Olegario pasó por mil y unas. Una vida llena de vaivenes, de buenas y malas, como la gran mayoría del pueblo argentino. Sin embargo, desde que conoció al Partido Obrero nunca abandonó la lucha, fue un gran constructor de la Agrupación Naranja, participó prácticamente desde su fundación y hasta sus últimos días siguió participando de las actividades de la agrupación.

A causa de tener una convicción muy fuerte, quizás también por su sangre charrúa, ni la muerte de su gran compañera Marta Lapides lo hizo claudicar. Su lucha contra la explotación, contra todo tipo de atropellos, contra la burocracia sindical y por la organización de los trabajadores siempre estuvo vigente.

Para los jóvenes de la Agrupación Naranja es un gran ejemplo, siempre hemos escuchado con atención las anécdotas de cuando la Agrupación Naranja dirigía la comisión interna UPCN-Inti durante los noventa.

En el plano de una perspectiva política histórica, Olegario es el reflejo de la persistencia y tenacidad de un partido, como el Partido Obrero, en la lucha por la emancipación política de la clase obrera. Murió a los 70 años de edad sin abandonar la lucha estratégica por la revolución socialista. Si hay algo fundamental para los revolucionarios es tener compañeros que con el paso del tiempo no pierdan sus ideales y no pierdan el carácter necesario para seguir peleando por transformar este mundo, siempre con una sonrisa.

Ole, es por esto que te vamos a extrañar un bocha. Hasta la victoria siempre compañero. Y Olé.