Partido

12/7/2007|1000

Nuestros principios y nuestras finalidades


El año 1, número 1 de Prensa Obrera no debe engañar al lector. Prensa Obrera no integra ese tropel de periódicos y revistas que comenzaron a surgir como hongos desde fines del ‘80 y especialmente en el ‘81. Los que editamos Prensa Obrera no nos llamamos a cuarteles de invierno en 1976, en la espera de una primavera “institucionalizadora”. El 24 de marzo de aquel año estuvimos entre los huelguistas de Abril, Yelmo o la Renault y tantas otras fábricas, contra el flamante golpe militar. Señalamos el camino inevitable de una dura y dolorosa resistencia en el preciso momento en que los partidos de la multipartidaria de hoy apoyaban al golpe criminal en nombre de una supuesta lucha contra la disgregación nacional que los propios golpistas fueron articulando con el apoyo de las tres A, el contrabando de las exportaciones, la evasión de impuestos, la fuga de capitales, el estado de sitio y la progresiva militarización del Estado. Fue también en ese momento que partidos de izquierda como el PC o el PST justificaban el golpe por el llamado “vacío de poder”, y mientras el primero llamaba al apoyo a Videla contra un supuesto pinochetismo, el segundo declaraba a la dictadura como “la más democrática de las dictaduras latinoamericanas”. Por qué sorprenderse que estén a muerte con la “institucionalización”, esto es, con la transformación indolora, superficial e inconsecuente del régimen militar en un régimen seudo-constitucional.


Prensa Obrera no inaugura nuestra lucha política clasista y socialista. Es apenas una nueva modalidad que se incorpora a esa lucha, en el sentido de poner en pie un periódico que tenga un alcance de masas. Porque lo que está ocurriendo en la actualidad es, precisamente, un enorme despertar político masivo, esto como resultado de la disgregación imparable del régimen militar y de las victorias obtenidas por la resistencia obrera y de la ciudadanía democrática.


Prensa Obrera quiere decir que se trata de un periódico de una fisonomía bien precisa: de un periódico clasista, al servicio de los intereses históricos del proletariado. Su tesis central es ésta: la conquista de la democracia política y de la emancipación nacional sólo será posible bajo la conducción política de la nación oprimida por el proletariado. Para esto es necesario que la clase obrera se independice de la tutela política patronal personalizada en el peronismo.


Los pueblos que no aprenden las lecciones de su propia historia están obligados a quebrarse la cabeza, dos y más veces, contra la misma pared. Por cuarta vez desde el golpe gorila “libertador” del ‘55, la burguesía y el imperialismo recurren a la misma táctica de “institucionalización”, y a los dos grandes partidos patronales del país —el radicalismo y el peronismo. En el ‘58, en el ‘63 y en el ‘73 los explotados argentinos aceptaron ilusionados las perspectivas que les plantearon esos partidos. En todos los casos, los propios gobiernos constitucionales se transformaron en instrumentos más o menos dóciles del imperialismo y abonaron el terreno para una nueva experiencia golpista —más simple, más directa, más rápida— para impulsar la superexplotación obrera y la entrega aún mayor de la soberanía nacional.


La razón de esto es clara: la burguesía nacional, la patronal nativa es incapaz de consumar la liberación de la nación (¡Malvinas!) por su entrelazamiento con el imperialismo (deuda externa, FMI) y porque la principal clase nacional del país es el proletariado, es decir, su enemigo social. Los dos grandes partidos tradicionales son, sin asomo de dudas, los representantes políticos de esos explotadores nacionales.


La crítica implacable de los propios errores es la característica fundamental de una clase revolucionaria. Y el proletariado tiene que ser revolucionario si quiere escapar al destino al que lo condena al capitalismo —la degradación social y humana.


Lo que está planteado, entonces, por toda la experiencia anterior es la necesidad de conquistar la independencia de la clase obrera y construir un partido obrero. El porvenir de todas las organizaciones obreras y populares de masas, en especial los sindicatos, está ligado al éxito de esta empresa. La liberación de los sindicatos de la tutela del Estado y de los partidos patronales sólo es posible organizando en ellos una fracción poderosa y determinada de activistas que tengan por estrategia la dirección política de la clase obrera de la lucha nacional.


La iniciativa de editar Prensa Obrera ha concitado el acuerdo de numerosos activistas y aún de tendencias políticas que militaron hasta hace poco en posiciones a veces marcadamente diferentes. Esto es lógico. Las nuevas situaciones políticas permiten un nuevo abordaje de los viejos problemas. Esto explica el mayor distanciamiento con aquellos a los que la “institucionalización” ha llevado más acentuadamente al campo de la burguesía y el acercamiento entre aquellos a los que la evidencia de que se va planteando una situación revolucionaria ha llevado a acentuar su fisonomía y estrategia clasistas.