Partido

21/10/2015|1386

La trayectoria de un revolucionario


Mariano Ferreyra inició su actividad política en plena adolescencia. Motivado por la irrupción del Argentinazo y la militancia de su hermano mayor, se incorporó rápidamente a las actividades de la UJS y del Partido Obrero en Avellaneda.


 


En 2003, con sólo 15 años, estuvo presente en la resistencia al desalojo de la fábrica Sasetru, ocupada por vecinos de Villa Sapito, que reclamaban por fuentes de trabajo. Al poco tiempo, marcó su propia impronta organizando a sus compañeros de la escuela Simón Bolívar, donde cursaba el secundario.


 


CBC de Avellaneda y la Fuba piquetera


 


En 2005, terminado el secundario, se integró a la militancia en el CBC de Avellaneda. Pronto se destacó como un gran orador en las recorridas de cursos, en los que explicaba las campañas políticas de la UJS y los conflictos de la universidad. Al año siguiente jugó un destacado papel organizador de los estudiantes del CBC contra la designación del rector de la UBA, Atilio Alterini, que desembocó en una crisis de las camarillas universitarias.


 


En ese período forjó su amistad con el “Be”, con quien compartió la responsabilidad de la UJS Avellaneda desde 2007.


 


Constructor del partido


 


Al poco tiempo, Mariano se incorpora al proceso de estructuración de la UJS y del PO en toda la zona sur y en la provincia de Buenos Aires. Formó parte de la escuela de formación política de la época, en los que se analizaban los clásicos del marxismo, la historia del movimiento obrero, la teoría del derrumbe del capital y otros.


 


A mediados de 2009 pasó a colaborar con la estructuración de la juventud de Berazategui; rápidamente se integró a esa dirección, en la que compartía reuniones con la compañera Elsa Rodríguez. En esos tiempos, por medio del Polo Obrero, se vinculó con la juventud de los barrios y con los problemas esenciales que hacen a la vida de los desocupados.


 


A fines de ese año ingresó a trabajar en un taller metalúrgico y regresó a militar en Avellaneda, donde, al poco tiempo, asumió la responsabilidad política del PO local. Allí ratificaría todas sus aptitudes de dirigente revolucionario: colaboró con los trabajadores de la gráfica Morvillo, atendió al trabajo con el Polo Obrero y mantuvo su actividad en la UJS en un período convulsivo de tomas de facultades y colegios. Esa militancia consolidó a la camada de jóvenes que, más tarde, se haría cargo de responsabilidades de dirección en la zona.


 


A mediados de 2010, Mariano empezó a colaborar con la actividad de los ferroviarios que impulsaban la lucha de los tercerizados del Roca. Junto con los trabajadores, participó de recorridas de andenes y obradores, de las asambleas y de las acciones y de las movilizaciones allí resueltas. En la noche del 19 de octubre fue uno de los que confeccionaron la bandera que encabezó la movilización del día siguiente.


 


La muerte de Mariano estremeció a la sociedad argentina y causó un fuerte impacto entre la juventud. Su humanidad sintetizaba la convicción de la juventud militante embarcada en transformar la sociedad, con las pasiones, intereses y miedos de nuestra generación. La pérdida de Mariano fue una pérdida colectiva para los revolucionarios, los socialistas y la juventud. Como la reciente pérdida de Mica… ¡cómo nos duele prescindir tan pronto de compañeros excepcionales!