El 4 de agosto falleció, luego de una prolongada enfermedad cardíaca, Héctor Osvaldo Aiello. Lo conocí en 1973, cuando era activo militante de la Juventud Peronista. Su espíritu revolucionario y su honestidad intelectual hicieron que, luego de asistir en plena dictadura militar, a un acto convocado por Política Obrera, me preguntara: ¿qué tengo que hacer para pertenecer a esta organización? A partir de allí, contribuyó a la legalización del Partido Obrero en la localidad de San Miguel. Lo recuerdo más tarde militando en el barrio porteño de Barracas.

También participó en Moreno, donde desarrolló la parte final de su actividad profesional como veterinario. La intermitencia de su militancia estuvo referida a que en sectores rurales donde desarrollaba su actividad profesional todavía no existía un núcleo partidario. Su vida de jubilado terminó en Baradero (provincia de Buenos Aires) donde él contribuía a la mantención del local. La adhesión a la causa de la revolución en su caso era granítica.

Fue un gran amigo y compañero. Osvaldo, hasta la victoria siempre.

Enrique Morcillo