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17/4/2008|1033

Las paritarias frente a nuevas perspectivas

Si el convenio de camioneros fue firmado de apuro (¡por anticipado!), ahora parece que cunde el pánico.
Bancarios firmó en medio de una rebelión. Al vidrio, la firma del convenio le costó la sublevación de los obreros de Rigolleau. El frigorífico Estancia del Sur eligió paritarios y los quiere mandar a la paritaria nacional de la Federación; es el camino que recorrió Fate en el neumático. La asamblea telefónica cordobesa votó en masa contra el acuerdo del 19% de aumento de Foessitra. Foetra Buenos Aires gastó otro jirón de su autoridad política para imponer, en una votación dividida, ese mismo aumento del 19%, tres meses antes del vencimiento (otra vez de apuro), por indicación del gobierno (o sea del presidente de Telefónica de España).
La misma recomendación bajó desde la Rosada para la UOM y el Smata: "sin conflictos y lo más cercano posible al 20% de Moyano" (El Cronista, 10/4). Pero según la UOM, la canasta de pobreza, con los últimos aumentos, escaló a 1.550 pesos y pide eso para el peón, lo que significa un aumento del 30%, mientras la cámara empresaria ofrece hasta un 12% para "no trasladarlo a los precios".
La extorsión de la patronal metalúrgica demora la paritaria y expresa otra faceta del agotamiento del modelo de negocios kirchnerista: la poderosa rama autopartista no se mueve del 12% si no le habilitan aumentos de precios a las automotrices, que a su vez han empezado a pedir la eliminación de las retenciones del 5% (El Cronista, ídem).
La burocracia de la UOM quedó en off-side. El salario metalúrgico es una miseria y despuntan tendencias combativas en el gremio, como se apreció en el "villazo" y en el paro de Dema por los obreros muertos en accidentes, y en los innumerables pronunciamientos contra los topes salariales en las fábricas del oeste del gran Buenos Aires.
El caso del Smata quizá sea el peor de todo el movimiento obrero, contra lo que sugiere la prensa en el sentido de que allí "se disputa la gran rentabilidad automotriz".
En la industria automotriz cordobesa el salario promedio de bolsillo de un obrero del Smata es de 1.800 pesos. El 70% los nuevos obreros conchabados en la reactivación son contratados o tercerizados, salvo el caso de Volkswagen, donde también los hay aunque en menor medida. Para ellos el promedio salarial es de 1.200 pesos, de tal suerte que para completar el salario de los otros, hacen todo el tiempo horas extras, llevando la jornada a 10 horas y trabajando los fines de semana. Además, si no lo hacen, no les renuevan el contrato. En el caso de los tercerizados de limpieza y transporte en empresas subsidiarias que son propiedad de los propios pulpos automotrices el salario piso es de 950 pesos.
Los convenios de Smata, salvo la rama concesionarios, son por empresa, con metas de producción y premios especiales, como fue el suplemento que se cobró a fin de año en algunas automotrices con la falsa denominación de "bonus inflación". La reactivada industria automotriz está asentada en una enorme superexplotación.
El gobierno salió golpeado de la crisis agraria, no pudo parar al "campo" y a sus piquetes, ¿por qué podría parar a los trabajadores? Los Moyano y Cía tampoco salieron ilesos. UATRE hizo equilibrio pero no jugó ningún papel mientras más de un millón de obreros rurales lo vieron por TV, o desde la ruta, haciendo un asado a pedido del patrón.
La CTA salió más maltrecha que el moyanismo de la crisis agraria. Un histórico del "espacio", como Buzzi, de la Federación Agraria, cerró filas como nunca con la Sociedad Rural; D’Elía y Depetris salieron de monigotes de choque y Ctera quedó a contramano de los docentes, como se apreció en el parazo del 4 de abril.
Indudablemente se abrió una nueva situación.
Los convenios que no han cerrado, como metalúrgicos, Smata, alimentación, gráficos, pintura y tantos otros, tienen que ser discutidos por las bases, elevados los básicos reclamados, revisados los pliegos y los paritarios. Hay que reemplazar a los representantes que están arrodillados ante el gobierno.
Surge una reivindicación que no figura en ningún convenio: cláusulas de actualización no bien el costo de vida real supere los cinco puntos. Más que nunca, por un salario equivalente a la canasta familiar. Más temprano que tarde surgirán movimientos para borrar con el codo de la lucha lo que firmaron las manos entreguistas de la burocracia.

Néstor Pitrola