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3/4/2008|1031

La superexplotación de los obreros del campo en Tucumán

Ea estructura económica provincial gira alrededor de la producción agroindustrial (azúcar, citrus, tabaco, etc.). Los capitales aplicados a estas producciones se han visto beneficiados por la devaluación. Tanto los citrus, que exportan el 90% de la producción, como la producción azucarera, que bate récords todos los años desde 2002; un tercio de la producción se coloca en el mercado mundial.
Nuevas producciones, como la del arándano, se exportan casi un 100%.
Todos estos capitales han aprovechado a fondo la desorganización de los obreros para imponer sistemas de flexibilización laboral, en tanto que salarios  no alcanzan a cubrir los niveles de pobreza. Miles de niños proletarios son incorporados a las producciones a la vista de los gobernantes que son, al mismo tiempo, latifundistas. Esto quedó en claro en el escrache que los propios chacareros le hicieron a Alperovich en su campo sojero.
La propiedad de la tierra se ha ido concentrando. Mucho más aún la concentración del capital. En 1988 existían 16.000 explotaciones; hoy son menos de 10.000. El campo se ha ido despoblando por migración a las ciudades, en especial San Miguel, parajes con obreros sometidos a las peores condiciones.

Azúcar
Tanto los obreros permanentes como los cosecheros tienen salarios bajísimos; el salario inicial en las fincas no llega a los 1.300 pesos y es menor para los cosecheros. De las condiciones laborales ni hablar.
En los primeros días de marzo comenzó la paritaria de Fotia (obreros) y Feia (empleados); los industriales anunciaron que no van a otorgar aumentos por encima del 20%. Ucit (capitalistas agrarios pequeños y medianos) ha planteado que si no se eleva el precio interno del azúcar, no habrá ningún aumento.
Palina, secretario general de Fotia y legislador provincial, acaba de pasarse al campo de los radicales K, o sea que comulga con la política del gobierno nacional.

Citrus
En las últimas décadas, la actividad citrícola fue una de las más rentables. Cosecha tras cosecha, se extendieron las plantaciones, se multiplicaron los empaques, e incluso el ingreso de capitales extranjeros. Todos estos beneficios se multiplicaron con la devaluación.
En todo este período, los empresarios tercerizaron gran parte de la actividad para dividir y mantener en negro a gran parte de los trabajadores. No respetan el pago de horas extras, feriados, enfermedad, accidentes de trabajo, no pagan los aportes jubilatorios, roban en el peso del trabajo a destajo y esquivan el pago de los adicionales decretados por el gobierno nacional.
En abril de 2005, los trabajadores de Uatre fueron a la huelga y cortaron las rutas. Esta lucha obligó a los empresarios a firmar un aumento del básico.
A partir de ese momento, con el argumento de que la actividad citrícola da pérdidas, los empresarios se opusieron a aumentar los salarios. Los dirigentes de Uatre acordaron una mejora ínfima de los básicos, y más ínfima aún para los cosecheros.
El básico de los trabajadores del citrus apenas llega a los niveles de la canasta de pobreza (mil pesos).

Los obreros de la frutilla
Tucumán se ha transformado en el mayor productor de frutilla. La cosecha comienza en julio y se extiende hasta diciembre. El resto del año, las tareas de mantenimiento de las plantas exigen mucho menos personal. La mayoría de los trabajadores está en negro.
Se paga 1,20 pesos por bandeja (pero luego de los descuentos quedan 0,90). Un trabajador con experiencia hace unas 30 ó 40 bandejas por día. Con la participación de su familia se llega a 50 ó 60 bandejas. Las madres van con sus niños de 8 ó 10 años a cosechar; el trabajo infantil es una constante. Como se recolecta del piso, los niños tienen más facilidad para encorvarse menos. Por la posición en la que se trabaja, nadie aguanta más de tres años seguidos en la frutilla. El deshoje (quitarles las hojas sobrantes a las plantas), un trabajo colateral que se realiza generalmente a la tarde, está mucho peor pagado y es más trabajoso: 10 pesos por 5 horas de trabajo.
La mayoría de la fincas tienen sus propios empaques clandestinos. Los obreros pasan de la cosecha al empaque con un pequeño descanso y terminan su jornada laboral más allá de medianoche. Trabajan 15 a 16 horas por día para ganar unos 70 u 80 pesos. En los empaques los trabajadores están casi todos en negro y el sector que trabaja en las cámaras frigoríficas es el más perjudicado ya que contrae enfermedades pulmonares por el encierro y el frío. En el empaque se paga 3,75 la hora.
Los pequeños productores terminan trabajando para las grandes empresas que tienen sus propios empaques y regulan el precio de la frutilla.
La tarea elemental es la organización de base y la lucha por el blanqueo de los trabajadores, la elevación de los salarios y la prohibición del trabajo infantil.

Daniel Blanco y Martín Correa