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30/11/2006|974

Irak: Las negociaciones prolongan la ocupación norteamericana y las masacres

Después de veinte años de interrupción, Irak acaba de restablecer sus relaciones diplomáticas con Siria, que se ha comprometido a “ayudar en la estabilización interna de Irak”. Al mismo tiempo, el gobierno de Irán invitó a los gobiernos de Siria e Irak a mantener negociaciones tripartitas “para reducir la violencia en Irak” (El País, 21/11).

Todo esto ocurre en el mismo momento en que la comisión de estudio de la situación en Irak, encabezada por el ex canciller norteamericano James Baker e integrada por demócratas y republicanos, se apresta a recomendar que Estados Unidos negocie con los países vecinos (Siria, Irán) un acuerdo internacional para “estabilizar” a Irak.

También el ex canciller Henry Kissinger señaló que “ya no es posible una victoria militar en Irak” y reclamó que Estados Unidos “dialogue con los vecinos de Irak, incluido Irán” (International Herald Tribune, 20/11).

Al mismo tiempo, el gobierno iraquí anunció la realización de una “conferencia exploratoria” con “representantes e intermediarios” de la resistencia iraquí, particularmente los ligados al partido Baath de Saddam Hussein y a los antiguos mandos de su ejército (The Australian, 23/11). La conferencia se realizaría, precisamente, en Damasco, la capital siria.

Hace ya mucho tiempo que Kissinger plantea que el establecimiento de un “acuerdo internacional” incluyera a los “vecinos relevantes”, a los cuales Estados Unidos debía proveer de las adecuadas “garantías de seguridad”. ¿Esto es lo que ha comenzado finalmente a ponerse en marcha?

Contradicciones

Estas negociaciones (o, mejor dicho, los reclamos de que esas negociaciones se inicien) ponen en evidencia una fenomenal división del imperialismo norteamericano.

La camarilla de Bush sigue complotando contra Irán. Según una fuente de la camarilla, citada por el periodista Seymour Hersch, “un bombardeo de 36 horas sería la única manera de disuadir a Irán” no sólo de no seguir adelante con su desarrollo nuclear sino también de abandonar su apoyo al grupo shiíta encabezado por el clérigo Al Sadr. Este grupo, que integra el gobierno de Irak (cuenta con seis ministros), es presentado (por los norteamericanos) como un instrumento directo del gobierno iraní. Precisamente, el vicepresidente Cheney acaba de viajar a Arabia Saudita, en una operación que tendría que ver con un ataque a Irán.

Por otro lado, para llegar a un acuerdo con Siria, Estados Unidos debería retirar su apoyo a los grupos anti-sirios en Líbano y producir un acuerdo entre Siria e Israel. Israel se opone, por sobre todo, a cualquier arreglo que incluya a Hezbollah.

Un acuerdo debería establecer alguna manera de reparto del petróleo iraquí entre sus firmantes. Esto no sólo incluye a las potencias europeas y regionales sino también, y muy especialmente, a los diferentes grupos políticos iraquíes.

Los intereses contradictorios de las potencias imperialistas, más las contradicciones de las potencias regionales, atraviesan Irak y lo condenan a un baño de sangre.

Guerra civil

Ante la incapacidad del imperialismo de encontrar un “salida” al pantano iraquí, las matanzas están llegando a un nivel sin precedentes. El bombardeo del barrio shiíta Ciudad Sadr, en Bagdad, dejó cientos de muertos; al día siguiente, cientos de sunitas fueron asesinados por “escuadrones de la muerte” organizados desde el propio Ministerio de Interior del “gobierno de unidad nacional”. El espiral parece incontenible.

Lo que se presenta como una guerra confesional entre sunitas y shiítas es, en realidad, una lucha política cuyas líneas divisorias cruzan a cada una de estas confesiones.

El anuncio de la creación de un “frente único” de organizaciones de la resistencia iraquí incluye elementos de confesión shiíta.

Por otro lado, uno de los principales grupos shiítas —el del clérigo Al Sadr, al que se vincula más o menos directamente con Irán— fue excluido de las negociaciones con la resistencia anunciadas por el gobierno. El principal partido shiíta en el gobierno —el Sciri— “cree que podrá ajustar cuentas (con el grupo de Al Sadr) dentro de la propia comunidad (shiíta)” (The Australian, 23/11). Es decir que una parte de la dirigencia shiíta “quiere intensificar el diálogo con los baathistas” (ídem)... al costo de enfrentarse con una fracción de su propia comunidad. En el pasado reciente, las milicias del Sciri y de Al Sadr sostuvieron breves, pero muy violentos, enfrentamientos armados.

Frente a esta pesadilla de matanzas, guerras, saqueo de los recursos nacionales y opresión imperialista, planteamos que todos los grupos que se oponen a la presencia yanqui rompan con el gobierno títere, rechacen cualquier negociación y se unifiquen en un frente político para echar al invasor. Asimismo denunciamos la apertura diplomática con Irán y Siria como una vía para estrangular a la resistencia iraquí y prolongar la ocupación y la guerra, y por sobre todo para seguir pisoteando el derecho a la autodeterminación nacional del pueblo palestino.

La única perspectiva para Irak y el conjunto de la región es la constitución de una Federación socialista del Medio Oriente.

Luis Oviedo