Políticas

20/10/2011|1199

A fondo, con el Frente de Izquierda

Oficialistas y opositores, detrás del ajuste y la devaluación

Los spots presidenciales asocian a la Presidenta con obreros navales, campesinos, profesores o maestras. Sin embargo, los que cerraron filas con el gobierno en este final de campaña provienen de otro lado. En el coloquio de Idea, la tradicional reunión patronal que últimamente oficiaba de tribuna opositora, no se escuchó la menor crítica al gobierno. La Nación se animó a titular al evento como la “pax empresarial”, en relación a ese acercamiento de posiciones. Sólo unos días después, la Presidenta se reunía a comer con Coninagro, una de las entidades de la Mesa de Enlace. Otro diario se animó a afirmar que “enterraron a la resolución 125 en un almuerzo” (Ambito, 18/10). En los días previos, le habían anticipado a las “entidades” un plan de liberación de las exportaciones de trigo -uno de los grandes reclamos de la patronal agraria.

La agenda que le presentaron los capitalistas industriales y agrarios al gobierno es clara: quieren “blindarse” ante la crisis pagando menos impuestos, pero, sobre todo, “controlando el costo laboral” -o sea, colocando en el freezer los salarios. El gobierno mantiene para la tribuna la oposición al enfriamiento de la economía. Pero la fuga de capitales tolerada por los K ya empujó a las nubes el costo del crédito interno y, con él, la perspectiva de un parate. La salida consentida de dólares prepara las condiciones para una devaluación, a la que aspiran los capitalistas agrarios e industriales. En ese caso, la preocupación de todos ellos por la “inflación” no se refiere a los precios, los que saltarán junto al valor del dólar, sino a los salarios, a los cuales pretenden congelar. Los capitalistas intentarán servirse del parate económico para ese objetivo. Un ex funcionario cavallista acaba de afirmar que “en medio de una recesión que reduzca la demanda y baje la inflación sería posible una corrección del tipo de cambio” (La Nación, 16/10). En la misma orientación, Prat Gay, el economista de Carrió, acaba de reclamar “que se termine la fiesta del consumo”.

¿Qué alternativa ofrece el gobierno a ello? Una de las alas que se disputa el futuro Ministerio de Economía, la de Boudou, quiere zafar de la encerrona arreglando con el Club de París y tomando de inmediato nuevas deudas -esto, mientras se desarrolla la caída de las reservas internacionales y la crisis fiscal, en la que se anotan, entre otros, los Estados de Buenos Aires o Córdoba para 2012. Otras usinas oficiales apuestan a seguir “viviendo con lo nuestro”, o sea: con la caja de los jubilados o del Banco Central. Pero como saben que no será suficiente, ya se anotan, en ambas variantes, a “frenar la suba del gasto” (La Nación, 17/10), aumentar “de un 18 al 20% las tarifas domiciliarias, a acotar la suba salarial y a que la propia crisis modere la inflación” (ídem). Demasiado parecido a lo que propugna la oposición y, sobre todo, las entidades empresarias. Como se ve, la “pax empresarial” con el gobierno no es sólo la resignación ante el resultado electoral cantado.

Cristina inauguró esta última semana de campaña con otra reconvención a “los sindicatos” y Moyano se dio por aludido. Pero los procesados o encarcelados por luchar no son los burócratas, sino quienes los desafían en defensa de las conquistas obreras. El ojo del gobierno no se posa en los negocios de los Moyano o Zanola, pero sí en las obras sociales -otra caja de los trabajadores a la que podría echar mano en el caso de un agravamiento de la crisis.

Oposición

Sin los votos de Cristina, la oposición pasa los últimos días de campaña desgranando de un modo más explícito la misma receta ajustadora. La saga no excluye de ningún modo a Hermes Binner, quien acaba de declarar que los empresarios deben “ganar menos” y los trabajadores “no pedir aumentos”. Como el candidato ‘socialista’ viene reclamando, él también, una devaluación de la moneda, los únicos que ganarán menos en ese caso serán los trabajadores. Su candidato Lozano ha reclamado un “consejo económico y social”, al cual la devaluación o los tarifazos arribarán como hechos consumados, pero que sí serviría para atenazar los salarios. Los “progresistas” se anotan primeros en la política de que los trabajadores paguen la crisis.

La “aburrida” campaña electoral de oficialistas y opositores tiene como telón de fondo la escalada de protestas en todo el mundo, que ha desatado ocupaciones, sentadas y marchas masivas contra los recortes salariales, la destrucción del sistema jubilatorio y los despidos en las principales potencias imperialistas. Los voceros oficialistas le oponen a ese panorama mundial la situación argentina, metiendo bajo la alfombra al 40% de trabajo precario, a las jubilaciones de 1.400 pesos o a las suspensiones o despidos que ya han asomado sus narices en nuestro suelo. Pero su orientación social es la misma que ha puesto en la calle a los “indignados” del mundo: el rescate del capital.

Frente de Izquierda: las horas que vienen

Es a la luz de todo lo anterior que debe valorarse la campaña, la orientación e incluso la intención de voto hacia el Frente de Izquierda, que se expresa en la simpatía popular ascendente que recogemos en las calles, las fábricas y los lugares de estudio. Mientras oficialistas y opositores ocultaron su verdadera agenda de cara a la crisis, el Frente de Izquierda colocó en el primer plano de su propaganda electoral la agenda de las reivindicaciones obreras: el derecho al salario y al 82% móvil, la lucha contra la precarización laboral, la defensa de los recursos naturales y estratégicos frente al vaciamiento de los privatizadores, la defensa de los luchadores obreros contra las patotas y la criminalización de la protesta social. La “indignación” que esos agravios desatan entre los trabajadores y la juventud de Argentina tienen una expresión y un programa definidos en el voto a nuestro Frente. El ingreso de diputados de izquierda, en este cuadro, tendría un significado estratégico: la implantación de una alternativa de carácter anticapitalista en momentos en que la crisis capitalista amenaza con llevarse puestas las conquistas obreras.

Por su contenido y por su repercusión política, la campaña electoral del Frente de Izquierda ha implicado la recuperación de la política electoral socialista como instrumento revolucionario. Ello, en oposición a la izquierda democratizante u oportunista, la cual hizo del terreno electoral el campo predilecto para la disolución política o la colaboración con los partidos de la burguesía. En cambio, el Frente de Izquierda desarrolló una campaña electoral obrera y socialista, y llegó con ella a millones de trabajadores.

Las últimas horas de campaña se van a concentrar en la tarea decisiva de la fiscalización, que deberá tener un rigor y una masividad inéditos para nuestras fuerzas. La posibilidad del ingreso de diputados de izquierda reforzará todas las maniobras y fraudes contra nosotros, tanto durante el comicio como a la hora del escrutinio. El calendario nos impuso, también en estas últimas horas, el aniversario del crimen de nuestro compañero Mariano. Pero no vamos a esquivarle el bulto a esta coincidencia: el ingreso al Congreso de diputados obreros y socialistas sería una victoria extraordinaria de la generación obrera y juvenil que encarnó en Mariano, de su programa y de su perspectiva política, así como un golpe monumental al Estado, a la burocracia y a la clase social que instruyeron a las patotas asesinas. Por ese objetivo, dejaremos todo en los últimos días y horas que nos separan del 23 de octubre.