Partido

31/3/2016|1404

Transformar a la clase obrera y la izquierda en alternativa política

Las conclusiones políticas del XXIII Congreso del PO


Foto: Sebastián Baracco


 


La resolución política aprobada condensó tres meses de debate en todos los círculos y comités del partido, junto con el que se desarrolló en una comisión específica y en el plenario del Congreso.


 


La resolución caracteriza que “el derrumbe del kirchnerismo, que es parte del agotamiento del nacionalismo continental en sus diferentes variantes, ha dado lugar a una tentativa derechista de carácter precario, que deberá vérselas con una clase obrera y un movimiento popular que nunca pudo ser doblegado en la etapa anterior, y que desarrolló fuertes tendencias de independencia política”.


 


El régimen político que quiere poner en pie el macrismo está condicionado, en primer lugar, por la bancarrota económica. Los primeros 90 días de gobierno echaron por tierra la pretensión de una “transición ordenada”: la devaluación, el tarifazo y los rescates de diferentes grupos capitalistas condujeron al desmadre inflacionario, que el gobierno contiene a costa de agravar la recesión. En estas condiciones, el macrismo y todos los partidos de la burguesía se han precipitado al pacto buitre, en la expectativa de un rescate a manos del capital internacional. La pretendida “salida al mundo”, sin embargo, se produce en medio de un agravamiento de la crisis capitalista, en el mundo y en el continente. El Congreso se detuvo en la dimensión de la bancarrota de Brasil, signada por un dislocamiento industrial sin precedentes. En medio de un derrumbe de las materias primas y del comercio internacional, la garantía de repago del reendeudamiento que tramita el macrismo debe ser un ajuste brutal y una mayor entrega nacional.


 


El régimen político que deberá llevar adelante este ajuste se caracteriza por su precariedad. Los acuerdos “a pedido” que han comenzado a transitar por el Congreso se han obtenido al precio de una intensa disgregación del peronismo. El pejota de Urtubey y otros gobernadores se reorganiza al compás de su sometimiento al macrismo. El kirchnerismo ha aceptado participar en la normalización pejotista bajo la tutela de Barrick-Gioja o, en su variante de “máxima”, candidateando a Scioli. En los últimos días, incluso, ganó puntos la versión de que PJ preferiría ser intervenido por la Justicia, como un recurso último para encubrir una fragmentación. La fragilidad de este régimen de acuerdos circunstanciales no se compadece con la envergadura de la crisis.


 


La clase obrera y la izquierda


 


El rescate en curso plantea una reconfiguración de todas las relaciones sociales, y conducirá a una conmoción en la clase obrera y sus organizaciones.


 


La pretensión de la burocracia de “pasar el otoño” con acuerdos precarios -a costa de los trabajadores contratados, de suspensiones o retiros voluntarios- ya está mostrando sus límites brutales. La iniciativa del activismo debe dirigirse a la masa de los trabajadores y a las diferentes fases de maduración de los movimientos de lucha. La pasividad de la burocracia no debe enfrentarse con el ultimatismo, sino con un trabajo de orientación y organización de los activistas que prepare las mejores condiciones para una lucha de conjunto. Este es el valor del planteo por congresos obreros de sindicatos, delegados de base y activistas, que en algunas provincias podrían tener concreción efectiva. Este mismo cuadro de deliberación se plantea en la juventud, en el movimiento de la mujer, de jubilados y desocupados. En todos los casos, debatimos iniciativas específicas y un programa.


 


El Frente de Izquierda                                              


 


El pasaje del kirchnerismo a la oposición, ha vuelto a colocar al rojo vivo la cuestión que históricamente ha dividido aguas en la izquierda argentina, la de su delimitación respecto del nacionalismo burgués. En estos 90  días de gobierno de Macri, el kirchnerismo ha mostrado su condición de partido del ajuste, como ocurre con las gobernaciones de Rosana Bertone (Tierra del Fuego) y Alicia Kirchner (Santa Cruz). A despecho de ello, el kirchnerismo pretende levantarse como oposición popular al gobierno macrista. Detrás de la demagogia opositora, se quiere clausurar la tendencia a la independencia política de los trabajadores que se desarrolló bajo el kirchnerismo, y que se expresó en el desarrollo del Frente de Izquierda. Disolver a la izquierda en el nacionalismo, bajo el pretexto de la “lucha contra el macrismo”, es una política doblemente criminal. Primero, porque entregaríamos las luchas obreras a manos de otros ajustadores -los K. Luego, porque comportaría un retroceso monumental en relación a las conquistas políticas alcanzadas por la izquierda en el período anterior. En nuestra resolución, “concebimos al frente único para desarrollar la lucha de clases contra el Estado capitalista, y no como ‘frente antimacrista’ que disuelve a la izquierda en la oposición kirchnerista al macrismo. En oposición al gobierno ajustador, llamamos a reforzar una oposición obrera y socialista”.


 


Etapa y tareas


 


El Congreso consideró los diferentes escenarios de la crisis. El gobierno ha presentado a la operación de reendeudamiento como una forma de “gradualizar” el ajuste. Temen que un “rodrigazo” en regla acelere un proceso de liquidación o quiebra de capitales sobrantes y, por el otro, precipite una rebelión popular. La “financiación del ajuste” podría dilatar en el tiempo estas contradicciones, pero al precio de su reaparición con contornos más explosivos. Para el macrismo, el acuerdo con los buitres puede ser un punto de partida, pero está lejos de asegurar por sí mismo una capacidad de gobernar. La legión de mandatarios que ha visitado la Argentina (desde Hollande a Obama) es una tentativa de apuntalamiento de un gobierno precario por parte del imperialismo, para utilizarlo como ariete derechista frente al derrumbe de los gobiernos nacionalistas de la región.


 


En definitiva, la actual transición opera en medio del derrumbe del régimen político considerado en su conjunto. El desarrollo de estas tendencias puede conducir a una situación prerrevolucionaria y a una crisis de poder, donde el régimen de coalición a la carta dé paso a un gobierno de coalición e incluso a una salida anticipada del gobierno. La gran tarea, en esa perspectiva, es convertir a la clase obrera en alternativa de poder. De allí la consigna que aprobó el Congreso: “Transformemos a la clase obrera y a la izquierda en alternativa política al régimen ajustador de Macri y los gobernadores”. El Partido Obrero salió de su XXIII Congreso con una estrategia y un plan de acción.