Partido

20/11/2008|1064

Laura Dabas: Un recuerdo a veinte años de su muerte

El 22 de octubre de 1988, la causa de los oprimidos y explotados perdió una de sus valiosas constructoras.

A veinte años de la muerte de Laura Dabas, vayan estas líneas como homenaje para que las nuevas generaciones del Partido al que consagró su inteligencia y su esfuerzo conozcan y valoren su historia.

Laura murió a los 37 años, cuando salía de un plenario de responsables en el local de Ayacucho y se dirigía a su trabajo. Eran momentos de intensas batallas por la construcción de un frente revolucionario de la izquierda.

Ganada al fervor revolucionario con el Mayo Francés, la resistencia del pueblo vietnamita contra el imperialismo y, sobre todo, la lucha juvenil contra la dictadura de Onganía, Laura empezó a militar en la escuela secundaria en el colegio Lenguas Vivas. Fue fundadora en 1968 de la Ters (Tendencia Estudiantil Socialista Revolucionaria) de secundarios. Era un periodo en que docenas de miles de jovenes se sentían llamados a una militancia revolucionaria. Lo diferente de Laura (y de algunos centenares de jovenes más) es que se incorporaron a la Ters y a Política Obrera, organizaciones que no estaban “en la cresta de la ola” y que hacían una crítica sistemática al foquismo y al peronismo, al tiempo que desarrollaban una militancia intensa de los estudiantes en el movimiento obrero.

Finalizada la escuela, trabajó en dos fábricas de la capital.

Laura no era de esas personalidades avasalladoras; era tímida y callada, pero a medida que se la iba conociendo revelaba rigor político y agudeza en los análisis. Extremadamente ávida de elaboración política, de comprender lo que pasaba, de militar en base a posiciones y defenderlas, siempre se destacó por una militancia constante y rigurosa.

Un año antes del golpe de 1976, su compañero Néstor Correa (miembro de la CI de la metalúrgica EMA) fue detenido en Villa Constitución, cuando apoyaba a los metalúrgicos clasistas de Acindar.

La menuda figura de Laura estuvo a la altura de las exigencias del momento. Trabajaba para mantener a sus dos pequeños hijos; visitaba asiduamente a su compañero en las distintas cárceles donde estuvo detenido, en interminables viajes en colectivo a Resistencia, Coronda, Rawson; inventaba enfermades para justificar ausencias laborales, en un marco de extrema soledad, ya que la clandestinidad no permitía la confraternización con otros camaradas. Todo este cuadro se agravó tras el golpe de marzo del ’76.

Pero fue mucho más que la compañera de un hombre. Protagonista de la lucha contra la dictadura militar, fue activa integrante del movimiento de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por razones políticas, donde levantaba las posiciones de Política Obrera y batallaba por la consigna de “aparición con vida y castigo a los culpables”. En 1977 fue secuestrada y torturada en la Esma, donde una vez más demostró su entereza revolucionaria: no flaqueó ante la tortura; al contrario, consolaba a sus compañeros de detención.

Liberada tras una vigorosa campaña democrática, siguió militando hasta la liberación de su compañero y su partida al exilio junto a su familia.

Cuando el fin de la dictadura militar permitió su regreso, tras el duro período de la represión y el exilio, Laura integró el primer equipo de medios del PO.

La nueva situación traía nuevas exigencias, a las que se volcó con el rigor y la disciplina que le eran propias, así como al mismo tiempo sobrellevó una profunda crisis personal.
En las redacciones se volvió familiar. Era la chica de los inmensos ojos verdes que debatía con inteligencia con los periodistas democratizantes ganados por el alfonsinismo.

Laura Dabas consagró toda su vida consciente a la revolución. Militó en todos los frentes que le demandó el desarrollo de la lucha por el socialismo. Las nuevas generaciones llevarán su causa a la victoria.