Estamos en presencia de una ofensiva en regla por parte de los propietarios del Bauen. En una solicitada, en La Nación, firmada en forma conjunta por Bauen SA, empresa fundadora del hotel, y Mercoteles SA, que lo compró en 2002, exigen que se les restituya el edificio.

Pero estas patronales se acuerdan del hotel ahora, que ha pasado a ser un negocio rentable, con el auge del turismo y la reactivación económica, luego que lo abandonaron en plena crisis, en 2001. Los trabajadores del Bauen lo sacaron a flote, al ocuparlo y ponerlo nuevamente a funcionar, después de casi dos años del cese de actividades. Durante la gestión obrera, la cantidad de trabajadores se ha triplicado. De los 40 empleados iniciales, hoy el Bauen cuenta con un plantel de 105 compañeros y funciona al 80 por ciento de su capacidad.

Como consecuencia de las presiones patronales, el proyecto de expropiación se encuentra empantanado en la Legislatura. En el marco de ese ‘lobby’ empresarial, el bloque de legisladores kirchneristas promueve la idea de un acuerdo con los propietarios, con el visto bueno del gobierno de Ibarra. Inventan la figura de un alquiler del establecimiento a los trabajadores, con el propósito de sustraer el asunto del ámbito de la Legislatura y desembarazarse de la responsabilidad de sancionar una ley de expropiación.

La solución pergeñada por el kirchnerismo ha servido para introducir un eje distraccionista, pero no ha detenido la acción de los empresarios. La patronal pretende disponer en forma integral del hotel y no está dispuesta a ningún otro arreglo.