Políticas

30/8/2019

5 preguntas y respuestas para entender el default

Responde Gabriel Solano

-¿Qué impacto tiene en la economía nacional la renegociación de la deuda pública anunciada por el Ministro Lacunza esta semana? ¿Esto afecta a los bancos y la industria?


El anuncio de Lacunza equivale a un default. Los vencimientos inmediatos que tiene que pagar el gobierno no los puede cumplir. Carece de los dólares para eso y confiesa por esa vía también que no van a llegar los 5600 millones de dólares del FMI. El default abarca a la industria desde hace mucho tiempo, porque la Argentina ya estaba en un semi-default. El semi-default se manifestaba en una tasa de interés usuraria que había hundido todo tipo de financiamiento en el país y paralizado el consumo.


Y en relación a los bancos, en particular, es una situación muy delicada que recién se va a notar en toda su amplitud ahora, porque el negociado que armaron con las Leliq, como lo denunció el Partido Obrero desde el primer momento, era  una emisión monetaria encubierta, que en un momento iba a tener que ser saldada por el Banco Central y se iban a plantear dos alternativas: o un corralito, confesando que no podían devolver los depósitos, o en caso contrario una hiperinflación porque el Central iba a tener que emitir una cantidad enorme de pesos para hacer frente a una bola de Leliq de 1.3 billones de pesos a una tasa del ochenta por ciento, que es la última tasa que se licitó.


Entonces, el sistema financiero está quebrado. Nosotros lo hemos dicho en su momento. Aunque los bancos ganaron mucho dinero, sus cotizaciones en la bolsa de Wall Street no dejaban de caer. Lo cual era la prueba de que todo el mundo entendía que esto era “pan para hoy, hambre para mañana”. No era algo consistente, que se iba a mantener en el tiempo. Y ahora se va a volver a plantear, como ya ha pasado en Argentina tantas veces, que las bancarrotas financieras terminan en una confiscación de depósitos de los ahorristas. Y eso se va a plantear más tarde o más temprano, pero es seguramente uno de los próximos capítulos de la crisis financiera argentina.


-Las medidas anunciadas por Lacunza estarían destinadas a amasar dólares para teóricamente contener una nueva escalada del dólar. ¿Garantizan con esto una situación controlada hasta octubre o diciembre?


No, no hay ninguna posibilidad. El potencial de dolarización que tiene la economía argentina es enorme. Si los plazos fijos que están en pesos se convierten en dólares, Argentina no tiene la posibilidad de hacerlo, salvo mediante una gigantesca devaluación que desvalorice en dólares esos plazos fijos en pesos. Luego, está la posibilidad de un retiro de los depósitos en dólares de los bancos y, como dijimos antes, el hecho de que Argentina está en default. Así que está claro que el tipo de cambio no ha tocado su techo, y que esta medida de default para tener dólares y afrontar una corrida no va a ser de ninguna manera eficaz.


-¿Qué quieren decir en términos concretos las declaraciones de Alberto Fernández de que Macri y el FMI tienen la culpa de la corrida? ¿Cómo incide esto sobre la negociación en curso?


Alberto Fernández, desde que se impuso en las PASO, ha dicho que “Macri y el FMI se tienen que hacer cargo”. En el Partido Obrero entendimos esa declaración como el pedido a Macri de que haga el trabajo sucio y que limpie su ascenso al gobierno así de las tareas más costosas políticamente, llámese una mega-devaluación, llámese un eventual corralito, una renegociación de los plazos de deuda.


Ahora bien, Alberto Fernández también enfrenta contradicciones enormes. Él culpó al gobierno de la devaluación del día posterior a las elecciones y a la vez pide que se cuiden las reservas. Es una cosa u otra. Si el gobierno cuida las reservas, no tiene ninguna posibilidad de afrontar una corrida. La única forma que tiene, con su actual política económica, es vendiendo dólares. Entonces Alberto Fernández quiere que el gobierno haga este trabajo sucio. De todas maneras la crisis lo tiene que afectar a él también y va a tener que hacerse cargo de la situación.  


-¿Qué sucede si el Congreso rechaza la renegociación promovida por Macri?


Bueno, sería un golpe más al gobierno macrista. Pero podría ocurrir también que haya un acuerdo ahí o que los plazos de ese debate en el congreso sean extensísimos. La convocatoria de Macri es una fuga hacia adelante, entonces no tenemos claro cuáles van a ser los términos de ese debate en el Congreso. Lo que sí, y esto vale mucho, la oposición va a tener que decidir si avala esta renegociación de la deuda, que supone para el país un nuevo endeudamiento a plazos más largos y un incremento del stock general de deuda, o si lo rechaza, y termina de voltearlo a Macri definitivamente. Ahora, por los tiempos que han dicho los medios de comunicación, ellos han armado un cronograma en el Congreso para llegar hasta el 27 de Octubre. No lo quieren discutir mañana. Es probable que el macrismo quiera ganar tiempo en el Congreso. Y la oposición no tiene ningún interés en que se reúna el Congreso, porque no quiere dejar establecida su posición. Prefiere jugar con una dualidad, que insisto, les sirve para que Macri asuma la totalidad del costo político por esta crisis.


-¿Qué posición fijará el Frente de Izquierda frente al debate de las medidas del gobierno en el Congreso Nacional?


Nosotros rechazamos los anuncios de Macri. Por lo que decía antes, entendemos que significan una nueva hipoteca. Las renegociaciones de deuda siempre han terminado con un crecimiento de la deuda misma. En relación al FMI cualquier modificación en los plazos de pago significa también extender en el tiempo la tutela del Fondo sobre nuestro país. Y lo que vamos a plantear en el Congreso es nuestro programa. Que es el repudio de la deuda usuraria, la nacionalización del sistema financiero, la intervención de todas las sociedades de bolsa, el establecimiento del control público sobre el comercio exterior, y un programa de emergencia para los trabajadores frente a una crisis que los está golpeando: el salario mínimo igual a la canasta familiar, un aumento a los jubilados que permita recuperar todo lo perdido por la inflación, la prohibición de los despidos y las suspensiones.


Ese va a ser nuestro programa en el Congreso, y vamos a llamar, desde la tribuna parlamentaria también, a la clase obrera a intervenir. Vamos a insistir con el paro activo de 36 horas. Porque los trabajadores, que son quienes van a pagar la crisis no pueden asistir pasivos a los tiempos de la sucesión presidencial tal como están previstos en la ley. Los ritmos de la crisis tampoco se adaptan a ese cronograma electoral. Nuestra lucha por una intervención de la clase obrera es crucial. Y desde la tribuna parlamentaria también lo vamos a impulsar.