Rubén Schofrin, ¡hasta el socialismo, siempre!
Despedida a un gran luchador
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En la madrugada del jueves 28 falleció Rubén Schofrin, constructor del Partido Obrero y de la Naranja de Prensa, secretario adjunto del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) y delegado gremial en Editorial Perfil.
Rubén se integró muy joven a las filas de la Unión de Juventudes por el Socialismo y a Política Obrera, en los tempranos setenta. Fue el dirigente de un importante núcleo de militantes en la Facultad de Medicina. Durante la dictadura de Videla y Massera, continuó militando en la juventud y en el comité Capital.
Un tipo excepcional
Durante buena parte de la década del '80 y parte de los '90 impulsó el desarrollo del Partido Obrero en las barriadas de la Ciudad de Buenos Aires. Fue el responsable de la actividad en Villa Oculta, en donde estructuró una fuerza militante al calor de las luchas por la vivienda y en defensa de las demandas sociales que eran ignoradas por los punteros peronistas del lugar.
Luego fue el responsable del local de Barracas, donde impulsó la formación de una camada de activistas socialistas en la Villa 21-24, base sobre la cual se desarrolló el partido allí.
En la segunda mitad de los '90, ya desempeñándose como diagramador, Rubén se integró a la Naranja de Prensa, empeñada en una batalla para expulsar a la burocracia sindical que se había enquistado en la Unión de Trabajadores de Prensa (UTPBA) y reconstruir el gremio.
Trabajaba en el área de arte de Editorial Perfil. El asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas fue un revulsivo que sacudió a los trabajadores de la empresa. La indignación crecía por el uso repulsivo que hacía la patronal de Perfil del crimen de Cabezas, mientras mantenía en paupérrimas condiciones laborales a sus empleados. Este sería el primero de los muchos enfrentamientos que Rubén mantendría con la empresa, al punto que ésta lo llevó, años después, a un juicio penal.
La organización de los trabajadores, la elección de delegados y la formación de una comisión gremial interna fueron las consecuencias de ese proceso.
A partir de ese momento -fines de los '90-, Rubén fue un protagonista de todos los intentos de los trabajadores de prensa por organizarse para enfrentar los ataques patronales y, al mismo tiempo, sacarse de encima el lastre que significaba la burocracia peronista-radical-centroizquierdista que dirigía la UTPBA.
Veinte años después, los trabajadores de prensa que pasaron por Perfil y sus actuales compañeros recordaban a Rubén como un luchador firme, decidido, siempre dispuesto a pelear por los derechos de los trabajadores de prensa, siempre claro y con un optimismo a prueba de todo. Recordaban las luchas que dieron juntos, contra el vaciamiento de la editorial, contra el ataque al estatuto y al convenio de prensa, por las mejoras salariales, contra los cierres y despidos. En sus mensajes, algunos lo llamaban maestro, otros lo describían como un tipo excepcional.
Rubén fue un referente para todo el activismo de prensa que se generó tras el Argentinazo y la posterior reconstrucción de la burguesía de la mano del kirchnerismo. Animó cuanto plenario autoconvocado de delegados se realizara siempre con la perspectiva de darle una nueva dirección al gremio de prensa. Incansable en la lucha, tenía la mente curtida como para comprender qué paso dar según la situación concreta. Su perseverancia también alcanzaba para la formulación de consignas y propuestas, como esa que decía que “la UTPBA firmó la peor paritaria de la Vía Láctea”.
Durante los gobiernos kirchneristas sostuvo -junto con La Naranja- fuertes debates con el sector del gremio que se referenciaba en las distintas corrientes sindicales que tributaban al nacionalismo burgués. La lucha apuntaba a fortalecer una posición de independencia de clase de los trabajadores de prensa, poniéndole límites a la cooptación estatal y patronal (desde Telefónica hasta Szpolski y Cristóbal López), que buscaba hacer de los trabajadores de prensa la carne de cañón de su lucha contra el monopolio Clarín.
El Sipreba
De su cabeza, durante un plenario de delegados de prensa escrita, surgió la idea de hacer un plebiscito entre los trabajadores de prensa para saber si querían organizarse en un nuevo sindicato. La elección fue aplastante: más de 2.000 compañeros y compañeras votaron por el Sí y menos de un centenar por el No. Ese fue el empujón final para la formación del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba).
Entre lucha y lucha se hacía de tiempo para ir a la cancha a ver al Atlanta de sus amores. Seguía las campañas del Bohemio y podía recitar a los equipos que mantuvieron al club de Villa Crespo en el Nacional B en la segunda mitad de los años '90.
Amante de los Rolling Stones, fue a ver a la gran banda de rock casi todas las veces que ésta pisó Buenos Aires. Mantenía debates con sus compañeros que decían que los Stones eran pasado: para él, ésa era la música de su presente, alegre, con ritmo, una piedra rodante nunca junta musgo.
Rubén fue electo secretario adjunto del Sipreba, en la primera elección del sindicato, en 2016. En ese entonces ya tenía abierta una causa penal por una denuncia de Editorial Perfil, que lo acusaba a él y al resto de los integrantes de la Comisión Interna de obstruir la libertad de expresión. En realidad, era la apuesta de la empresa para eliminar de raíz al activismo que, encabezado por sus delegados, enfrentó todos los ajustes que intentó implementar.
El juicio se saldó con una victoria de los luchadores de Perfil, lo que dio lugar a una recuperación de la actividad gremial en la empresa.
La CSC
Su experiencia en el desarrollo del clasismo a través de La Naranja de Prensa fue muy valiosa a la hora de construir la Coordinadora Sindical Clasista, el agrupamiento de los sindicatos, seccionales, listas y activistas que defienden al clasismo en los sindicatos como herramienta de construcción del partido obrero revolucionario.
Rubén ocupó funciones relevantes en el Partido Obrero. Fue electo reiteradas veces como congresal y formó parte, en distintas oportunidades, de la dirección de la Capital Federal.
Los últimos tres meses luchó denodadamente, como a lo largo de sus últimos 50 años. Sólo cambió de oponente.
¡Rubén, hasta el socialismo siempre!