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15/5/2008|1037

Reactivan la IV Flota de Estados Unidos

A casi 60 años de haber sido desactivada, Bush ha puesto otra vez en operaciones a la IV Flota de las Fuerzas Navales, disuelta en 1950. "Su misión será vigilar buques, aviones y submarinos que transitan por el Caribe, América Central y América del Sur con el fin de emprender, en conjunto con fuerzas armadas de otros países, tareas de contingencia, de cooperación y, si es necesario, de combate…" (La Nación, 2/5).

La nave insignia de la IV Flota será un portaaviones nuclear y estará al mando del Comando Sur de las Fuerzas Navales de los Estados Unidos, con asiento en Mayport, Florida.

Razonablemente, los gobiernos de Cuba y Venezuela denunciaron que esa presencia militar norteamericana en la región está orientada a "mantener el poderío económico, político y militar" de Washington en esta parte del mundo.

En otra vereda, la Argentina, Brasil y Chile hacen ejercicios militares conjuntos con la Armada yanqui. Esas maniobras, para vergüenza de los "nacionales y populares", se han desarrollado hace un par de semanas en aguas territoriales argentinas. Mientras tanto, por cuenta de Bush, la soldadesca de los "progresistas" Lula, Vázquez, Kirchner, Bachelet y Evo Morales reprime en Haití las revueltas de hambre.

Hipótesis de guerra

Los portavoces periodísticos más directos y explícitos del imperialismo en estas latitudes han indicado, con todas las letras, cuál es el propósito del restablecimiento de la IV Flota: "El factor Hugo Chávez, con sus arengas contra los EEUU, su defensa de las FARC y su propio equipamiento militar -capaz de romper el equilibrio regional- ha influido en esta fuerte señal que los EEUU quisieron trasmitir a la región" (ídem anterior).

Como se ve, La Nación no siente consideración alguna por la verdad: el reciente conflicto, aún no cerrado, entre Colombia y Venezuela, mostró que si Caracas quintuplicara sus fuerzas armadas aún no equipararía el poderío militar del Estado colombiano. Pero el dato político relevante es, en este caso, otro: Estados Unidos incluye a Latinoamérica entre sus hipótesis de guerra inmediatas.

En ese sentido, La Nación añade un ejemplo inquietante y, al hablar de la Triple Frontera (Argentina, Brasil y Paraguay), advierte: "El restablecimiento de la IV Flota cobra un sentido mucho más amplio que sus premisas iniciales…" (2/5).

Al frente de esa nueva (vieja) gran unidad de batalla se ha colocado al contralmirante Joseph Kernan, oficial de la temible división Operaciones Especiales de las fuerzas navales, las SEAL (Sea Especial Air Land, nominación que indica su capacidad operacional en mar, aire y tierra). Según la definición oficial del Pentágono, las Seal son un cuerpo entrenado para desarrollar "misiones clandestinas".

¿En qué consisten esas "misiones"? Entre otras muchas, en las aludidas por un documento develado hace una quincena por The New York Times sobre "normas secretas de interrogatorios" aplicables a prisioneros que, en casi todos los casos, han sido capturados, precisamente, de manera clandestina. Esas "normas" incluyen torturas y hacinamiento en campos de concentración y tormentos como Abu Ghraib y Guantánamo.

En definitiva, ellos avanzan sobre la alfombra que les tiende el "progresismo" latinoamericano. Ya constituye una necesidad inmediata, una medida indispensable, la organización de una poderosa y masiva movilización antiimperialista en toda Latinoamérica.

Alejandro Guerrero