Políticas

14/12/2022|1659

2023: peronismo, macrismo y reforma laboral

La lucha que nos plantea a la izquierda y al clasismo

La idea de fondo de reforma laboral de la burguesía es que lo que hoy es trabajo informal se legalice bajo las condiciones de flexibilidad del trabajo en negro

En una reciente conferencia en Miami, desde donde Patricia Bullrich se dirigió a los 250.000 argentinos que viven en Estados Unidos, se definió por un tratamiento shock para aplicar las reformas y ajustes planteados por la agenda de la burguesía. Lo opone al gradualismo que habría fracasado con Macri, quien se pliega al concepto en tono de “esta vez sí, voy a fondo”. Espert, López Murphy, Pichetto y a su manera Milei son de la misma línea. La idea de Bullrich es que “los paros y resistencias” también se hagan de un saque y no estén erosionando toda la gestión a medida que se aplican las reformas. Claro, eso supone la derrota de los paros y movilizaciones que pueden llevarse puesto al gobierno.

El otro bando de la derecha, de Larreta, la mayoría de los radicales, la Coalición Cívica y aliados, cree que los políticos capitalistas a los que les toque gobernar tienen que tener un 70% de apoyo político que incluya a la burocracia sindical, para poder aplicar el mismo programa, de manera más o menos gradual. Eso verán. El punto de este último sector es evitar que las reformas produzcan una rebelión obrera y popular como las que se vienen produciendo en América Latina y ahora cruza al Perú del golpe contra Castillo.

De qué reforma hablamos no caben dudas, porque son las del FMI que todos comparten, que están en los memorándum del pasado y del presente, muchas de las cuales se vienen aplicando a los ponchazos. Ajuste fiscal en el gasto social, tarifazos y especialmente reformas laboral y previsional. Nos enfocamos en la laboral y el rol del peronismo, la otra fuerza en cuestión, que está en el gobierno y dirige la mayoría de los sindicatos.

Volviendo a Larreta, no hay forma de reunir aquel 70% si no está pensando en plegar a su turno a sectores enteros del peronismo. Sabe de qué habla.

En este momento, el superministro Sergio Massa y eventual presidenciable hasta del kirchnerismo -sin candidato desde la borrada de CFK- es un partidario de la reforma laboral. Primero, por su alianza con el lavagnismo -con Marco integrado a su equipo de gobierno-, que definió hace tiempo su línea estratégica en torno al punto: una reforma laboral que dé paso a todas las demandas de baja del costo laboral del capital, reducción y eventual eliminación de indemnizaciones, flexibilidad en los horarios de trabajo, rebaja de aportes patronales, fraccionamiento de vacaciones, eventual eliminación del aguinaldo, entre otras. Solo que preservando los derechos adquiridos de los que tienen esos beneficios hoy. En esa línea han surgido bloques enteros en el Parlamento, como el Bloque Federal con el schiarettismo, integrado por Randazzo, quien junto a la vice de la UIA, Carolina Castro, hizo eje del punto en la campaña electoral.

En el peronismo sindical, como todos sabemos, Daer fue diputado nacional por Massa. Daer apoyó la frustrada ley de reforma laboral de 133 artículos que presentó Macri y quedó en los borradores después de la rebelión de diciembre 2017 contra la reforma de la movilidad jubilatoria. Pero los tentáculos del peronismo sindical pro reforma laboral van mucho más lejos: el más chico del clan Moyano, Facundo, el peajista y exdiputado de Massa, no solo se ha definido por la reforma laboral, sino que ha hecho una campaña en torno al tema. Apuntemos que junto a su hermano Pablo está el Smata en el Frente por un Nuevo Modelo Sindical, el gremio que firmó la famosa reforma Toyota. En este mismo estilo, Moyano padre estableció un convenio flexible para Oca, con trabajo por piezas y fraccionamiento de vacaciones.

Esa línea ha sido incorporada a los convenios “Pymes” como el plástico, con premios de productividad y presentismo incorporados al convenio y, por ejemplo, al convenio Pyme de la industria del pescado en Mar del Plata. El convenio Uocra es la flexibilidad misma y tiene la indemnización por libreta que se paga el propio trabajador. Como sabemos, gran parte de las tercerizaciones que están en blanco se rigen por convenio Uocra, como las tercerizadas de telefónicos, televisión, petroleros y tantas otras.

Esta línea del peronismo, como hemos reflejado en estas páginas, la resumió el estratega de la burocracia sindical Luis Barrionuevo: “olvídense de la reforma laboral, la hacemos nosotros gremio por gremio”. Con ese bagaje ha pasado a apoyar la candidatura de Wado de Pedro, el hombre prolitio, junto a los gobernadores del norte grande. Pero el último y tal vez más notorio desembarco es el de Roberto Baradel, al plantear la discusión de un “convenio colectivo docente”, cuando vienen por la quinta hora, el trabajo en sábados y la legalización de formas flexibles de subeducación pública como los Fines y otras modalidades. El convenio colectivo de Baradel es la puerta hacia el arrasamiento de derecho del estatuto del docente, lo que ya ocurre hasta cierto punto en la práctica. Por supuesto, a todo esto hay que sumar el mundo de las plataformas tipo Uber, el trabajo bajo falso monotributo y el trabajo precarizado con planes Potenciar Trabajo bajo la forma de falso trabajo municipal o de cooperativas de la llamada “economía popular”.

La idea de fondo de reforma laboral de la burguesía es que lo que hoy es trabajo informal se legalice bajo las condiciones de flexibilidad del trabajo en negro. También en lo salarial, obviamente, por eso el brutal ataque a los planes sociales que compiten con el salario rural, de empleo doméstico y tantas otras actividades.

Cuando hablan de preservar los derechos adquiridos es para evitar la demanda judicial de los antiguos trabajadores. De ellos se irán desprendiendo las patronales con sus ya consabidos métodos de falsos retiros voluntarios, jubilaciones adelantadas o simples despidos. El mercado laboral mismo ya expulsa a los mayores de 40 años (así lo consigna la Oficina de Presupuesto del Congreso, Clarín, 14/12), haciendo la tarea de arrojarlos a la miseria y la flexibilización más extrema.

Este cuadro requiere una lucha de la clase obrera, ocupada y desocupada, que implica el terreno de lucha sindical y política que nos interpela al clasismo y al Frente de Izquierda. Hay que llevar cada lucha a la victoria, organizar a los desorganizados, incluyendo a los jubilados, otras de las víctimas propiciatorias, luchar contra la burocracia sindical y oponer en la arena política la lucha de la izquierda obrera y socialista. Gran tema a integrar en un Congreso del Frente de Izquierda y los luchadores.