Políticas

9/7/2022

Charla

9 de Julio, un debate sobre la Revolución Clausurada

Conclusiones del IG Live entre Gabriel Solano y Soledad Díaz.

Portada del libro.

El viernes 8 de julio se llevó adelante un Instagram Live con Gabriel Solano y Soledad Díaz, quienes intercambiaron sobre el libro “La Revolución Clausurada (mayo 1810 – julio 1816)”, de Christian Rath y Andrés Roldán. Con 260 conectados, la charla desmitificó el relato oficial sobre el 9 de Julio y lo que significó la declaración de independencia en el Congreso de Tucumán.

Durante la actividad se describió el carácter antinacional y antipopular de quienes se impusieron en el nacimiento del Estado argentino, algo que los distintos relatos que se han construido pretenden ocultarlo. Se partió definiendo al contexto internacional de la época como de crisis de un régimen social, del feudalismo, y el período de las revoluciones burguesas. Luego el análisis desenvolvió el proceso de las masas en la historia de la lucha de clases, en lo que fueron las Provincias Unidas del Río de la Plata.

En su exposición, el legislador porteño del FIT-U Gabriel Solano explicó que la Revolución de Mayo se inscribe en el proceso que desde 1789 y antes abrieron la Revolución Francesa y la independencia de las colonias americanas, que socavaron el viejo orden precapitalista y dieron lugar a desenvolver de una manera mucho más profunda las fuerzas productivas de la sociedad. Ese proceso revolucionario adquiere dinámica a fines del siglo XVIII en el Virreinato del Río de la Plata, donde hubo dos intentos de invasiones inglesas que fueron repelidos por una enorme lucha popular.

Solano puso énfasis en el estallido la revolución en España contra el ejército de ocupación napoleónico. En el Virreinato, al ser una colonia española, los patriotas criollos avanzaron en confirmar una junta de gobierno propia, en consonancia con el clima revolucionario. Hacia el interior del Virreinato hubo un proceso de luchas de clases y entre diferentes caudillos, mientras los comerciantes porteños querían una independencia para comercializar con Gran Bretaña sin impedimentos y aprovechar del monopolio aduanero de Buenos Aires. Sin embargo Inglaterra mantuvo su acuerdo con España para enfrentar a Napoleón.

Esta oleada revolucionaria fue combatida momentáneamente con la primera entrega de la Banda Oriental y con los preliminares de la convocatoria de la Asamblea del año XIII, que fueron las antítesis de la soberanía nacional. La Asamblea Constituyente de 1813 no decretó la república y no declaró la independencia. Los únicos diputados que fueron electos genuinamente y con un mandato revolucionario eran los orientales de Artigas, y fueron expulsados. Estos diputados pedían que se declarara la independencia, se fundara la república, que se habilitaran todos los puertos con tarifas arancelarias comunes para las provincias, y que la capital no estuviera en Buenos Aires.

Más tarde la convocatoria al Congreso de Tucumán enfrentó el proceso de guerra social que se libraba en particular en lo que se llama el Sistema de los Pueblos Libres, bajo el gobierno de Artigas, inclusive con reparto de la tierra para el desenvolvimiento de un mercado interno de pequeños productores. Esto fractura su propio frente terrateniente. El Congreso que empezó en 1816 declaró la independencia, pero el acta secreta determinó un acuerdo con Portugal y la diplomacia británica para que invadan desde el norte al litoral y aplasten a Artigas. Se declara la independencia para poner fin a la revolución.

El discurso de la clase dominante sobre la declaración de la independencia ha buscado embellecer a la burguesía local, que desde su formación como clase gobernante fue contraria al desarrollo nacional autónomo y a los procesos de lucha popular. Hoy está en crisis ese régimen.

La charla entre Soledad y Gabriel fomenta la lectura de la historia desde el presente, para ver cómo se forja la conciencia actual. Así lo supo señalar el compañero Cristian Rath: “no se trata de un debate sobre un hecho alejado de nuestra percepción inmediata”, porque “la interpretación rigurosa de lo que pasó hace a la conciencia actual del joven, del adolescente, del trabajador, de la maestra y del ama de casa”. Es decir, “forma parte de la elaboración de una comprensión histórica de conjunto y de nuestro propio programa como revolucionarios”.

Es la clase obrera la que debe acaudillar una nueva revolución que abre una nueva etapa. Por esta razón el Partido Obrero está empeñado en construir un movimiento popular con banderas socialistas, en un escenario de crisis del capital y frente al acuerdo colonial con el Fondo Monetario Internacional.