Partido

21/9/2015

Símbolo de la resistencia contra la dictadura


El 25 de mayo de 1977, Pablo Rieznik fue detenido por una comisión policial y trasladado a la Comisaría 8ª, que actuaba sobre la vieja Facultad de Filosofía (hoy Psicología). Se encontraba junto a Miguel Guagnini, otro dirigente de Política Obrera. Pablo fue reconocido por su actividad pública como dirigente de la UJS (fue miembro de la FUA y la Fuba) y luego de su detención pasó a ser un nuevo “desaparecido”.


 


Durante ocho días fue sometido a torturas tremendas en un campo clandestino de la dictadura. No aflojó ni un instante. Pablo contó que en cierto momento le dieron inyecciones de pentotal (o algún similar) para vencer su voluntad, adormeciendo su conciencia. En esa situación, trató de mantener control sobre su cordura. Recordó la lectura de un libro que Política Obrera había publicado meses antes del golpe: La Tortura, de Henry Alleg. Un militante argelino que enfrentó la tortura salvaje de los paracaidistas franceses que fueron a quebrar el movimiento revolucionario nacional que luchaba, armas en mano, por la independencia de Argelia. Alleg relataba que cuando le aplicaban las “inyecciones” se pellizcaba la pierna para ver si seguía conciente de su realidad y podía enfrentar el interrogatorio indirecto, más peligroso para quebrar a un prisionero político que el dolor directo de la tortura. Rieznik lo imitó: cuando escuchó la voz que -haciéndose pasar por su padre- le preguntaba dónde estaban las armas, si las tenía la Negra; en la nebulosa hacía el esfuerzo por mantener la coherencia de su declaración: “Qué armas, no tenemos armas. Vos sabés que la Negra es una cagona, qué armas va a tener”.


 


El secuestro de Pablo suscitó una intensa movilización no sólo nacional sino internacional. Durante los días que se prolongó su detención, tuvieron lugar concentraciones frente a las embajadas argentinas en diversos países de Europa reclamando por su aparición con vida y libertad. En el caso de Francia, los manifestantes conminaron al embajador a que el gobierno argentino diera una respuesta, advirtiendo que, en caso contrario, se verían obligados a ocupar la embajada.


 


Esta vigorosa campaña nacional e internacional logró que llegaran versiones de que se encontraba vivo en un campo y luego fuera liberado, tirado en la vía pública.


 


Un compañero de la UJS lo encontró -al salir de su trabajo nocturno- de casualidad arriba de un colectivo (ese relato ha sido publicado por primera vez en estos días,  puede leerse acá: http://www.po.org.ar/prensaObrera/online/partido/pablo-por-luis-trombetta).


 


Semanas más tarde, con documentos especiales, Pablo Rieznik fue sacado al exilio para salvar la vida de un revolucionario que aguantó la tortura con conciencia política.


 


Pablo Rieznik se convirtió en símbolo de la resistencia militante contra la dictadura para la UJS, para nuestro Partido y para todos los luchadores populares.