetirse. Los medios de prensa, en este caso, no se dejaron ver.

El portavoz de TBA, Gustavo Rago, culpó al Estado: “Los coches son de los años ‘50 y los tendrían que haber cambiado en 2000, como dice el contrato”. Gago no explicó que ese contrato es leonino en favor de la empresa y que, desde entonces, además de la recaudación diaria, el alquiler de locales y otras yerbas, TBA recibió 74 millones de pesos por subsidios estatales. ¿Qué hicieron con ese dinero? ¿En qué lo invirtieron? ¿Dónde están las cuentas?

A todo esto, el vecindario de Morón pide a gritos que le sea retirada la concesión a TBA, incluido el intendente Martín Sabatella, aunque, en su caso, conviene recordarle —como dicen nuestros compañeros de la regional— que él mismo tiene concesionarios privados en el municipio, por lo cual de modo alguno se propone luchar por la reestatización de los servicios públicos entregados, negociados mediante, a diversos pulpos empresariales. Por lo demás, Sabatella, montado sobre los medios masivos de “comunicación”, colocó el centro del problema en las instalaciones de la estación Haedo, destruidas por la ira popular y no en los continuos “Cromañón rodantes”, como los llamó un pasajero, que TBA pone a circular diariamente sobre las vías del Sarmiento.

Desde hace casi tres meses, en cada tren del Sarmiento viajan más de 2.000 personas, aunque esas formaciones sólo soportan, cuanto mucho, entre 900 y 950. El tren de la discordia ya había estado a punto de cancelarse entre Castelar y Morón, y los diarios (Clarín, 2/11) ofrecen un dato decisivo: los chispazos y los fogonazos empezaron antes de que el tren ingresara en Haedo. Dicho de otro modo: los vagones fueron incendiados por TBA, por la falta de mantenimiento, y se estuvo al borde de una tragedia mayúscula.

La conspiración

de los negociados

Una usuaria del tren quemado, también en Clarín del 2 de noviembre, declaró: “Los pasajeros empezaron a reaccionar. ¡Estaban fuera de sí y había de todo, eh…! Gente de saco y corbata, mujeres, viejos, querían romper todo lo que tuvieran a mano!”.

He ahí la “conspiración” que el indecible Aníbal Fernández atribuye a nuestro partido y a dos activistas de la huelga de 1991 y 1992, los compañeros Eduardo Reynoso y Armando Vivas, despedidos hace años.

TBA, del Grupo Plaza-Cirigliano, controlado por los hermanos Claudio y Mario Cirigliano, tiene en concesión los ferrocarriles Sarmiento y Mitre, y es propietario de las líneas de colectivos 61, 62, 104, 133, 141 y 129, entre otras. Dieron su gran salto cuando Carlos Menem privatizó los trenes metropolitanos; ahora, de la mano de Kirchner, se aprestan a quedarse con los restos de la compañía aérea Southern Winds. Esos buitres también buscan echar mano al Belgrano Cargas en sociedad con el sindicalista empresario José Pedraza, quien le hizo coro al gobierno con esa guarangada de los “grupos minoritarios”.

Las cosas no marchan mejor en Ferrocarril Roca, cuyo socio mayoritario es otro “burgués nacional”, polifuncional y “transversal” como pocos: el criminal Taselli, asesino de mineros en Río Turbio, que ha hecho sus negociados de vaciador bajo la protección de sus padrinos Menem y Kirchner.

Así están las cosas, así se permite que TBA no tenga salidas de emergencia ni baños químicos, ni cuadrillas para actuar en emergencias mientras recibe del gobierno 7 millones de pesos mensuales.

¡Basta de “Cromañones” rodantes!

¡Fuera TBA!

¡Que trabajadores y usuarios nos hagamos cargo de los ferrocarriles!

Ferroviarios y pasajeros tenemos una única posibilidad de impedir una tragedia mayúscula: reestatizar los ferrocarriles bajo control obrero y de los propios usuarios organizados en asambleas populares.

En nuestras manos está evitar el desastre de un Cromañón ferroviario, como dicen los propios pasajeros.

Alejandro Guerrero