Murió Ricardo Falcón. Lo conocí en 1974, en el inicio la histórica huelga de Villa Constitución. Eran años de vértigo de la política argentina: cuando tuvimos huelgas como las de Villa, la aparición de las Tres A, meses más tarde la más grande huelga general del proletariado argentino de todos los tiempos –la del ’75 y meses más tarde el terrible golpe militar de 1976. Ricardo era por aquel entonces el responsable político de Política Obrera en Santa Fe.

Desde las primeras charlas que tuvimos mostró una enorme preocupación por mi formación política. Gracias a él –y a su enorme biblioteca– tuve la oportunidad de estudiar parte de la historia del movimiento obrero argentino, un tema que lo apasionaba y que siguió años más tarde con la publicación de dos libros y varios análisis de grandes conflictos obreros.

Ricardo me enseñó algo vital para alguien como yo, que contaba simplemente con estudios primarios: un método para estudiar. La lectura de todos los libros de Trotsky, que devoré en esos años, siempre encontraron en Ricardo las pacientes respuestas a las dudas que se desprendían de esas lecturas.

Después vino el exilio, la continuación de sus estudios en Francia, su separación –primero– de nuestra organización y –después– de la política. Años más tarde, en su vuelta a la Argentina, siguió como profesor universitario en la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad de Rosario.

Hacen justicia los diarios rosarinos cuando señalan que fue un “formador de investigadores”. También lo fue de muchos luchadores de la clase obrera. Mis respetos y mi humilde homenaje.