Políticas

9/4/2022

A fin de 2021, el 50% de los trabajadores ocupados cobraba apenas 45.000 pesos

Un 60,4% de la población total percibió un ingreso promedio de $52.553 es decir, por debajo de la línea de pobreza.

La población ocupada registró un ingreso promedio de $55.512

Un informe del Indec que analiza los ingresos per cápita percibidos durante el último trimestre de 2021 arrojó que un 60,4% de la población total tuvo un ingreso promedio de $52.553, es decir por debajo de la línea de pobreza. El promedio del decil más bajo equivalió a apenas $19.667, y el del estrato medio a $50.622. Es otra confirmación de una pauperización social de la clase trabajadora.

El gobierno se vale estos datos para continuar atacando los salarios hablando de una mayor equidad en la distribución del ingreso, como efecto de un rebote de la economía comparado con el período de pandemia. Pero la realidad es que el informe da cuenta que son los menos los salarios que se acercan a los $76.146 que rondaban la canasta básica: “respecto a la población ocupada, se registró un ingreso promedio de $55.512 y un ingreso mediano de $45.000 en el cual se sitúa el 50% de las personas ocupadas”.

El estudio además refiere que “la cantidad de personas no ocupadas fue de 132 por cada 100 ocupadas, mientras que la cantidad de no perceptoras de ingreso fue de 67 por cada 100 perceptoras. Esta relación es mayor en el caso de los deciles más bajos”. Quiere decir que la mayoría de las familias trabajadoras, sobre todo en los sectores más vulnerables, dependen de un salario por grupo familiar para su subsistencia. La situación se agrava con la brecha salarial de casi un 20% entre varones y mujeres, siendo estas últimas las que en general paran la olla en sus hogares y tienen a su cargo niños y ancianos.

La pérdida del poder adquisitivo ubica a los trabajadores en la imposibilidad de satisfacer sus necesidades más elementales. El ajuste, acicateado por el acuerdo con el FMI, vaticina mayores niveles de hambre y desempleo que azotarán a la mayor parte de la población.

Mientras el desmadre inflacionario arrasa con los ya derruidos ingresos, el gobierno y la burocracia avanzan en techos paritarios, que no harán más que profundizar la carestía. De hecho, ha dado sus primeros pasos en esa dirección fijando un aumento de indigencia para el salario mínimo, o con paritarias del 45% en cuotas como la docencia.

Más que nunca rechacemos este nuevo “pacto social” antisalarial e impulsemos un plan de lucha por un salario mínimo de $130 mil indexado a la inflación y paritarias sin techo. No al acuerdo con el FMI. No debe ser el pueblo trabajador quien pague la crisis, que la paguen los capitalistas.

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