Córdoba: Siete pibes calcinados en una comisaría

Siete jóvenes (hijos de familias trabajadoras) murieron calcinados en el Precinto 5 (ex comisaría 10), en pleno centro de la ciudad, donde estaban detenidos, el viernes 22 de enero.


La versión oficial dice que el incendio en la celda se produjo cuando, en un motín, los jóvenes presos incendiaron un colchón y los policías no hicieron a tiempo para abrir las celdas. Falso. El ‘motín’ estaba ‘anunciado’ desde las 7 de la mañana: los presos reclamaban el traslado porque estaban hacinados en una celda de 3 x 2,5 metros. Menores detenidos en otra celda son testigos de que los detenidos fueron golpeados y torturados (uno de ellos presentaba golpes en el riñón) y de que los policías, que además estaban en curda y consumieron cocaína dentro del precinto, no sólo dejaron que el fuego se propagara sino que echaron líquido combustible a la celda.


El martes siguiente, los familiares descubrieron en un container, en la puerta de la comisaría, ropa y enseres de los asesinados. Estos elementos estaban intactos, lo que hace más inverosímil la ‘historia oficial’.


El primer fiscal interviniente en la causa exculpó a los policías, al caratular la causa como “accidente”. La movilización cotidiana de los familiares obligó al nuevo fiscal a caratular “homicidio culposo” e implicar a cuatro de los policías intervinientes.


Movilización de los familiares


Desde el momento del asesinato, los familiares, junto a vecinos y amigos, se concentran todos los viernes en la puerta del precinto y marchan por el centro de la ciudad exigiendo el castigo a los culpables, el cese de la impunidad y de las amenazas e intimidaciones. Todo esto no ha hecho más que incentiar la movilización: se formó una comisión de familiares, organismos de derechos humanos, el Sindicato de Desocupados y amigos han dado un apoyo con el objetivo de continuar la movilización hasta el esclarecimiento de los hechos y el castigo a los culpables.


Un régimen de miseria y muerte


El asesinato de estos jóvenes es el fiel retrato de lo que este régimen ofrece a la juventud. Mientras siete eran asesinados en una comisaría (engrosando la ya larga lista de víctimas de la policía), otros miles eran suspendidos o despedidos de Fiat, de Renault, de las autopartistas.


La ‘delincuencia juvenil’ (la mayoría de los detenidos estaba acusado de robo) es producida por este régimen que ha dejado a la juventud sin estudio, sin trabajo (o sometidos a la superexplotación de las pasantías, los contratos de aprendizaje y el verdugueo cotidiano de las patronales). Que impide el esparcimiento, reprime las reuniones juveniles en los barrios, que mete en cana por tomar cerveza en una esquina.


Los jóvenes que están presos ven peligrar su vida; los que no, viven en una cárcel sin rejas.