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24/8/2006|960

Yvan Lemaitre, de la Liga Comunista Revolucionaria de Francia (Tendencia Democracia Revolucionaria): “Reagrupar a la izquierda revolucionaria y anticapitalista”

Yvan Lemaitre es miembro de la dirección nacional de la Liga Comunista Revolucionaria de Francia y dirigente de su tendencia interna Democracia Revolucionaria. Participó como invitado del XVI Congreso del Partido Obrero y de un conjunto de actividades que culminarán con el acto internacionalista que se realizará el sábado 26 en Ferro.

— ¿Cómo caracterizás el período que comienza con la victoria del “no” en el referéndum sobre la Constitución Europea , el levantamiento de la juventud de los suburbios y las grandes movilizaciones contra el CPE (“contrato primer empleo”)?


— Lo característico de la situación social y política en Francia es el abismo que existe entre el descontento y la combatividad que se afirmó en los movimientos de lucha y la capacidad de los trabajadores y la juventud para hacer recular a un gobierno que es considerado ilegítimo por la inmensa mayoría de la población.


La actitud de la gran mayoría de los trabajadores frente al movimiento de los estudiantes contra el CPE refleja el estado de espíritu dominante. Las manifestaciones fueron extremadamente numerosas — hubo dos a tres millones de personas — pero los trabajadores han participado muy poco en la huelga; expresaron su solidaridad, pero no se sentían capaces de llevar adelante realmente una lucha contra el gobierno. La explicación esencial es la política de las direcciones sindicales, en particular a la dirección de la CGT, que aunque acompañaron el descontento estudiantil no tuvieron ninguna perspectiva de conjunto para generalizar la lucha.


Hay que subrayar el papel del Partido Socialista, que sostuvo el movimiento aunque se mostró muy molesto cuando los jóvenes se opusieron al voto del proyecto de ‘primer empleo’ en el parlamento. Acompañaron el movimiento para canalizarlo y regimentarlo. No se planteaba, para ellos, exigir la renuncia de Villepin (primer ministro). Francois Hollande, el principal dirigente del PS, declaró que “todo esto se arreglaría en 2007”, el año de la elección presidencial.


Tenemos en Francia una crisis de gobierno y una crisis de régimen. Es decir, tenemos el agotamiento, el “fin de reino” de Chirac; y de una manera más general, una crisis de sistema político, un inicio de crisis del parlamento. La ilusión en la posibilidad de cambiar las cosas por medio de las elecciones y un cambio de la mayoría parlamentaria, casi no tiene credibilidad. Es en el fondo, la misma crisis política que encontramos en Alemania y que concluyó con la llamada “gran coalición” (entre el partido de la derecha y la socialdemocracia). Hoy en Francia la campaña populista de derecha de Sarkozy tiene una cierta simetría con un cierto populismo de izquierda que representa Segolene Royal (la principal candidata socialista).


— ¿Podrías explicarnos el movimiento de lucha que se desarrolla contra la expulsión de los inmigrantes ‘sin papeles’?


— Al finalizar el año escolar (junio), comenzó un movimiento muy poderoso en el momento en que el gobierno se aprestaba a expulsar familias inmigrantes con hijos escolarizados. El movimiento fue impulsado principalmente por los docentes del movimiento “Red de Educación Sin Fronteras”, animado en particular por compañeros de la Liga Comunista Revolucionaria. La situación que enfrentaban esos niños provocó una rebelión popular; los padres no comprendían que un niño al que veían todos los días, que era amigo de sus hijos, pudiese ser expulsado y no volver a la escuela al finalizar las vacaciones.


El descontento fue lo suficientemente profundo como para preocupar al Partido Socialista. Se ha podido ver a las intendencias dirigidas por el PS organizar reuniones de padrinazgo, “ceremonias republicanas”, en las cuales los habitantes de las ciudades declaraban tomar bajo su protección a los niños amenazados de expulsión. Hubo un movimiento de rebelión contra lo que se llamó “la caza del niño”. Frente a esto, Sarkozy, el ministro del Interior, dio a entender que podría haber un número importante de regularizaciones. En realidad, las cifras de efectivamente regularizados van a ser muy pobres. Durante las vacaciones, ya hubo un buen número de expulsiones, en particular de familias con niños en la escuela secundaria.


Actualmente se desarrolla otra lucha de los inmigrantes “sin papeles”, porque Sarkozy ha querido retomar la ofensiva expulsando mil inmigrantes que ocupaban un edificio en los suburbios de París. La solidaridad se está organizando en estos precisos momentos; los “sin papeles” están acampados frente al edificio ocupado para exigir una solución y una reubicación.


— ¿Cómo se presentan las elecciones presidenciales del año próximo y cual es, a este respecto, la posición de la Liga Comunista Revolucionaria y la de tu tendencia, Democracia Revolucionaria?


— Está claro que en este cuadro, las elecciones presidenciales de 2007, que serán seguidas inmediatamente por las legislativas, adquieren gran importancia. A la derecha, aparentemente se está imponiendo Sarkozy; su política es ganar los votos provenientes de la extrema derecha para terminar con la política de Chirac de cohabitación con la izquierda. A la izquierda, seguramente la candidata será Segolene Royal, del PS.


Entre las fuerzas de izquierda que participaron de la campaña por el “no” en el referéndum, se está desarrollando un debate por presentar una candidatura unitaria de la “izquierda del no”. O, al menos, de lo que quedó de ella, porque los dirigentes del PS que pronunciaron por el “no”, hicieron la “síntesis entre el ‘sí’ y el ‘no’…”.


La Liga Comunista Revolucionaria participó en estas discusiones, poniendo como condición mínima para una candidatura unitaria la ruptura de toda alianza gubernamental o parlamentaria con el PS. Esto no fue aceptado por los otros participantes del debate, en particular por el Partido Comunista. Es por eso que la LCR decidió, en una conferencia nacional en junio, presentar su propio candidato, Olivier Besancenot.


La corriente a la que pertenezco, Democracia Revolucionaria, defendió junto con la mayoría que emergió en la última conferencia, la resolución en favor de la candidatura de Besancenot, con base a un plan de urgencia social y democrática, obteniendo el 60% de los votos en el congreso. La resolución proponía continuar los debates con el resto de la izquierda pero defendiendo nuestra propia orientación. Lo más importante, para nuestra corriente, es afirmar una fuerza de oposición obrera y popular frente al Partido Socialista y a todos los que, de un modo u otro, buscan una alianza con él. Esto, en la perspectiva de construir ese movimiento de conjunto.


— ¿Cómo plantea Democracia Revolucionaria la perspectiva de construir un partido de los trabajadores?


— Para nuestra corriente, la perspectiva de un partido de trabajadores es una tarea de actualidad desde 1995 cuando Arlette Laguillier (candidata de la organización trotskista francesa Lutte Ouvrière) sacó el 5% de los votos en la presidencial. El descontento y la reiniciación de las luchas se refuerzan recíprocamente, y la extrema izquierda juega un rol importante en las movilizaciones. En 2002, los partidos trotskistas sacamos el 10% de los votos; el objetivo para los próximos años es enraizar el movimiento anticapitalista y revolucionario en el mundo del trabajo, tanto en la calle como en las urnas.


Sería necesario que la izquierda anticapitalista y revolucionaria lograra reagruparse. En esta perspectiva, la idea de candidaturas unitarias, independientes de la izquierda gubernamental, es absolutamente justa. Pero, sin embargo, los compañeros de Lutte Ouvrière están poco abiertos a esta discusión; han permanecido al margen de las relaciones unitarias que siguieron a la campaña por el “no”. Lo que está en juego en las batallas de los próximos meses es hacer que la LCR contribuya al reagrupamiento de las fuerzas anticapitalistas.


El sentido de la existencia de nuestra corriente dentro de la LCR es clarificar la cuestión estratégica. La necesidad de que la organización se dote de una estrategia revolucionaria fundada en la independencia política de la clase obrera es un debate que todavía está en curso. Es una discusión, todavía abierta, que tiene lugar a través de la preparación de un Manifiesto. Para nuestra corriente, es una discusión fundamental para que la organización se dé una orientación hacia el mundo del trabajo.


— ¿Cuál ha sido la posición de la LCR frente a la guerra del Líbano?


— La LCR se movilizó con el objetivo de que se expresase la oposición popular más fuerte posible contra la agresión israelí contra los pueblos palestino y libanés. Hubo debates internos, desde luego, entre compañeros con una orientación más bien pacifista, compañeros que, como el Partido Obrero, valorizan el papel de Hezbollah, y nuestra posición que es de solidaridad total con los pueblos palestino y libanés, por la derrota del imperialismo y el ejército israelí, pero que considera que el Hezbollah no ofrece ninguna perspectiva a las masas árabes, palestinas y libanesas, y, en particular y la necesidad de tener una política frente a los trabajadores y la población israelíes. La solidaridad con el pueblo palestino y libanés se acompaña de la defensa de la independencia de los trabajadores en relación a las fuerzas religiosas y reaccionarias, cualquiera sea el papel que ellas jueguen en la resistencia.


— ¿A qué atribuís que las movilizaciones contra la guerra del Líbano, en Francia y en Europa, fueran tan débiles, en relación a las manifestaciones contra la guerra de Irak?


— No se puede reducir la explicación de la debilidad de la respuesta a la guerra por el verano y las vacaciones. Creo que hay tres factores: las ilusiones ante la posición de Chirac, que se presentó como un rival de los norteamericanos y preocupado por la paz; el apoyo completo del Partido Socialista a la política del gobierno; y la confusión política creada por la campaña contra el “terrorismo” y la desconfianza en las direcciones religiosas. Ninguno de estos factores es determinante por sí mismo, pero todos conjugados paralizaron la movilización.


— ¿Cuál es tu opinión sobre el voto de confianza de la Sinistra Critica de Italia, corriente que integra junto con la LCR el Secretariado Unificado, al gobierno de Prodi y su voto parlamentario en favor de la extensión de la misión militar italiana en Afganistán?


— Pienso que no es correcto haber votado la confianza al gobierno Prodi. Los compañeros de Sinistra Critica cayeron en la trampa de su propia política. Son militantes antimperialistas de larga trayectoria. La lógica de la política al interior de Refundación Comunista los ha puesto en una situación de la que no consiguen desembarazarse, teniendo dos senadores de cuyo voto depende la estabilidad del gobierno del cual participa su propio partido. Están en una situación que, desde mi punto de vista, no debe tener otra salida que la ruptura.


Es claro que los revolucionarios deben denunciar y combatir la política del gobierno de Prodi. No solamente no tener ninguna confianza en él; no solamente no tener ninguna solidaridad con él; debemos combatirlo porque es un gobierno del imperialismo que participa en la guerra. Pienso, y espero, que los compañeros salgan de esa trampa para reencontrar un camino político independiente y revolucionario.