El 15 de junio, el intendente de Hurlingham, Luis Acuña, inauguró una subcomisaría en Barrio Mitre (Villa Tesei). Esperaba el aplauso de los vecinos y la prometida presencia de Felipe Solá y su ministro León Arslanián. Pero, a metros del lugar, pegaron la vuelta: justo a tiempo, fueron advertidos del escrache que se venía.

Cuando iba a hablar Acuña, rodeado por funcionarios, policías y cámaras de televisión, “un numeroso grupo de familiares y allegados de Rodrigo Corzo y de Christian Marcelo Bogado, víctimas del gatillo fácil, llegaron al lugar portando carteles exigiendo justicia y castigo para los presuntos criminales, y a los gritos de ‘asesinos, asesinos’, impidieron que Acuña pudiese hacer uso de la palabra” (El Diario, 18/6).

Rodrigo, el joven asesinado por un oficial de policía el año pasado, era de Barrio Mitre, el mismo barrio donde fue muerto Christian, el 27 de mayo, víctima de un “operativo” policial a tres cuadras de la subcomisaría recién inaugurada.

Movilización contra el régimen político

Hurlingham es sólo un ejemplo. En Ituzaingó, hubo marchas por Fabián Arata y por el crimen de Adrián Argüello debido a las sospechas “sobre las extrañas vinculaciones entre un sector político del distrito y reconocidos empresarios” (El Diario, 7/5), apañados por el Poder Judicial; y hasta reuniones barriales, donde “la falta de respuesta de funcionarios policiales y judiciales a los reclamos vecinales” concluyó en la conocida consigna: “que se vayan” (ídem).

En Varela, por Andrea Viera; en Villa Bosch, por Yiyí en la marcha del 7/6; en Caseros, por Maxi… En fin, por los centenares de casos de víctimas de la Bonaerense que han llevado a un estado de rebelión popular a barrios y localidades enteras.

Fuera Solá y los intendentes que encabezan las mafias político-policiales; desmantelamiento del aparato represivo, de la Bonaerense y de las empresas privadas de seguridad; fuera la Gendarmería del Conurbano. Asambleas barriales y populares para terminar con la inseguridad y el gatillo fácil.