Partido

14/12/2006|976

Repudiemos la maniobra sin principios del MST

Como algunos deben saberlo, en agosto pasado el MST proclamó sus candidatos para el 2007 en una absoluta soledad, y con la misma soledad ha decidido iniciar su campaña electoral. Para un partido que hace gárgaras con la ‘unidad’ es un fuerte dato político de su irrefrenable aparatismo.

El lanzamiento de los candidatos tuvo lugar después de la realización de un Seminario de la Izquierda, que bajo el pretexto de impulsar un debate programático, tenía, para el MST, el objetivo de conseguir un agrupamiento electoral que reemplazara el hundimiento sin principios de Izquierda Unida y el fracaso de la alianza del MST con el social-clericalismo que encarna Mario Cafiero. Por este motivo, cuando el Seminario adquirió un nivel serio de discusión, el MST lo rompió acompañado de un grupo de acólitos. Sin embargo, a la hora de lanzar la campaña electoral, incluso los acólitos se han esfumado.

Con estos antecedentes, el MST lanza una ‘carta abierta’, que penosamente busca disimular el aislamiento al que lo ha llevado su propia política, en lugar de ofrecer un balance honesto de ella. La ‘carta’ ni siquiera hace mención de la situación heredada ni de las políticas que confrontaron; en el colmo de la arrogancia pretende volver a instrumentalizar la consigna de la ‘unidad de la izquierda’.

Pero entre la autoproclamación de candidatos y el lanzamiento, también unilateral, de su propia campaña electoral, tuvieron lugar las elecciones en la CTA, donde el MST tomó partido por la alianza con la burocracia de De Gennaro, para lo cual rompió con la posibilidad de una lista única de izquierda de carácter clasista. También tuvo lugar la movilización contra la ley educativa, en la cual el MST se empeñó a fondo en vetar cualquier crítica a Hugo Yasky, el fogonero sindical de la ley. Para este cometido rompió con el bloque de Suteba que se opone a Baradel-Yasky. La ley educativa formará parte de la campaña electoral del candidato kirchnerista, el ministro de Educación, Daniel Filmus (un sucedáneo de Aníbal Ibarra). Incluso rompió el frente ‘Oktubre’ en la Facultad de Sociales (UBA), con la fantasía de ganarle a los ‘sectarios’, a pesar de compartir con los ‘sectarios’ (aunque desde una posición representativa muy inferior) la dirección de la Fuba, en momentos en que ésta libra una lucha vigorosa contra el gobierno y sus lacayos.

El MST ha pretendido, durante el último tiempo, adjudicarse un carácter de autoridad en materia de ‘unidad’ y de ‘construcción política’, con la tesis del partido de tendencias, o sea una federación del tipo de la UCR. Sin embargo, ha sido incapaz de desarrollar un debate de tendencias en su propia organización, que ha terminado con divisiones y expulsiones. Mucho menos ha dado el ejemplo de convertirse él mismo en un partido de tendencias, lo cual demuestra la completa vigencia del aparatismo.

Con todos estos antecedentes divisionistas, que responden, en todos los casos, a una política de adaptación al centroizquierdismo y a la burocracia sindical, la convocatoria ‘unitaria’ de la ‘carta’ resulta una superchería. No hay en ella ninguna pretensión de unidad de la izquierda, ni la puede haber, porque se empeña en evitar un balance y, por lo tanto, en actuar a partir de la claridad. Es una tentativa de crear confusión e incluso roces y disputas; es un lamentable intento de blindar a su propio aislamiento oportunista. Nuestro partido ha asumido la responsabilidad de rechazar esta tentativa de meter a la izquierda en una pelea sin principios, de aparatos, electorera, de apetitos subalternos, cuyo único resultado sería desmoralizar a los luchadores obreros que todos los días construyen organización y estrategia por medio de una infatigable actividad cotidiana.