Políticas

3/4/2017

A diez años del fusilamiento de Carlos Fuentealba

La impunidad de un crimen de Estado.


El asesinato de Carlos Fuentealba fue un crimen de Estado.


Se produjo en el marco de una intensa huelga de ATEN, durante la represión a un piquete de los trabajadores de educación en la localidad de Arroyito.


El crimen de Fuentealba produjo una rebelión popular. Treinta mil neuquinos exigieron en las calles la renuncia del entonces gobernador, Jorge Sobisch. Sin embargo, hubo un esfuerzo mancomunado de todo el régimen político para sostenerlo hasta el final de su mandato y garantizar su impunidad.


Su rival en la interna del MPN y luego gobernador, Jorge Sapag, se pronunció expresamente: “debe terminar su mandato”. Todo el arco político opositor, con el intendente de Neuquén, “Pechi” Quiroga, a la cabeza, que había reclamado la represión, también cerró filas con Sobisch. Lo mismo hizo la cámara empresaria de la provincia, ACIPAN.


El gobierno de Néstor Kirchner, a través de "Hannibal" Fernández, ofreció enviar la Gendarmería a la provincia, que por esos mismos días reprimía otra rebelión, en Santa Cruz.


Desde el primer momento, comenzó a tejerse la trama de la impunidad.


Los fiscales y jueces que se negaron a realizar pericias y validar pruebas. La intimidación policial y parapolicial a testigos, que con gran valentía mantuvieron sus declaraciones en los juicios.


La causa fue desdoblada desde un inicio para garantizar la impunidad del poder político en el fusilamiento. Se hizo una causa (Fuentealba I) contra quien jaló el gatillo y otra (Fuentealba II) para “investigar” las responsabilidades políticas. Conclusión: ésta fue archivada sin condenas y con Sobisch sin ni siquiera pasar por el banquillo de los acusados.


Quienes denunciamos esta maniobra, fuimos expulsados de la Cocapre (Comisión Carlos Presente), que fue copada por el kirchnerismo. El balance demostró que teníamos razón. Sobisch fue el Pedraza del 2007 en Arroyito y ni siquiera fue acusado.


La conducta de CTERA merece un capítulo aparte.


Diez años atrás, convocó a un paro nacional al día siguiente, pero sólo por veinticuatro horas y sin ninguna continuidad, a pesar de que éramos entonces los docentes de Neuquén, los de Santa Cruz, los de Entre Ríos y de otras provincias los que estábamos en lucha. La dirección de Yasky renunció deliberadamente a unificar esa pelea en un plan de lucha nacional.


Ahora, diez años después, este 4 de abril la conducción de CTERA llegará a Neuquén a participar de los homenajes de rigor.


Vienen sin un plan de lucha contra el tope salarial del gobierno nacional y los gobernadores. Se escuchará, como en años anteriores, el reclamo desde abajo “CTERA escucha, queremos plan de lucha”, porque este reclamo está directamente ligado al reclamo por justicia ante el fusilamiento de Carlos. El 4 de abril no es una fecha de un santoral, es un día de lucha a escala nacional.


El reclamo a las instancias judiciales internacionales, para lograr revertir el cierre de la causa Fuentealba II, se debe cimentar en un plan de lucha que incluya esta reivindicación y como parte de la lucha más general contra el ajuste.


La impunidad deja la puerta abierta a nuevos fusilamientos.


Ctera escucha….